viernes, marzo 29, 2024

Alegato sobre la verdad y la certeza en la virtualosis. Por Rafael Serrano

Alegato sobre la verdad y la certeza en la virtualosis[i]

Por Rafael Serrano

 

“… la transmisión ordinaria de conocimiento está sujeta a tantas deformaciones causadas por la redacción y falsa memoria que no puede tomársela como un sustituto de la percepción directa del hecho…”

El secreto de los reclusos

Sheik Qalandar Shah de la orden Sufi Suhrawardi

 

A Héctor Bayona

 

Un amigo, lúcido y provocador, me hizo reflexionar sobre el sentido del conocimiento y cómo se construye, sobre todo porque se dice a los cuatro vientos que habitamos la sociedad de la información e incluso se hipostasía como sociedad del conocimiento. Mi amigo como muchos otros, usa las redes para polemizar, encontrar contradicciones y mostrar las incongruencias éticas de los actores políticos, sobre todo a los que ahora ostentan el poder; es menos crítico con respecto a los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales que producen, distribuyen y consumen información que presumen de cierta y verdadera.

 

He tenido conversaciones intensas y ríspidas con él y  decidí no seguir debatiendo en los formatos de las redes sociales virtuales porque considero que a pesar de su formato aparentemente dialogante, no lo son; más bien son espacios para intercambios fragmentados, plagados de juicios blandengues, improperios, insultos; en fin, una ristra de doxas que impiden el desarrollo de argumentaciones fuertes y significativas que buscan la verdad desde las certezas de la razón; yo mismo he caído en esos vértigos argumentales en que termina toda “conversación” en tuiter o en el wasap.

 

Por esta razón, mi amigo me planteó, desde otro espacio, más  conversacional, responder a preguntas fundantes: lo que significa el conocimiento, la verdad y la certeza; y cómo y para qué se usan; ya que son conceptos o categorías que subyacen o forman parte, de lo que llaman marcos o esquemas perceptivos y/o representacionales que condicionan las expresiones de los que opinan en las sociedades democráticas  y que refieren generalmente a lo que podríamos llamar pre-juicios, doxas y que en ocasiones se usan para negar o perjudicar al argumento contrario o la otra persona que debate u opina diferente;   mostrando  argumentos “ganadores”, “infalibles” o exhibiendo, con perspicacia zorruna,  el “error”  de una frase/juicio o de un dato que generalmente es “demolido” por otro dato que está amparado en otra doxa que se sustenta en datos descontextualizados pero dichos con cierta y dudosa autoridad que llaman datos “duros”, “verdaderos” e incluso “científicos”.

 

Desde que las redes sociales virtuales invadieron la esfera de lo público han proliferado profusamente todo tipo de información, sobre todo mala información; ya sea notoriamente falsa (bulos) y con sesgos que llaman pos- verdades o como datos considerados “hechos duros”, “objetivos”, “inobjetables” que terminan en vértigos argumentales. Dentro de este material de baja calidad informativa llama la atención la narrativa que subyace y que refiere al uso de la verdad y la certeza.  Estas “conversaciones”, que llaman “orgánicas” porque no son “artificiales” (robotizadas), están normalizadas en el ciberespacio de Internet y fuertemente mediadas o intervenidas por mediadores institucionales, como lo explican los estudios sobre el news framing (encuadramiento noticioso)  y por  la agenda setting (definición/selección de los temas por parte del medio/mediador) [ii]:

 

“El proceso de elaboración de la información implica mucho más que una función de selección o tratamiento (…), ya que el mensaje político generado desde las instituciones o los partidos políticos sufre una severa transformación al ser jerarquizado y manipulado por los medios de comunicación y los propios periodistas (…). De hecho, de una misma realidad política se obtienen relatos diferentes según el medio o periodista que la aborden. Es lo que Davis (1992:41)[iii] ha definido como el efecto prisma, en el cual “se reconoce que los medios de comunicación no reflejan la realidad tal cual es, sino que actúan como un calidoscopio que recibe luz de las informaciones de toda procedencia para refractarlos, constreñirlos y expandirlos”. Bajo tal dimensión, puede establecerse que los medios de comunicación encuadran, enfocan y transforman la realidad sobre la que informan. Ello, si bien condiciona las percepciones de los públicos, su nivel de condicionamiento es gradual y diverso en razón de sus propias características y órganos de mediación.”[iv]

