El planeta frente al cambio climático, las pandemias y otros desafíos del presente y el futuro
Tomás Miklos y Margarita Arroyo
Este texto se presenta a propósito del 50 aniversario de la publicación “Los limites del crecimiento” (“Limits of Growth”), forma parte de un libro con el mismo nombre que se encuentra en proceso de edición. “Los límites del crecimiento” es una propuesta prospectiva que nos ha mostrado a lo largo de más de medio siglo que la viabilidad del sistema ecológico está al borde del colapso. Nuestro artículo identifica de manera extremadamente sintética y comprensible, las mayores amenazas antropogénicas que ponen en riesgo la vida en este planeta. Esperamos que este texto contribuya a generar conciencia y motive a realizar acciones preventivas o precautorias entre nuestros lectores y el resto de los seres humanos para que los detentores del poder afronten el reto ecológico con visión de largo plazo, humanista y fraterna.
Los Límites del Crecimiento 50 años después
El 6 de junio del 2022 se cumplen 50 años de una publicación emblemática que mostró al mundo el alcance de un nuevo enfoque para mirar la realidad y que puso luz sobre un novedoso campo de conocimiento de las ciencias sociales: los estudios de futuro.
Limits of growth (1972) si bien no fue la primera publicación en la materia de un saber que ya tenia por lo menos tres décadas en desarrollo, si mostraba públicamente y globalmente el gran impacto que los estudios de futuro podrían tener y cómo este nuevo instrumental epistemológico podía convertirse en una herramienta útil al servicio de la humanidad.
Cuando en 1972 se publicó este estudio se tuvo clara conciencia, por primera vez con “evidencias científicas”, de que el desarrollo no podía ser simplemente lineal, que los recursos eran escasos y que de la sostenibilidad del planeta dependería la permanencia de la especie humana en él.
El Club de Roma y el estudio Los Límites del Crecimiento
El Club de Roma es una organización no gubernamental, compuesta por científicos, empresarios, economistas, funcionarios internacionales, actuales y antiguos jefes de Estado, “convencidos de que el futuro del género humano está aún por determinar y que cada ser humano puede contribuir a la mejora de nuestras sociedades”. Ver: www.clubofrome.rg
En 1970, el Club de Roma invitó un grupo de especialistas en sistemas del MIT, bajo la Dirección de Dennis Meadows, a “emprender el estudio de las tendencias e interacciones de un número limitado de factores que amenazan a la sociedad global”. El estudio se realizó utilizando la Dinámica de Sistemas para construir modelos de simulación complejos que relacionan y extrapolan múltiples variables.
Así mismo el Informe mostró que tener una visión de futuro es un acierto estratégico y permitió a los gobiernos y Estados del mundo y corregir tendencias catastróficas con la adopción de políticas públicas plausibles. Se cumplió con uno de los propósitos de la visión prospectiva: anticiparse. Pero no sólo eso, permitió unificar criterios para establecer políticas mundiales sobre, entre otras cosas, el control natal y la demografía mundial. Este estudió estableció las bases para incorporar el saber prospectivo a los procesos de planeación y generar una conciencia global sobre los grandes desafíos del hombre en su tránsito en la tierra. Coincidimos con los analistas en que este texto, precursor, pese a su limitaciones (se habló mucho sobre su base analítica y el modelo de relaciones del primer informe), hizo visible no sólo la catástrofe posible sino que sirvió para cambiar las tendencias de crecimiento y fincar las bases para diseñar una sociedad global que busque la sustentabilidad del planeta, a partir de una responsabilidad compartida por gobiernos, sociedad y personas. Se habló de un problema universal y común a todos: el crecimiento de la población y la producción de alimentos.
El estudio mostró el impacto en el tiempo futuro de las interacciones entre diversos elementos: el crecimiento de la población, la producción de alimentos, la industrialización, el agotamiento de los recursos naturales y la contaminación; lo que permitió establecer la ocurrencia de estas variables en el corto, mediano y largo plazos. Sin duda, las revisiones que se han hecho a este paradigmático estudio, 20, 30 y 50 años después, dejan ver que los retos planteados en el estudio original siguen vigentes. Aunque puede decirse que ahora se cuenta con mejores instrumentos analíticos para abordar fenómenos complejos, creemos que la situación no sólo no ha mejorado sino empeorado porque ahora el reto mayor proviene de una deriva histórica en la que el hombre, como especie y civilización, tiene la responsabilidad de mantener y hacer sustentable la vida en el planeta, ya no es una extralimitación sino un reto se sobrevivencia.
