Salvador Flores Llamas
A medida que se acerca la elección y ensoberbecido por predominar en el primer lugar sobre los demás candidatos, López Obrador quiere congraciarse con todos los sectores del país; pero en ocasiones le salta su talante radical, autoritario, amenazador, pone a temblar a medio mundo y ya quiere empezar a gobernar.
Dijo que no despedirá a ningún burócrata, sino les aumentará el sueldo y que el pueblo solo podrá defenderse, e hizo de lado a las fuerzas armadas por la fobia que les tiene.
Como que su estigma de autodestrucción no lo abandona, igual en las dos peleas anteriores, cuando ya creía arañar la luna y dio al traste con sus ambiciosas aspiraciones.
Hoy, cuando parecía haber satisfecho a los banqueros en la convención de Acapulco, les soltó el tigre, al decir que si no ganaba la elección, se iría a su casa de Palenque, a ver quién detenía al feroz felino, y sus fans repiten en las redes sociales, con un lenguaje peor que los pelafustanes, que habrá guerra civil, pues para Andrés no ganar equivale a que le cometen fraude.
Luego intentó explicar que él no quiso decir tal, pero no se le creyó y quedó firme el recuerdo de su amenaza: o sea, o me hacen Presidente o sobreviene el diluvio.
Después aterró a los más altos ejecutivos de Bancomer en una cena, donde se le vio cansado, altanero y amenazante, al grado que ellos intercambiaron washapps y concluyeron “ya nos llevó la chin…ada”, y así lo transmitieron a sus jefes de España.
Pero el diario “Milenio” salió en su auxilio y urdió con él una larga entrevista para congraciarse con los mexicanos, difundida por el noticiero del rotativo, que le otorgó 14 planas y la cabeza principal rezó “Amlo, sin ego, seré como Juárez o Madero”, mediante un consabido arreglo económico.
Esto lo ratificaron en la entrevista Carlos Marín, director del diario, y Carlos Puig, columnista destacado, que parecían “muy agresivos” (Marín hasta gesticulaba), mientras los otros entrevistadores lo hicieron con normalidad: Héctor Aguilar Camín, Azucena Uresti, Juan Pablo Becerra Acosta.
Extrañó la presencia de Jesús Silva-Herzog Márquez (que no escribe en “Milenio”, a él y a Enrique Krauze los atacó acremente Amlo hace un mes, por criticarlo en sus artículos de “Reforma”). Jesús estuvo incisivo, el Peje evadió sus preguntas. A ambos les insistieron mucho para que asistieran, mas Krauze no aceptó.
La entrevista fue para que Andrés se luciera y aun pareció que acordaron el cuestionario con él, como suele hacerse en casos similares.
Se vio relajado, sonriente, bateó las preguntas que no le gustaron, y aprovechó para dejar claro que echará para atrás el Nuevo Aeropuerto Internacional de la CDMX (NAIM), y revisará los contratos petroleros internacionales; lo que equivale a que los anulará, según precisó Paco Ignacio Taibo II, quien fungió como su vocero.
Con eso exhibió la siguiente fase de su soberbia; ya no fustiga a las instituciones, porque le salió muy caro, ni actúa como Júpiter Tronante; sino dicta órdenes y hasta adelantó que el 2 de julio (un día después de la elección-su triunfo) exigirá al presidente Peña Nieto que pare las obras del aeropuerto.
Mientras los malpensados insisten en: “¿no será que exige que lo den, bajo cuerda, una tajada de los contratos del NAIM y de los petroleros?”, pues está comprobado que no da paso si huarache
En “Milenio” soltó que no ambiciona el poder, sino sólo beneficiar a México, y quiere emular a nuestros líderes históricos: a Hidalgo, por la Independencia; a Juárez, por la Reforma; a Madero, por la Revolución, y a Cárdenas, el mejor presidente del siglo XX, y su “movimiento reivindicador es único en el mundo”. (Chúpense ésa).
Insistió en que la corrupción desaparecerá con su simple llegada a Presidente y que dará al país un 4% de crecimiento cada año, como por arte de magia. Rápido encontró respuesta: “Ingenuo y negligente” es creer que se pueden parar los problemas y a los criminales con buenos deseos.
Y por ahí se fue con sus consabidas promesas de engañabobos; ante la propuesta de Juan Pablo Castañón, Presidente del Consejo Coordinador Empresarial (máxima cúpula del sector privado) de discutir el asunto del NAIM, propuso una comisión tripartita: 5 representantes suyos, 5 del gobierno federal y 5 de la IP; una muestra más de que ya quiere empezar a mandar.
El gobierno no nombrará a nadie, las cámaras aeronáutica y de la construcción reclamaron a Castañón por extralimitarse, pues ni las consultó a ellas que son las especialistas.
NAICM, la obra más importante que ha tenido México, va muy avanzado, implica inversiones muy grandes, que no pueden perderse por simple capricho; la terminal aérea de Santa Lucía sería antifuncional y ahuyentaría a los inversionistas nacionales y foráneos, porque no se respetarían los fondos ni los créditos aplicados.
Además, si ya genera cientos de empleos, directos e indirectos; cuando funcione generará miles.
Menos mal, ya conocemos los embustes de Amlo: la república amorosa, la constitución moral y que desea quedar bien con todos los sectores (porque “es abierto e incluyente”); el clásico lobo con piel de oveja para alzarse con el poder, y luego erigirse en dictador, émulo de Hugo Chávez, que gastó carretadas de dinero para apoyarlo en 2006; como ahora lo respalda Putin, que quiere el petróleo mexicano.
Por todo esto y más datos que se quedan en el tintero, los mexicanos bien nacidos no podemos votar por el Peje, por elemental sentido común.
@chavafloresll