viernes, diciembre 13, 2024

TEXTOS EN LIBERTAD: Los suplementos de Benítez y las mafias culturales

José Antonio Aspiros Villagómez

 

(Segunda y última parte)

         El periodismo cultural tiene una larga historia en México. Aunque ya no toda la prensa, y menos aún todos los portales digitales, tienen secciones especializadas en cultura, esa información sigue fluyendo en paralelo con las tragedias que ocupan las portadas mediáticas y se las arregla para encontrar un espacio y llegar al público interesado.

         Se necesitaría algo infinitamente más amplio que este artículo para ofrecer siquiera una pálida idea de la importancia y vicisitudes que ha tenido en México este género informativo a lo largo de dos siglos, de lo cual sabe mucho el colega Humberto Musacchio, autor de Historia del periodismo cultural en México (Conaculta, 2007) y, cinco años después, de una ampliación del tema cuando publicó el primero de tres tomos monumentales de México, 200 años de periodismo cultural.

         Baste por esta vez, en seguimiento de la entrega anterior de Textos en libertad, con referirnos a La cultura en México, suplemento de la revista Siempre! creado por Fernando Benítez, y hacer notar que, así como ésta surgió porque su fundador José Pagés Llergo fue cesado en otra publicación tras poner una fotografía incómoda para la familia de Miguel Alemán, aquel nació cuando por una crítica al mismo ex presidente, Benítez fue despedido del diario Novedades donde tenía a su cargo desde 1949 la sección México en la cultura. La revista Siempre! “fue en su turno el fruto de una rebeldía semejante”, escribió Pagés en el primer número del suplemento.

         Benítez fue un incansable aunque polémico promotor de la cultura y obtuvo algunos premios por ello y por Los indios de México, su trabajo antropológico editado en cinco tomos. Cuando dirigió el diario El Nacional fundó el suplemento Revista Mexicana de Cultura (1947) y después los ya citados en Novedades y Siempre!, para continuar con Sábado en Unomásuno) (1977) y La Jornada Semanal (1987).

         En una extensa historia que escribió Carlos Monsiváis sobre La cultura en México (nueve páginas, Siempre! # 1758, 4-III-1987), dice como contexto que en los años 50 había escasez de publicaciones culturales y entre las pocas estaba el suplemento de Novedades, donde “los mejores querían colaborar y los peores se convencían, como siempre, de la existencia de una conspiración orientada específicamente en contra suya”.

         Por esa tácita exclusión, surgió la denuncia de que el grupo de Benítez era una mafia. Así lo menciona -aunque de manera críptica- el escritor argentino avecindado en México, Luis Guillermo Piazza (1922-2007), en su libro La mafia (1968).

         Para el veterano periodista y ex compañero en Notimex, Víctor Roura, esa y otras mafias culturales dependieron “directamente, para su sobrevivencia, de la cortesía gubernamental: desde Miguel Alemán Valdés hasta Enrique Peña Nieto” hubo un “consentimiento financiero” y “por eso la desavenencia actual, la muina, la incomprensión, el choque, el enfado”, ya que AMLO recortó esos apoyos (www.rdbitacoradevuelos.com.mx/2019).

EL FINANCIAMIENTO

         Cuando Benítez (junto con sus colaboradores) dejó Novedades, el presidente Adolfo López Mateos le ofreció medio millón de pesos para fundar una nueva publicación, pero él endosó la oferta a Pagés y con esa suma nació La cultura en México, un suplemento que, por la importancia que adquirió, ha merecido tesis de titulación y ensayos académicos.

La “relación idílica” con ALM duró poco, dice Monsiváis, porque en el suplemento se rindió homenaje a través de sus articulistas al líder campesino Rubén Jaramillo cuando fue asesinado junto con su familia (23-V-1962) y el gobernante, de quien ya se sospechaba la autoría intelectual, “se sintió insultado”. “El dinero no se había dado para usarlo en denuncias políticas de corte subversivo”, habría sido la razón gubernamental. Perdido el subsidio, “Pagés asumió los gastos íntegros del suplemento”.