Los nuevos límites del crecimiento
Limits of growth (1972) y los libros posteriores: Beyond the Limits (1991) y Limits to Growth: The 30-Year Update (2004), Limits and Beyond: 50 years on from The Limits to Growth, what did we learn and what’s next? (2022) contribuyeron a entender las causas y las consecuencias a largo plazo del modelo de desarrollo y a aglutinar políticas a favor de medidas que contribuyeran a evitar lo que llamaron sus autores una “extralimitación” del crecimiento (overshoot sistémico). Tal como definen, extralimitarse significa ir demasiado lejos, rebasar accidentalmente los límites, sin intención. En toda extralimitación lo que se manifiesta es el crecimiento, la aceleración, los cambios rápidos que en el tiempo impiden el funcionamiento del sistema provocando un desfase o ”error de percepción en las respuestas encaminadas a mantener el sistema dentro de sus límites”.
Esta extralimitación en el crecimiento poblacional se liga a la “huella ecológica” que nos indica la limitada capacidad de carga que tiene el planeta. En palabras de los autores: “…la huella ecológica describe el impacto ambiental ejercido por la humanidad en la base de sus recursos y el ecosistema mundial”. Esta compuesta de tres elementos: la tierra cultivable, la tierra urbana y la superficie de tierra de absorción para neutralizar la emisión de contaminantes. El dato es que hemos sobrepasado en los principios del siglo XXI en un 20% la capacidad de carga del planeta.
Ahora tenemos nuevos límites y desafíos. Dos escenarios, dicen los autores en Limits to Growth: The 30-Year Update (2004): un colapso o un cambio de rumbo con políticas de mitigación que les llaman “correcciones suaves”. Su hipótesis señala que “el crecimiento de la población mundial y de la economía material confrontan a la humanidad con la posibilidad de una extralimitación que lleve al colapso. El tema se aborda examinando en primer lugar las fuerzas motrices que generan el rápido cambio global, después los límites del planeta y finalmente los procesos a través de los cuales la sociedad humana experimenta y responde a los mismos.”
En éste marco se habla de límites, éstos que refieren a la naturaleza y los recursos de la tierra, a lo que se llama fuentes renovables, no renovables, sumideros de contaminación y residuos que fijan los límites de sustentabilidad del planeta en términos de tasas producción y consumo de esas fuentes. En este marco emergen dos eventos que ponen al planeta en una situación límite: el cambio climático y las pandemias. En estos años recientes los indicadores nos muestran un aumento de las temperaturas en todos los continentes, el deshielo de los casquetes polares, la acidificación de los océanos y una desertificación que avanza, y que provocan catástrofes naturales que desembocan en catástrofes sociales como son las pandemias y éxodos migratorios reflejo de la desigualdad social y la sobre-explotación de los recursos naturales.
Los desafíos del presente y del futuro
El cambio climático: la voz de alerta de nuestro tiempo
El cambio climático representa uno de los más claros, contundentes y trascendentales asuntos en la actualidad, mucho más allá de la simple complejidad y amenaza potencial para nuestra sustentabilidad en el planeta y la del planeta mismo. De ahí la importancia y la urgencia de comprenderlo con la mayor actualización, acuciosidad y prospectiva posibles, así como de intervenir proactiva, estratégica y oportunamente sobre éste.
El cambio climático involucra la variación en el clima atribuible directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera global y se suma a la variabilidad natural del clima, observado en periodos comparables. La principal causa del cambio climático es el efecto invernadero provocado por algunos gases propios de nuestra atmósfera, por lo que es un fenómeno que ocurre de manera natural e indispensable para mantener una temperatura superior al punto de congelación. Sin embargo, las cantidades de dichos gases, han superado con mucho las que debieran existir en forma natural. El origen de estos gases en cantidades adicionales es principalmente la actividad humana.