 

Vale la pena discutir los términos conocimiento, certeza y verdad; que como se sabe pertenecen a la discusión epistemológica y la tradición clásica de la filosofía. Mi amigo me hace esta pregunta fundante: ¿qué es el conocimiento y qué papel cumple el entendimiento y la comprensión; o entre la certeza y la verdad?

 

 

Primera aproximación (respuesta)

 El conocimiento como recurso adaptativo de las especies: informar (redundar) y comunicar (introducir novedad) para sobrevivir.

 

El conocimiento, actividad cognitiva, es un atributo de las especies vivas “superiores” para sobrevivir, se sirve del recurso de la información para adaptarse al entorno y este recurso le permite aprender y aprehender. En este proceso de asimilación y acomodación (como lo describe Piaget) las especies vivas, no solo el hombre, construyen y de-construyen conocimiento: información útil para accionar en el mundo que se comparte, se socializa y que cambia: a veces muy lentamente u otras muy rápidamente.

 

No se habla de verdad ni de certeza sino de un conocimiento (saber) cuya utilidad es sobrevivir, que se tiene que aprender y recordar (los animales saben cuándo tienen que cazar, cuando es tiempo de la procreación, cuando protegerse, etcétera). Es un saber individualizado pero enseñado en los grupos de animales y en el hombre. En este caso, el conocimiento no tiene un método como tal, es un proceso de socialización de una especie:  cumple con reglas evolutivas y que han sido descritas por todos los estudiosos del estructuralismo genético y de la etología; ahí encontramos que el método de este saber o más bien de este proto-método es un camino de aprendizaje para garantizar la reproducción de la especie bajo códigos pre-formativos (filogenéticos) que se enseñan colectivamente.

 

Es decir, el código genético filtra y selecciona lo que la realidad plantea: se conoce desde estructuras cognitivas heredadas, las cuales se modifican por las necesidades adaptativas, por ejemplo, los códigos temporo-espaciales son categorías universales, que sólo en el largo plazo (miles de años) se transforman. Pero eso no significa que el conocimiento sea solamente deductivo, sino que lo es también y al mismo tiempo inductivo. Bachelard hablaba de un vector racional que iba de la realidad misma (concreta) a la realidad abstraída (teorías o supuestos) y viceversa.

 

En la sociedad humana así funciona y en las sociedades de animales sabemos que existe un vector de racionalidad no tan desarrollado, evolucionado, como el humano; pero lo hay y camina en el sentido evolutivo, siguiendo dos leyes: la ley de hierro del aprendizaje, la cual señala que no pueden saltarse los procesos de maduración de un individuo dentro de una especie; o la ley de la asimilación y la acomodación, la cual prescribe  que ningún conocimiento previo útil es desechado sino más bien incorporado a los conocimientos nuevos o más útiles ampliando su potencial adaptativo.

 

De ahí que los cambios evolutivos, generalmente lentos y de largo plazo, sean saberes, experiencias acumuladas que transforman por ejemplo el hocico en boca o las patas en brazos, o las garras en manos; cuando el hombre se vuelve homo erectus. Esta acumulación de datos ordenados (información) permite evolucionar. Se rige por la utilidad, entendida como una certeza probada que en el largo plazo transforma, evoluciona. En el nivel adaptativo, ecológico, el conocimiento es una herramienta estratégica de la evolución; no tiene una acepción o connotación ética ni tampoco un significado separado del mundo real (no es un lenguaje en sentido estricto); el significado de las acciones está ligado al significante. Ahora sabemos que algunas especies, “superiores”, desarrollan una proto-ética que está ligada a la protección de los más débiles y al desarrollo de lo que llamaríamos amistad.

