miércoles, noviembre 27, 2024

ACENTO: Peña Nieto en campaña

Salvador Flores Llamas

Con publicitar lo que no hizo en el sexenio Peña Nieto se metió de lleno a la campaña presidencial a apoyar a su candidato, con la desventaja que la gente no le cree por el desprestigio que trasuda y porque  instruyó  a los miembros del gabinete que hagan ganar al PRI a como dé lugar.

Será porque López Obrador tiene idéntico propósito y cuenta con la ayuda de Vladimir Putin, según denuncias serias de “The Washington Post”, lo que la Presidencia negó,  y confirmó Javier Lozano, vocero del candidato priista José Antonio Meade.

Ese doble juego es para que Amlo no siga imputando a Peña que interviene en la campaña, le diga que no se ponga nervioso porque su candidato va a perder y hasta le dé recetas para calmar los nervios.

Esto es resultado de que Meade y Peña le dan cara al Peje (de eso pide su limosna) para que los fustigue, aunque lo haga “con todo respeto”, pues ya aprendió que el “Cállate, chachalaca”, que le lanzó al presidente Fox, le resultó contraproducente.

Las invectivas de Peña y Meade y aun de Anaya sirven al Peje para seguir victimizándose y hacerse propaganda; por eso predomina en los medios y sigue de puntero, de donde no lo bajarán con esa estrategia equivocada, y hasta parece decirles que les da diez y las malas.

Amlo ironizó sobre su alianza con Putin y lanzó una campaña con panfletistas centaveados para que la nieguen, pero cada vez surgen más datos comprobatorios. No extraña que los embajadores rusos ante México y la ONU la nieguen, para eso les pagan.   

Mejor que EPN se salga de la campaña, se asuma como Presidente, no transmine su desprestigio a la Institución Presidencial, ordene al gabinete haga lo mismo y respete las normas democráticas para que no haya otra elección de Estado, como las del Edomex y Coahuila, el año pasado.

Tan está en campaña Peña que ya la PGR anunció que va por César Duarte, exgobernador de Chihuahua, cuyo sucesor panista Javier Corral le abrió varios expedientes por el dinero que se llevó, por lavado y por financiar al PRI para que ganara la elección que perdió, entre otros delitos; lo que Peña no quiería aceptar, mas triunfaron los hechos contundentes y un Corral persistente.

Eso sería sólo para taparle el ojo al macho, pues si lograran extraditarlo de EU, igual que a Roberto Borge, de Quintana Roo, y a Javier Duarte, de Veracruz, le rebajarían los delitos en que incurrió por acuerdo con el gobierno que lo extraditó, según se estila en esos casos.

Con eso se pretende inducir que el PRI hace justicia ante la campaña presidencial.  

Ya apareció el peine para favorecer a César Duarte: la PGR solicitó extraditarlo sólo por 3 de las 11 órdenes de aprehensión que tiene, y si le disminuyen delitos al repatriarlo, no vayan a tener que liberarlo con un “usted perdone”.

Se ve que Peña es muy generoso con sus cómplices que lo ayudaron a ser el candidato presidencial del PRI y con fondos de sus estados; por eso le es imperioso que gane su candidato presidencial y que le sean afines los organismos y funcionarios del Sistema Anticorrupción que deberá aprobar el Senado.

Otro caso más le hace ronchas al PRI, el del exgobernador de Nayarit, Roberto Sandoval, quien enfrenta un juicio político del Congreso Local por desvío de 2,700 millones, manejo indebido de recursos públicos, enriquecimiento ilícito, encubrimiento y cohecho.

Ya que 30 parientes y amigos suyos fungieron como prestanombres, se exige al Congreso indague las propiedades de todos ellos en siete estados.

Y que investigue sus nexos con los narcos, pues Edgar Veytia, su colaborador muy cercano y exprocurador, fue aprehendido en San Diego, California, por delitos de tráfico internacional de heroína, cocaína, metanfetaminas y mariguana, y nadie le creyó que no sabía nada de eso.

No se descarta que 34 fosas con cadáveres descubiertas en Nayarit, vengan de la criminalidad que propiciaron Sandoval y Veytia.

Italia extraditó a EU a Tomás Yárrington, exmandatario priista de Tamaulipas, por narcotráfico y haber protegido al Cartel del Golfo, y su sucesor Eugenio Hernández, priista también, fue detenido en Ciudad Victoria por peculado y lavado de dinero y porque compró en 2007 un terreno de 1,700 hectáreas, en el municipio de Altamira, propiedad del estado, mediante prestanombres.

Según el gobierno de EU, Hernández y su cuñado Óscar Gómez también lavaron unos 30 millones de dólares, al parecer, fruto de sobornos del narcotráfico y los reclaman allende la frontera.

Al iniciar el gobierno de Peña la PGR olvidó las acusaciones a Eugenio, y  se le veía en el DF en la vía pública y en actos de PRI, como si nada; hoy es una gran piedra en el zapato del partido ante  la elección presidencial, y los votantes pueden cobrarle esas cuentas, junto con la corrupción, impunidad, inseguridad pública, auge de la criminalidad, la pobreza y la debacle económica.

¿De qué le servirá a Peña haber presumido en Paraguay una gran estabilidad política y económica de México, si aquí consuma elecciones de Estado y los programas sociales se emplean en favor de los candidatos del PRI?

 Que los priistas pidan a Dios que Trump no anule el TLC antes de la elección, pues nos iría como en feria: caerían más la economía, el peso y habría tal recesión, que no aliviaría la desmedida propaganda que se hace a las reformas estructurales de Peña, que no han dado ni darían los resultados cacareados.

Así Meade dejaría el campo libre Anaya y López Obrador, y Peña debería prepararse para  la cárcel, a no ser que los organismos y funcionarios anticorrupción que debe elegir el Senado, le sirvan de tapadera; lo que es probable con los votos de los senadores panistas calderonistas disidentes, comandados por Ernesto Cordero, el gran amigo del candidato del PRI.

llamascallao@hotmail.com

@chavafloresll

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