Eso nos recuerda el caso del “no pago para que me peguen” de José López Portillo a Julio Scherer, director de la revista Proceso, en 1982.

         El suplemento de Siempre! también fue selectivo. Según una nota de Carlos Paul en La Jornada (20-XI-2011), el poeta y traductor José Emilio Pacheco dijo en las Jornadas de Periodismo y Literatura ‘Fernando Benítez’ 2011, organizadas por la UAM-Xochimilco, que sí “hubo muchos escritores que no publicaron porque los considerábamos muy malos” y tenían “todo el derecho a reclamar”, y que además “en el suplemento que hacíamos había 115 páginas semanales, y recibíamos mil, es decir, muchos se quedaban fuera”.

         En opinión de Monsiváis, aquel suplemento fusionó la protesta civil y la crítica cultural y optó por la “propuesta de una vida intelectual más crítica y moderna”, que “respondía al impulso de la Revolución Cubana”. En sus páginas destacaron Carlos Fuentes, Juan García Ponce y José Emilio Pacheco, además de una “notable lista de participantes en este movimiento de vanguardia” que incluyó a los refugiados españoles.

EL 68

         No obstante que La cultura en México simpatizó con la llegada de Gustavo Díaz Ordaz a la Presidencia en 1964 (según ensayo de Patricia Cabrera López, UNAM), Monsiváis señala que en 1968 la publicación tomó partido por los estudiantes y se incorporan al suplemento filósofos, politólogos, sociólogos y activistas políticos “que analizan semana a semana la situación”; otros autores se solidarizaron con Octavio Paz al ser cesado como embajador en la India por sus comentarios sobre el 2 de octubre, y tres semanas después de la matanza en Tlatelolco Benítez publicó en el suplemento algunas expresiones peligrosas entonces:

         “El ejército y la policía… provocaron como primera medida el pánico y luego desencadenaron una cruenta ofensiva que pudo muy bien haberse evitado (…) Los miembros del Consejo Nacional de Huelga fueron desnudados y vejados—cosa que no se hace ni con los peores criminales— (…) Los senadores y los diputados terminaron de cubrirse de oprobio (…) todos los mexicanos exigían pruebas de la conjura con que se trató de justificar una violencia tan irracional (…) Granujas y espías se han disfrazado de locos, de jueces y verdugos. La acumulación de hechos ignominiosos se hace insoportable (…) Nadie ha reconocido que el movimiento estudiantil— con todos sus errores— ha supuesto nuestra única posibilidad de verdadera renovación en cuarenta años…” (‘Los días de la ignominia’, La Cultura en México # 349, 23-X-1968).

         En su ensayo ‘Trascendencia del suplemento La Cultura en México’, Patricia Cabrera López (UNAM) se refiere a dos rupturas que hubo en el equipo de Monsiváis, y consideró que esa “ya no era la publicación donde se juntaban los intelectuales emergentes que también publicaban numerosos libros y artículos fuera del suplemento”.

         Ya no da el espacio para siquiera glosar los 15 años que Monsiváis dirigió el suplemento desde marzo de 1972 hasta marzo de 1987, y que fue la época en que se multiplicaron las publicaciones culturales. Lo relevó Paco Ignacio Taibo II, actual director del Fondo de Cultura Económica, quien renunció un año después tras confrontarse con la revista Vuelta, de Octavio Paz, y fue reemplazado por Margarita Michelena.

         En su caso, la renuncia de Monsiváis fue por “cansancio” y porque “el suplemento había perdido la exclusividad de ser vanguardia modernizante de las publicaciones cultural-literarias de México”, según declaró a Víctor Magdaleno, del periódico El Día (10-III-1987). En la extensa crónica de despedida, Monsiváis expresó su gratitud tanto a José Pagés Llergo, como a los directores artísticos del suplemento, José Rojo y Bernardo Recamier.

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