 

Por tanto, podemos inferir que este conocimiento está atado a la necesidad de responder a los avatares de la vida y a sus ciclos reproductivos. Es un conocimiento inductivo deductivo o deductivo inductivo. Es una génesis: una fenomenología dado que los códigos son constructos universales que deducen (representaciones o categorías naturales) que dialogan o se contrastan con la realidad vivida o experimentada por una especie y por sus individuos, una dialéctica. Este vector de conocimiento de lo abstracto a lo concreto y viceversa no se ha modificado, sino que es un recurso epistemológico muy útil. El conocimiento dialoga entre lo que ya conoce y lo que la experiencia le dice: incorpora novedad. Entre lo adquirido (redunda) y lo por adquirir (aprende).

 

En términos comunicativos, la teoría de la comunicación señala que el recurso a la información por las especies es estratégico para la adaptación porque otorga seguridad a las acciones, una noción de certeza; y por otra parte, el recurso a la comunicación, el intercambio de información, incorpora novedad a los comportamientos de las sociedades humanas y no humanas, lo que permite no solo la sobrevivencia sino la evolución de las especies; ya que como se sabe, la información no renovada, redundante, genera entropía y termina por colapsar a cualquier sistema. Se deduce que la comunicación es una acción que transporta conocimiento, permite su renovación y evita que la redundancia genere entropía.

 

A mi parecer la comunicación humana se distingue de la no humana porque la primera requiere no solamente de competencias biológicas para producir, distribuir y consumir información con fines adaptativos, sino que ésta, además, requiere de una condición moral: aceptar al otro como diferente y opuesto: “mi derecho a hablar es mi obligación de escuchar”; es decir, un acto de amistad y de fraternidad, de comprensión, que es donde anida la verdad. Habermas diría que la comunicación humana es una acción parasitaria de las acciones: tanto de las regidas por normas como las teleológicas.

 

En ambos casos la acción comunicativa tiene una función mediadora que garantiza la convivencia: dar significado al quehacer humano reconociéndose en los otros y en la otredad. Es un acto de mediación, entre el pensar y el actuar, logrado por acuerdos para hacer, desde una perspectiva comprensiva, colaborativa y fraterna cuyo fin último es proteger a los débiles, a los que de otra manera estarían abandonados a su destino evolutivo; es decir, la comunicación humana agrega un componente ético, preservar la vida de todos. El compromiso que anuda todo acto comunicativo es la verdad: un compromiso compartido que justifica y da sentido a la vida humanizada.

 

En este sentido, la comunicación humana es contra-evolutiva porque interviene el proceso de selección de las especies con un imperativo ético: salvaguardar la vida y disminuir el dolor y el sufrimiento humano; expandir la vida. Sabemos que algunas especies no humanas intercambian información para actuar y en algunos casos practican la amistad y la fraternidad, por lo que la distinción entre la comunicación humana y no humana depende de las derivas evolutivas de cada especie.

 

Cuando observamos lo que sucede con el uso de la verdad como imperativo de la comunicación política, lo que encontramos son usos ideológicos alejados del espíritu de la comprensión. No se busca el acuerdo comprensivo sino la anulación del otro y de lo otro. La paradoja de nuestro tiempo es que nunca antes el hombre y la civilización humana había contado con tantos y sofisticados medios/instrumentos para alcanzar verdades (compromisos) y nunca nos habíamos alejado tanto de este proyecto de paz y armonía. La opulencia de medios y su uso secularizado han servido para resaltar la negación del otro, convertir la crítica en un arma de poder para imponer y no convencer.

 

Para algunos estudiosos esto habla de que los procesos de ilustración, de alfabetización, no han sido suficientes o han fracasado (una derrota cultural del proyecto humanista). O escépticamente, como lo observa Luhmann, no podía ser de otra forma porque la comunicación humana tiene un fuerte componente subjetivo basado en lograr que mi interés, mi ego, se logre aún a costa de mentir, ceder sin conceder, o de omitir lo que realmente pienso para simular, etcétera, por lo que el acto comunicativo es siempre un acto que esconde más que comprensión un entendimiento interesado; situación que se fundamenta en el ascenso del individualismo como garante de la sociedad moderna (capitalismo en su versión neoliberal).

