Por Mouris Salloum George
La gestión pública es un término que nació en 1812 en la era Napoleónica en Francia, para modernizar, desarrollar y rectificar; la palabra viene de gestar, por eso el gestor es quien tiene la capacidad de crear y hacer que las cosas funcionen, así como gestión es la administración de los recursos públicos, es decir, la administración de las cosas de todos.
El análisis y la difusión de las bases legales del control de los recursos públicos, contribuyen a comprender mejor los propósitos fundamentales de este instrumento, tan importante para afirmar la orientación del desarrollo que ha fijado el pueblo (la polis decía Platón). La revisión cuidadosa de las leyes que regulan y definen el marco operativo del control, permite entender a éste, no como una actividad aislada que solo busca comprobar cuantitativamente la correspondencia entre el ejercicio de los fondos públicos y los programas autorizados por el Congreso, sino como un mecanismo que ofrece, también, elementos cualitativos para retroalimentar las estrategias del desarrollo nacional.
El gran engranaje, es la maquina maquinorum, y se requieren hombres muy capaces de manejar esta máquina compleja (la administración de las cosas de todos), por eso al que la trabaja se le llama funcionario. El origen semántico del servidor público, es quien tiene el sentido del servicio, pero falta el know how, para entender cual es tu misión con esta gran máquina que te estamos dando para que produzca un servicio, el bien público y cómo rindes cuentas de tu misión.
Así, llegamos a la ética pública de los servidores públicos, que son los que tienen vocación de servicio y una conducta intachable y pasan los exámenes sobre la ética pública, pues el hombre tiene presiones, es concupiscible, que significa inclinado hacia el mal, y por ello hay que poner todos los controles para que esto no suceda; ir afinando cada uno de los engranajes, desde la percepción hasta la impartición de justicia con la evaluación de las políticas públicas, ya que una política pública es la respuesta a los problemas públicos, la búsqueda de cómo solucionar los asuntos crónicos y los asuntos críticos.
El dilema entre la virtud (de Maquiavelo) y la corrupción, es que no hay un gran talento sin un poder de voluntad, pues lo difícil no es sentarse y poner atención, sino levantarte y tomar medidas. Y es un clamor nacional, el combate a la corrupción, la reforma administrativa y aplicar en toda su esencia, una política de austeridad.
La corrupción es el arma de la mediocridad, porque el dinero se halla incubado hasta en los sentimientos más nobles, los hombres que solo aman el dinero por el dinero y los que lo adoran como un símbolo, o los que lo buscan como medio para otros fines, cambiar la juventud en tenacidad, la inteligencia en astucia, la confianza en falsedad la belleza en vicio y la audacia en hipocresía.
En este marco se inscribe la llegada a la Secretaría de la Función Pública, del Tlaxcalteca Roberto Salcedo Aquino, formado académicamente en la carrera profesional del Presidente Andrés Manuel López Obrador, bajo la tutela del Dr. Enrique González Pedrero, su mentor en la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y con Maestría en Acatlán, a quien incorpora como su Secretario Particular en el Gobierno de Tabasco, donde también ocupó la Delegación Regional de la Secretaría de Programación y Presupuesto, posteriormente Oficial Mayor en tres Secretarias, de Desarrollo Urbano, Relaciones Exteriores y Gobierno del extinto Distrito Federal. Es Auditor Certificado en Fiscalización Superior, en tactiología para la evaluación de las políticas públicas, durante su largo tránsito por la Auditoria Superior de la Federación, lo que nos permite presumir que es un hombre íntegro, honesto profesional de la Administración Pública, experto en la fraxiología metodológica, por la rendición de cuentas y la fiscalización superior, recibiendo por el INAP, la Medalla al Mérito Administrativo.
Su reto, es lograr una buena política pública contra la corrupción, bajo cuatro tratamientos, la previsión, la detección, la procuración de justicia y la impartición de justicia.
Víctor Hugo, en el funeral del gran creador de la Comedia Humana, Honorato de Balzac, dijo: A partir de ahora, los ojos de los hombres, se volverán a ver los rostros, no de aquéllos que han gobernado, sino de aquellos que han pensado”. Demosle el beneficio de la duda a Roberto Salcedo Aquino, Secretario de la Función Pública.