Sin duda el cambio climático se ha configurado como el nuevo paradigma para referir los límites del crecimiento. Durante décadas ya , primero los científicos y luego los organismo supranacionales, ha advertido que sin medidas para controlar las emisiones de CO2 el futuro del planeta, y la humanidad están sin duda amenazados. Desde 1974, Mario Molina y Frank Sherwood nos alertaron que la emisión de gases clorofluorocarbonos (CFC) provocaría un agujero en la capa de ozono. Ya no cabe la menor duda: el dramático crecimiento del cambio climático en el mundo está directamente causado por las actividades antropogénicas de nosotros, los seres humanos, vinculadas con las emisiones de gases de efecto invernadero. Cabe referir tanto el Informe Anual del Estado del Clima, elaborado por más de 450 científicos de más de 60 países en coordinación con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, en en inglés), como los más reciente informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU: Cambio Climático 2022: Impactos, adaptación y vulnerabilidad y Cambio Climático 2022: Mitigación del cambio climático, este último advierte sobre lo mucho que queda aún por hacer: “En las próximas dos décadas, el planeta afrontará diversos peligros climáticos inevitables con un calentamiento global de 1,5 °C (2,7 °F). Incluso si se supera temporalmente este nivel de calentamiento, se generarán impactos graves adicionales, algunos de los cuales serán irreversibles. Se incrementarán los riesgos para la sociedad, en particular para la infraestructura y los asentamientos costeros de baja altitud”.
Es un hecho que nuestro planeta es un ente vivo, que cambia, que evoluciona, que se transforma o que se deteriora permanentemente. Por ello, el clima mundial evoluciona, cambia continuamente y esto es, en buena parte, consecuencia o derivación de la acción del hombre, de la humanidad en su conjunto. Las condiciones meteorológicas, ambientales y ecológicas del siglo XXI no son iguales a las del siglo anterior, ni mucho menos a las de otros tiempos. Tampoco lo serán en el futuro; lo único seguro del futuro es que será diferente al presente y al pasado. Es más, en vista tanto de la inercia como de la resiliencia del sistema holístico del desarrollo humano (tierra-océano-atmósfera-biósfera), al menos una parte del cambio climático futuro será inevitable, pero por otra parte, posiblemente no.
En el siglo XXI, dos tercios de la población vive ya con escasez de agua; el consumo global del agua aumentará y disminuirán las reservas de agua, considerando además que 75% se consume en la agricultura. Por otra parte, la producción de granos tendrá que aumentar y se tendrá que revertir la desertificación de las zonas agrícolas e introducir innovaciones tecnológicas que permitan usar nuevas fuentes de energía. Los sistemas eléctricos serán más eficientes que la energía química y se regionalizará bajo la perspectiva de nuevas y diversas fuentes de energía.
El aumento en la temperatura en la tierra tendrá efectos inmediatos en la agricultura y en las tierras húmedas, lo cual modificará sus sistemas y técnicas productivas. Se tendrán que crear sistemas que detengan/contengan el calentamiento global y creen instrumentos innovadores que permitan enfrentar los efectos negativos que ya se viven.
Las pandemias; la alarma relevante
Los prospectivas nos vienen anunciado, al menos desde principios de siglo, que las amenazas de las enfermedades infecciosas se incrementarían en el futuro. Fundamentalmente aquéllas que provienen del intercambio comercial y social del mundo globalizado. Tales como el VIH, hepatitis C, TB, Influenza, estaphylococus aureus y ahora la Covid-19. Y ahora sabemos que esta pandemia forma parte de los desastres naturales que se han incrementado en los últimos 30 años: inundaciones, huracanes, sequías, erupciones volcánicas, terremotos, desplazamientos de tierras, hambrunas y por supuesto, epidemias y pandemias. La frecuencia de estos eventos, cada día mayor, indica que seguirán aumentando como síntomas de la depredación del sistema ecológico. Estamos en los preámbulos de la sexta extinción, aquella que el hombre ha fabricado desde el fin de la era medieval; tiene que ver con el modelo productivo, el modo de producción que ha violentado la ecología del planeta y abierto la caja de pandora con sus jinetes del apocalipsis. Es el legado de dos siglos de acelerada industrialización y extractivismo a grados extremos y se encarna en una economía planetaria de corte neoliberal.