Segunda aproximación (respuesta) 

Los saberes de la humanización: el conocimiento como un acto de entendimiento (certeza) y comprensión (verdad)

 

El conocimiento humanizado es diferente. Ha mutado de un conocimiento de especie, adaptativo, a un conocimiento como ser cultural, del homínido al humano muy humano: el homo sapiens sapiens. En la antropo-génesis, la humanización del mundo, el conocimiento se distingue, expande y se diversifica. Esto se logra cuando el hombre separa, como lo descubrió Descartes, al sujeto que conoce del objeto por conocer (cogito ergo sum). Crea un espacio “autónomo”, el mundo de las ideas, la caverna de Platón, que le permite deducir el mundo y conducirlo (normas y leyes). Pero la autonomía es relativa porque está atada a la realidad emergente, a la coyuntura que siempre es aleatoria y contingente; es decir el plano de la situación presente induce al conocimiento a revisarse y a cambiar.

 

Además, el conocimiento es un acto del pensamiento humano que es relativamente autónomo de los procesos evolutivos, incluso puede ser contra-evolutivo: separa la hominización de los distintos procesos culturales para apropiarse de la realidad e intervenirla; de tal forma que el hombre ha logrado separar el significado del significante y ha creado un conocimiento distanciado de la realidad (una hazaña civilizatoria) pero atado dialécticamente a ella, otorgándole sentido. Esta peculiaridad permitió que la subjetividad individual y colectiva hicieran del conocimiento no sólo un instrumento útil para afrontar la adaptación ecológica sino un instrumento para el control del entorno natural y sobre todo el social.

 

A lo largo de la humanización, o al menos desde el paleolítico se desarrollaron diversos “sistemas” para dar significado a la obra humana, a su modo de producir y reproducirse. Al adquirir el habla, el lenguaje escrito los pensamientos y saberes pudieron conservarse y reproducirse dentro de los códigos universales, las categorías naturales. Identifico estos saberes/conocimientos: el pensamiento animista, el pensamiento mágico-mítico, el pensamiento religioso, el pensamiento del sentido común y el pensamiento científico.

 

Estos saberes tienen, en común, el dar sentido al entorno (umwelt) o dar significado a lo que sucede en mi y en mi umwelt. En ellos habita como criterio la verdad más que dé certeza; con excepción de la ciencia que construye su saber desde la certeza contrastada y en la elaboración de leyes que explican el funcionamiento del mundo real e imaginario, presencial o virtual. Certezas que son siempre relativas dado que están sujetas a su negación permanente. La ciencia es poderosa por eso y por su modo de explicación basado en la falsación de hipótesis por la vía de la contrastación empírica o no empírica. El conocimiento avanza porque puede corregirse y ampliarse a través de la negación correctamente planteada (modus tollens).

 

No sucede lo mismo con el pensamiento religioso, animista o mítico/mágico cuyas afirmaciones y explicaciones del mundo son revelaciones sobre lo que sucede; cartas descriptivas sobre el quehacer humano. En la religión prospera el dogma, pero sobre todo la fe que significa compartir algo, creer en algo que se considera verdadero ante los misterios de la vida y la muerte. El pensamiento mítico ofrece una explicación de la vida que se juzga verdadera porque es compartida por todos o por un grupo que los significa, les da identidad, sentido y dirección: la verdad de un mito no está en la certeza de las historias que cuenta (La Ilíada no es cierta, es una narración verdadera) sino en la ejemplaridad de los hechos que se narran, la fuerza del relato, la parábola como explicación de la existencia humana. En el pensamiento animista, la verdad no radica en reconocer que existen entidades superiores en la naturaleza encargadas de repartir castigos, maltratar o dar premios sino en la existencia de catástrofes sociales y naturales impredecibles ante las cuales los hombres somos vulnerables.

