lunes, diciembre 30, 2024

LIBROS DE AYER Y HOY: Violencia y radicalismo, la sinrazón de los pedigüeños

Sectores se desatan ante la apertura y no han aquilatado que la represión no se se da, porque hay otro tipo de gobierno

Teresa Gil
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

En los últimos días tres hechos violentos protagonizados por grupos, se salen del marco de la prudencia política por los comportamientos extremos de sus protagonistas. Se trata de las protestas de la CNTE contra AMLO en Chiapas, la de los panistas-priístas en la Ciudad de México y la actitud de migrantes al exigir con golpes y empujones su paso a Oaxaca. En otro aspecto dejo la brutalidad de un miembro del INM al golpear con su zapato la cabeza de un migrante. Las tres reacciones masivas mencionadas arriba aparentemente no tienen conexión por los orígenes de los integrantes, un conglomerado radical de maestros, el derechismo de alcaldes y legisladores representado en la capital y la exigencia injusta de grupos migrantes para atravesar el país, sin someterse a investigación migratoria ¿Que hay detrás de esa coincidencia de situaciones? Aspectos que por cierto se pueden hermanar con la violencia que ejercen grupos de feministas en marchas en la capital y otros sitios del país y la beligerancia que han tomado sectores para invadir sedes y destruir documentos y mobiliario.

LA APERTURA Y LOS CAMBIOS ELIMINAN TEMOR Y DAN PIE A RADICALISMOS
Siempre se ha dicho que durante el gobierno de Madero se dio mucha ligereza en las conductas y hasta medios y simpatizantes rebasaron la línea del respeto. Es común señalar que en gobiernos abiertos, el número de protestas aumenta y hay más huelgas y más denuncias. La gente se siente con beligerancia y a veces rebasa la raya. El temor a la tiranía, a las dictaduras, a los gobiernos férreos, ha pasado y se sienten a sus anchas. Es parte del desahogo de la gente que ha vivido limitada en sus vidas y expresiones, pero no hay la prudencia todavía, para aquilatar la libertad que tienen y abusan de ella. Por eso en gobiernos como el actual en México, a sabiendas de que no habrá represión desde arriba, (aunque algún bruto se desbalague como acaba de ocurrir en Chiapas y si sea detenido), actúan como si el gobierno fuera débil y se le puede hacer tonto. En otros gobiernos, en los tres casos mencionados arriba se hubiera ejercido autoridad de muchas maneras y el mejor ejemplo sale a relucir en este momento cuando se crea una comisión de la verdad sobre la guerra sucia, para investigar aquellos casos violentos del pasado contra disidentes, que muchos recordamos. En ocasiones, cuando feministas destruyen y agreden en sus marchas, se le ha pedido a Claudia Sheinbaum que aplique protocolos aceptados por la ONU, lo cual sería legítimo, pero ni siquiera eso ha querido hacer. Tanto AMLO, como la jefa de la CDMX y otros gobiernos morenistas hacen uso de ese comportamiento, salvo algunos casos extremos como ha ocurrido en Chiapas con los normalistas, en los que se han aplicado esos protocolos.

LAS HORAS VIOLENTAS PARTE DE ENTORNOS PASADOS, QUE SE ACTUALIZAN
La violencia que aparece en el país desde muchos frentes exhibe entornos criminales creados al amparo de la complicidad, injusticias prolongadas, abusos partidarios, falta de atención, pobreza y muchas cosas más que se insertan en un país que fue dejado al garete. La llamada responsabilidad del estado omite señalar fechas de esa responsabilidad, de ahí que organismos internacionales y grupos opositores se ensañen con los que ahora gobiernan cargando culpas. Mucho se ha escrito al respecto, En su libro Las Horas violentas ( editorial Planeta 2014), Luis Spota ya presenta lo que se veía en el tiempos en que escribió su novela, 1981. El escritor y zar de los deportes, presenta un panorama de lo que era México en su época, describiéndolo desde los 20 años ( 1945) cuando ya el sistema tomaba sus reales y se expresaba de muchas maneras. La mencionada novela se refiere a una huelga en la que se mezclan frente a trabajadores y personajes honestos, la corrupción de líderes y empresarios, vinculados a intereses políticos. Es una novela como todas las que escribió, certera en ciertos sentidos, aunque con toques pocos sensibles “ausente de matices” como dicen sus biógrafos, en un lenguaje y expresiones un poco ríspidas. Spota periodista también y fotógrafo en su momento, estuvo ligado al poder priísta del que volcó parte de sus definiciones en sus libros. Escribió 30 de ellos y murió a los 59 años en 1985. La Cedart lleva su nombre en homenaje y calles y escuelas también lo reflejan. Es poco leído en este tiempo:

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