Pablo Cabañas Díaz.
María de Lourdes Grobet Argüelles, conocida como Lourdes Grobet (1940), es una fotógrafa mexicana. Su obra se basa en la temática de la lucha libre. Estudió en la Universidad Iberoamericana, Diseño Gráfico y Fotografía en el Cardiff College of Arte y Derby Colegio de Educación Superior en Inglaterra.
En su familia se tenía el gusto de asistir a las luchas, sin embargo, su papá no le permitía ir a este tipo de espectáculos, ya que no era considerado apto para mujeres. Su padre, quien era deportista, no la quiso llevar a las luchas de niña por ser mujer, así que con su cámara al hombro, decidió ir a la Arena Coliseo y sacar algunas fotos. Ahí, según sus propias palabras: descubrió el verdadero México urbano. Se le fueron abriendo puertas por lo que logró documentar al público, en especial a las mujeres, los trabajos que tenían que hacer para completar su ingreso, los bailes, sus casas, se pasaron los años hasta que editó dos libros sobre el tema.
La fotografía de Lourdes Grobet muestra el mundo de la lucha libre. Permite observar más de cerca a los luchadores y el delirio del público. En la serie de fotografías llamadas: Ella dejó de lado el ring para enfocar su atención en los asistentes, encuadrándolos siempre en grupo, capturando sus diversos gestos provocados por las emociones que se desprenden de una función. Se ven las sonrisas, la cara de preocupación de una abuela que mira la lucha libre mientras un niño duerme en sus piernas; se aprecian hombres, mujeres y niños; ellos conforman el mundo de la lucha libre que reúne a familiares y amigos en la arena. Al observar las fotografías de esta serie uno podría reconocerse a sí mismo sentado entre la concurrencia. Recuerda que fue un escándalo la primera vez que tomaba fotos en la Arena Coliseo, pero ahí estaba el “verdadero México. Yo dije: aquí me quedo”, y así fue durante tres décadas en las que recibió importantes lecciones, la más importante: la humildad, venida del ejemplo, “El Santo”, “el hombre más famoso de este país. “El Santo” me dio una lección de generosidad, él era consciente que se debía a su público y después de hacer una toma tras otra para una película, nunca negó un autógrafo”.
A través de sus fotos, nos presenta al mundo de la lucha libre que no sólo está en la llamada plancha de los sacrificios, también está en el día a día de los luchadores. Grobet hace un acercamiento a estos personajes, los desmitifica y los retrata como madres y padres de familia. Sin duda, dedicarse a ser luchador significa estar expuesto a la mirada del público cuando se está sobre el cuadrilátero; pero Grobet los muestra dentro de sus casas, en el seno familiar que acontece en la esfera de lo privado. Esto permite conocer a los luchadores través de los objetos que resguardan. Trofeos y sillones cubiertos con telas aterciopeladas donde posan acompañados por algún familiar dentro de sus casas; la imagen de la Virgen de Guadalupe, las fotografías de la celebración de los quince años y los retratos de los luchadores, decoran las paredes de sus habitaciones y salas. Las luchadoras aparecen con el mandil puesto y dando el biberón a sus hijos. Sin duda, la lucha libre se convirtió en la materia que la haría mundialmente conocida. Este deporte en México, más que un simple espectáculo de coreografías, habla de la esencia de un pueblo.