 

La noción de verdad refiere a una construcción social ya sea mítica, animista, religiosa o científica. Es un acuerdo para compartir significados que dura mientras estos significados no pierdan su credibilidad. La ciencia con su método de falsación considera como explicaciones débiles (ideológicas y falsas) a los saberes mágicos, religiosos y animistas. Sin embargo, a pesar de su debilidad explicativa y de su poca o nula racionalidad instrumental (técnica y tecnológica), los saberes no científicos forman parte de un “ecosistema” representacional o imaginario social que permite a las sociedades, a las civilizaciones, a lo largo de la historia, justificar o darle sentido al quehacer humano.

 

Aun así, la Ciencia, con su potente explicación y con sus prestaciones tecnológicas maravillosas, de su racionalidad instrumental lograda también construye sus verdades por acuerdos, así tenemos diversas escuelas de pensamiento métodos derivados de esas verdades científicas; les llaman colegios invisibles que construyen sus verdades al igual que las iglesias, los partidos políticos o los chamanes, etc.: por acuerdos o verdades compartidas. Thomas Kuhn[v] hablaba de la ciencia normal como un acuerdo del colegio invisible de la ciencia que dura mientras la comunidad científica no encuentre dudas razonables a sus explicaciones (crisis del Paradigma) o entremos en un período de revolución científica (sustitución/abandono del Paradigma). Los ejemplos se encuentran en la historia de la ciencia: el cambio del paradigma de Ptolomeo (geocentrismo)  al de Copérnico (heliocentrismo); o de los absolutos de Newton al relativo de la velocidad de la luz de Einstein[vi].

 

La ciencia es una construcción social que construye la hegemonía de un saber sobre de otros; por acuerdos (verdades) de colegios invisibles y permanece en tanto sus certezas sean ofrezcan resultados plausibles. Lo podemos observar en las escuelas de economía que se confrontan y en el renacimiento de los colegios que antes se consideraban “superados” (la economía marxista) ante la debacle de las verdades de las escuelas neoliberales pos-keynesianas, pero lo mismo sucede en otros campos de la ciencia: en la física la disputa sobre la verdad respecto lo que es la luz o en biología sobre la manera de interpretar la teoría de evolución y las críticas pos-darwinistas, o las reyertas sobre los conceptos y métodos comprensivos propuestos por la antropología descriptiva que plantea la deconstrucción como método para conocer sin hipótesis (Lytorad, Derrida y otros pensadores posmodernos)[vii]; que anulan, bien por cierto, la idea de una verdad absoluta y también el de certezas duras. Lo que se puede afirmar es que la verdad se construye y permanece como una praxis, que hay que seguir, mientras sea útil y las personas, los grupos sociales la consideren significativa.

 

Lo que vivimos actualmente es un cambio de paradigma producto de varias revoluciones (científicas, sociales y evolutivas). Un cambio civilizatorio de gran calado. De ahí que los colegios invisibles se desintegran/disuelven en busca de otros modos de hacer ciencia; le llaman sociedad líquida que transita, suponemos, hacia un nuevo paradigma, todavía no definido: vivimos una revolución no solamente científica sino socio-genética y evolutiva cuyas dimensiones son impredecibles, en una deriva biotecnológica donde no existe una verdad que conduzca el cambio civilizatorio.

 

En esta deriva la verdad y el entendimiento también se disuelven, sus términos se mal usan o se pervierten. Luckas, gran pensador húngaro, decía que es un prejuicio moderno suponer que la autenticidad de un hecho garantiza la certeza de la argumentación. Por eso decir que se manejan datos “duros” y “evidencias”, “hechos”, no es garantía de eficacia probatoria ni de verdad o entendimiento; porque cada dato es construido desde una posición epistemológica y/o ideológica; por lo que habría que preguntar, siempre, desde dónde se construyó ese hecho; por qué se explica de esta manera y no de otra, desde qué verdad. Pero, sobre todo, si existe un ánimo raciocinante entre los ciudadanos para participar en diálogos comprensivos, aquellos que buscan los mejores argumentos para la mejor decisión, basada en las certezas comprobadas (entendimientos) y en los acuerdos para hacer cumplidos (verdades).

