miércoles, abril 24, 2024

ANÁLISIS A FONDO: Los modos de matar pulgas

Francisco Gómez Maza

Ante la nueva crisis por qué no cambiar el modelo

El capitalismo salvaje ya probó que no tiene futuro

Parece que al presidente Andrés Manuel López Obrador y al secretario de Hacienda, Arturo Herrera Gutiérrez, no les preocupa tanto el tema del crecimiento económico, en un nuevo enfoque de la economía. Sí importa el crecimiento del Producto, pero es mucho más importante, para el actual gobierno, el bienestar de los trabajadores, de las clases sociales depauperadas por el capitalismo salvaje. Seguro que el grupo de seguidores del librecambismo y del “primero crecer y después redistribuir” no estarán de acuerdo con este enfoque de la política económica.

Así lo reiteró el vilipendiado mandatario en su conferencia matutina de este martes 10 de marzo. Un nuevo modelo de economía, en el que está primero los pobres, los trabajadores, y después los representantes del capital. Pareciera marxismo puro, pero no lo es. Es simplemente pura lógica tercermundista. Este escribidor no está de acuerdo con que el gobierno regale el dinero porque esa acción sólo conduce a gastar en un barril sin fondo y no eleva los niveles de vida de los trabajadores y menos de los pobres, y mucho menos de los miserables.

Pero no tiene ninguna importancia si este escribidor comulga o no con este enfoque de política económica, que podría ser calificado de socializante, talvez nada parecido al modelo cubano, o al del socialismo venezolano, o a las ideas igualitarias de “El Tío” Bernia Sanders, que está luchando por lograr, en las elecciones primarias, la candidatura del partido demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, que dejara ir a manos de la extrema derecha la conservadora Hillary Clinton.

Quienes están que trinan ante el estallido de la crisis económica, desatada por Rusia y Arabia Saudita (muchos analistas también le echan la culpa también al COVID-19), son los grandes capitalistas, los globalitas, los grandes exportadores mundiales, los inversionistas de postín, que detentan la propiedad de los grandes medios de producción en el mundo. Pero ni China, con la gran tragedia mortal del coronavirus, que todo parece indicar ya está controlando, aunque después de exportarlo a otros países, se ocupa mucho de la crisis global que estalló el lunes 9, mientras las mujeres les nos recordaban a los varones que no podemos vivir sin ellas; que son fundamentales para todo. (Se vio triste, en el caso de este escribidor, el ambiente de las calles de la Ciudad de México por allá por los mercados de Tepito y la Lagunilla, en donde los mercaderes reclaman: “somos comerciantes; no delincuentes”.

Pero en medio de las dos posturas, habrá que trazar un justo medio: Los factores de la economía son el capital y el trabajo. Están en una balanza que siempre tendría que estar en equilibrio porque tanto hace riqueza el que mata la vaca como el que le jala las patas. Y no es soñar a lo tonto – los mexicanos dirían una palabra no muy sancta -. Es reclamar lo que es científico. Ninguna economía crece. Ahora sí nos referimos al crecimiento del Producto si no interactúan capital y trabajo. Puro marxismo. De este marxismo que sigue estando de moda entre los economistas de Wall Street, porque es el método más objetivo para analizar y narrar la realidad. Aunque a algunos tránsfugas les caiga en la punta de la vesícula este axioma.
Así, la crisis financiera, petrolera, estallada en lunes – lunes negro le llamaron los poco imaginativos bautizadores de crisis -, que ya estaba cantada desde hace varios años, podría ser enfrentada y resuelta en el menor tiempo posible, si se aplicaran las verdades de la ciencia económica y no privara la ceguera mental de los economistas del capitalismo salvaje, de casino.

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