El paradigma de la globalización ha impuesto la movilidad transterritorial de todo y de todos como una condición para operar el sistema de mercado capitalista en todo el mundo. Pero este propósito, cumplido, no modificó su relación con la naturaleza, la cual siguió siendo utilitaria, depredadora; desde el libre tránsito de las mercancías del siglo XVI hasta economía 4.0 del siglo XXI. Como señaló el sociólogo catalán Manuel Castells, la difusión masiva del virus no puede entenderse “sin la globalización incontrolada en la que se basa nuestro sistema económico y nuestra forma de vida. La globalización, que ha dinamizado la economía mundial y ha contribuido a la mejora de las condiciones de vida de una cuarta parte de la población, también ha creado una interconexión para cualquier proceso, sea el terrorismo, el cambio climático o epidemias antes localizadas”: https://www.lavanguardia.com/opinion/20200321/474278473999/tiempo-de-virus.html.
El virus se transporta rápido en las complejas redes de comunicación del comercio. Todos los sistemas de salud entran en crisis, no solamente México, porque no están centrados en el bienestar sino la productividad de las empresas cuyos beneficios no se reparten ni se distribuyen con criterios de salud y bienestar. Si bien la inteligencia artificial, las neurociencias y las TIC han aportado conocimientos maravillosos, estos no están disponibles para toda la sociedad y muchas de sus tecnologías han contribuido a deteriorar el medio ambiente y violentado la evolución de la sociedad y de la vida.
En Davos (2020) los líderes de la sociedad redactaron un manifiesto para responder a los desafíos actuales, proponen un capitalismo de stakeholders donde las empresas repartan sus beneficios justamente, paguen impuestos de acuerdo a sus ganancias y erradiquen la corrupción. Creemos que la propuesta es insuficiente y que la maximización de los beneficios no garantiza una mayor equidad social y un compromiso para conservar la vida en todas sus formas. La pandemia del Covid-19 exhibió que el modo de producir, distribuir y consumir mercancías sin límites trae no sólo más desigualdad social sino daños a los recursos naturales que podrían ser irreversibles y que se expresan en catástrofes como las pandemias, la enfermedades por mal comer y mal vivir: sólo una octava parte de los habitantes de la tierra viven en un Estado de Bienestar; y menos del 1% de la población posee la riqueza del mundo (Krugman).
¿Qué hacer?
El Covid-19 ha dejado en evidencia las fragilidades de las organizaciones públicas para abordar con eficiencia y eficacia, las crisis de salud pública y las económicas. Ello es principalmente grave en nuestra región, cuyas características son la desigualdad social, la corrupción y políticas públicas de bajo rendimiento. Nuestra modernidad inconclusa exige nuevos enfoques que permitan observar con mayor profundidad los riesgos globales en las sociedades locales.
En nuestras sociedades actuales, de tanta incertidumbre y riesgos, es relevante entender la emergencia de nuevos miedos sociales referentes a variables tan concretas como la economía, el desempleo, el cambio climático, las migraciones, la inseguridad ciudadana y la corrupción política. Estas incertidumbres y riesgos se han amplificado en un contexto de pandemia que generan enormes consecuencias en nuestros modos de vida y en las instituciones políticas.
Para afrontar este porvenir que se ofrece adverso conviene rescatar y revalorar los conceptos de de sustentabilidad “desarrollo durable” como instrumentos para diseñar un nuevo paradigma social. Recordar que este concepto nace de una nueva interpretación del desarrollo sustentable que apareció en el Reporte de la Comisión Mundial del Medio Ambiente (Reporte Brandtland). En ella se agrega a los aspectos tecnológicos y energéticos originales, conceptos adicionales de desarrollo humano y desarrollo social y societal, y no pretende una situación o escenario estático o fijo, sino un proceso de transformación permanente y adaptativo. Ello conjuga lo más armónicamente posible, la explotación de recursos, la selección de inversiones y la orientación de los cambios tecnológicos institucionales y organizacionales, tanto con las necesidades coyunturales como con las del porvenir, enfatizando preferentemente la visión prospectiva del largo plazo y de la holística.
En suma, volver a establecer una relación no interventora sino sustentable con la naturaleza y recuperar nuestra humanización basada en la obligación ecológica de sostener la biodiversidad biológica y cultural.