 

Llama la atención lo que sucede en los medios tradicionales de comunicación y en las redes sociales virtuales, donde la agenda de los medios y el “enmarcamiento” o “enmarquetado” (framing) de las noticias sigue la ruta de la incomprensión, la disolución de la verdad y el arribo de la denostación y la descalificación. Los bulos y las posverdades no sólo banalizan/trivializan los hechos por la vía del exceso y el sarcasmo (ironía estúpida) sino que de-construyen la vida social, la confunden, y la disuelven; convirtiendo a la comunicación humana en un instrumento de control y sometimiento ligado a prejuicios, fobias y filias que anidan en el pensamiento reptil de las sociedades. Los medios y sus mediadores no asumen su responsabilidad de contribuir a construir una sociedad fraterna en donde los mejores argumentos sean los que conduzcan la vida social. Por supuesto, el poder político también hace lo propio al invertir su función informativa en propaganda política. Peor cuando el poder mediático se alía con el poder político, como sucedió en México durante todo el siglo XX y durante 18 años del siglo XXI. En estos tiempos revueltos y nublados, de crisis y de revolución de los paradigmas, vale la pena recapitular sobre el sentido del conocimiento, la verdad y la certeza.

 

 


[i] Virtualosis es un terminó que acuñó Manuel Martín Serrano para referirse a la frenética, paranoide y banal actividad en las redes sociales virtuales y en los espacios de internet para circular información. Una inflamación que reafirma el dictum de Abraham Moles: opulencia mediática con pobreza expresiva. Martín Serrano, M. (2019). La comunicación y la información en un mundo que se virtualiza. Desarrollos y funciones previsibles. Comunicación Y Sociedad, 1-29. https://doi.org/10.32870/cys.v2019i0.7478

[ii] Meyer, J.A y O. Kuri (2011). Agenda mediática y narcotráfico en la relación bilateral México - Estados Unidos. XXIII ENCUENTRO NACIONAL AMIC 2011, PACHUCA, HIDALGO – MEMORIA. MESA COMUNICACIÓN POLÍTICA. Menciona los siguientes estudios: Mc Combs, M. (2004). Setting the Agenda. The Mass Media and Public Opinion. Massachusetts: Blackwell Publishing, Inc.; y de Mc Combs, M. & Shaw, D. (1972).The Agenda Setting Function of Mass Media, en Public Opinion Quarterly No. 36.; Entman, R. (1993). Framing: Toward Clarification of a Fractured Paradigm, in Journal of Communication No. 43.

[iii] Davis, R. (1992). The Press and American Politics. The New Mediator. New York: Prentice Hall.

[iv] Meyer, J.A y O. Kuri (2011). Op. cit.

[v] Kuhn, T. (1971). “La estructura de las revoluciones científicas”. FCE, México. “Entre las reflexiones que contribuyeron a forjar la nueva conciencia histórica de la ciencia, alcanzó especial importancia la de Thomas S. Kuhn (1922-1996), especialmente en su libro “La estructura de las revoluciones científicas”. Frente a la imagen habitual del desarrollo de la ciencia como un despliegue rectilíneo, no solo uniformemente enriquecedor, sino infalible en la necesidad lógica de su marcha, la ciencia atravesaría “revoluciones” en que los supuestos teóricos de una época, sus “paradigmas”, se mostrarían cada vez más insuficientes para resolver problemas, y serian desplazados globalmente por otro sistema de conceptos e hipótesis, con caracteres de novedad creativa, imprevisible desde la etapa anterior. Se habría gestado un nuevo paradigma.” Bass, A. Consolidación de un Paradigma de la Física. Recuperado el 4  de abril 2021:  https://www.redalyc.org/pdf/185/18501515.pdf

[vi]  “El aporte de Einstein fue revolucionario: cambió los principios de la física tradicional que habían sido aceptados durante los dos siglos anteriores. Y esto lo logró con su teoría de la relatividad especial o restringida”. Bass, A. Op cit

[vii] la crítica a los pensadores posmodernos, des constructivistas, pasa por su a-historicidad y su afán de fragmentar o descomponer los aparatos epistemológicos sin proponer otro orden explicativo. No utilizan el método de falsación de la tradición de la ciencia moderna, sino que apelan a una descripción densa que descompone la explicación que propone un alegato científico.

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