Claudia Rodríguez
Llama la atención como se divulga de manera repetitiva, exponencial y hasta fuera de la realidad, cualquier evento, acto o hecho que se crea es susceptible de enmarcarlo para desprestigiar no a todos quienes ganaron en las urnas el pasado primero de julio, incluyendo a los votantes; sino al mismo y único ahora presidente electo del país, Andrés Manuel López Obrador y a quien muchos creen constitucional o dicho coloquialmente, en funciones.
Cuando en el año 2000, Vicente Fox llegó apoyado con el Partido Acción Nacional (PAN) y un empujón de validez de su antecesor priista Ernesto Zedillo, a la Presidencia de México; poco se escuchaba del estilo atípico de intento de cambio del nuevo inquilino de Los Pinos, quien incluso llegó sin un equipo a gobernar, hasta que este no fuera sugerido por los llamados y multicitados entonces, head hunters. Lo que entonces se resaltaba era el logro de haber sacado al Partido Revolucionario Institucional (PRI) del Gobierno federal, y muchos creyeron que con sólo ese acto, la situación de la gran mayoría de los mexicanos cambiaría y para bien.
Nada de lo anterior sucedió, e incluso pareció un sexenio lleno de ocurrencias y de poder cedido sin sostén constitucional a la señora Marta Sahagún, quien de verdad deseaba suceder en el encargo a su esposo.
El sucesor panista de Vicente, Felipe Calderón, hizo tanto daño al país con su declaración de guerra al narcotráfico, que hoy mismo estamos viviendo las consecuencias de enfrentarnos con un crimen táctico y armado hasta los dientes.
Con Enrique Peña Nieto los daños no se terminan aún de contar y ya la lista es larga, ya que no pudo mantener al PRI al frente de la Administración Pública Federal, tampoco bajarle el tono a la delincuencia organizada y mucho menos abonar a un mejor escenario para el nivel de vida de los mexicanos.
En tanto, quien aún no arriba al poder, el mismo López Obrador, es sujeto de quienes no pierden oportunidad de endosarle las facturas negativas de todo lo que ha pasado, pasa y pasará, sobre todo entre quienes tienen la camiseta del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena)
Hay un tufo en todo esto, que tiene un olor a ansias de venganza por lo que sucedió en las urnas en la elección federal. Se les acusa a todos quienes se cree tienen la etiqueta de Morena –hasta la ahora esposa de César Yáñez– de no ser congruentes, cuando la congruencia es justo lo que más se critica.
Este fin de semana, en la Cámara de Diputados de mayoría morenista, se aprobó un bono de fin de año para repartir entre los 500 diputados que se tasa en 209 millones de pesos, advirtiendo que eso no es austeridad. Pero igual se critica acremente, que los sueldos de no más de 100 mil pesos, traerán muchas deudas para las familias que tienen gastos contraídos con antelación.
Igual se señala hasta el cansancio, a quien llama a conducirse en justicia pero antes no lo hizo, al que hizo un gasto dispendioso que no afecta el presupuesto de los mexicanos, el “tupper” para no gastar en comida…
El caso es que en efecto, los legisladores que ya arribaron a sus Cámaras, los gobernantes que ya tomaron las riendas y quienes vendrán; tienen la marca muy alta, no sólo por lo que no podrán cumplir, sino por lo que muchos creen es un crimen.
Entre tanto, cuántos se van hasta España incluso, o Inglaterra, Italia o más ciudades del mundo; despreocupados y quizá con una sola encomienda: encargar la marca del desprestigio a priori.
Acta Divina… “No fui yo el que me casé”: Andrés Manuel López Obrador, ante las críticas de la bosa de César Yáñez.
Para advertir… Y la pejefobia sigue.