Adrián García Aguirre / Mérida, Yuc.
* Dividido en secciones, a lo largo de mil 500 kms.
* Son la selva, el Golfo de México y Mar Caribe.
* Inversión pública y privada como en el pasado.
* Capitales nacionales y extranjeros, al modo del porfiriato.
* La idea de explotarlo turísticamente no es nueva.
* Hay que generar ingresos y recursos para los indígenas.
Para el trazado y construcción del mal llamado Tren Maya –que no es maya, según antropólogos físicos y arqueólogos reconocidos-, se tiene contemplada la división en tres secciones: la selva con 426 kilómetros, el Golfo con 653 kilómetros y el Caribe con 446 y su costo aproximado va de entre los 120 a los 150 mil millones de pesos.
El financiamiento como hace más de un siglo, será con inversión pública y privada durante los cuatro primeros años planeados de construcción, en la que ya se han apuntado capitales de China, Estados Unidos y las más poderosas firmas constructoras nacionales, entre ellas Grupo Carso de Carlos Slim.
Guardando similitud con lo ocurrido en el porfiriato donde se financió la mayoría de la construcción de los ferrocarriles con inversión nacional y extranjera directa privada, quienes dirigen el proyecto peninsular aseguran que están tomando en cuenta el hecho de que México es el sexto más visitado del mundo.
Son 39.3 millones de turistas, según datos del barómetro de la Organización Mundial del Turismo (OMT) y, citado en la página de la Secretaría de Turismo de México, el tren explotaría una de las principales regiones de riqueza cultural en el mundo donde se asentó la cultura maya en la península de Yucatán.
Se tiene contemplado que el Tren Maya transporte pasajeros nacionales e internacionales, así como carga en la ruta proyectada de Cancún, Quintana Roo, hacia Palenque, Chiapas, en donde existen tramos que fueron instalados en el porfiriato, los cuales unen Mérida, Maxconú, Campeche, Escárcega, Tenosique y Palenque.
Se estarían construyendo los segmentos para unir Izamal, Chichen Itzá, Valladolid y Cancún, y la otra ruta iría de Cancún a Escárcega, enlazando Puerto Morelos, Playa del Carmen, Tulum, Bacalar Xpujil y Calakmul, uniéndose para llegar también a Palenque.
En el plano turístico, la idea de hacer un “polo de desarrollo turístico” en el sur y sureste de México no es nueva: en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari surgió el “Proyecto Mundo Maya” retomado por la administración de Felipe Calderón, proyectos que tienen coincidencias en diferentes contextos.
El investigador de la Ruhr-Universität Bochum en Alemania, Hans Bouchard, escribe en su ensayo “El proyecto del Mundo Maya: conceptos del desarrollo entre cultura, identidad nacional y pobreza (2017)” que la propuesta fue pensada en 1988; pero efectuada en 1992 a través del Convenio Constitutivo de la Organización del Mundo Maya por Belice, El Salvador, Guatemala, Honduras y México.
Señalaron como objetivo la conservación del patrimonio cultural y la generación de ingresos y recursos para las comunidades indígenas en el ámbito del turismo, retomándose en 2012 solo para México con la promoción “Pasaporte Mundo Maya 2012” con nuevas inversiones por 300 millones de pesos.
Se planeaba para abrir nuevos museos y sitios arqueológicos en el “Mundo Maya” mexicano ofreciendo diferentes servicios en Campeche, Chiapas Quintana Roo, Tabasco y Yucatán.
Sobre la viabilidad del proyecto actual del Tren Maya, el Director General del Centro Mexicano de Derecho Ambiental, A.C. (CEMDA), Gustavo Alanís Ortega, estableció que hay algunos requisitos fundamentales que se deben tomar en consideración.
Mencionó que se debe cumplir con el procedimiento de evaluación del impacto ambiental considerado en la Ley Ambiental Federal para que los efectos que se deriven sean “prevenidos, minimizados, mitigados y compensados en tiempo y forma”.
Asimismo, Alanís Ortega recomienda que, dentro de este procedimiento, se efectúe la consulta y la reunión pública de información inmersa en la misma Ley, además del cumplimiento de varios estatutos, reglamentos y disposiciones nacionales e internacionales sobre ecología, fauna silvestre, entre otras.
Entre las críticas al proyecto sexenal por parte de numerosos sectores, hay un amplio camino por recorrer para la administración de López Obrador, que ha puesto todo su empeño gubernamental para sacar adelante ese proyecto, la construcción de la refinería de Dos Bocas y el Corredor Transístmico de Tehuantepec.
El 29 de enero de 2019, el director del Fondo Nacional de Fomento al Turismo, Rogelio Jiménez Pons, dijo para marzo de 2020 estarían listas las tres primeras licitaciones para la construcción del Tren Maya con un valor de tres mil millones de dólares.
Los tramos en cuestión serían los de Palenque, Escárcega y hasta la frontera con Yucatán y Chichen Itzá, y también dijo que ya hay negociaciones con diversas empresas de Europa, Asia y Canadá que, no obstante la falta de garantías jurídicas para la inversión extranjera, manifestaron cierto interés de participar en el proyecto.
Algunos tramos del Tren Maya y la construcción de la mayoría de los kilómetros de vía de la actual red tienen un origen común: el porfiriato, proyectados con objetivos casi similares, pero con diferentes perspectivas y con distintos desafíos: “El tiempo arrojará los datos para evaluar su desempeño e impacto”, anunció Jiménez Pons.
Hay imágenes antiguas comparativas que muestran los pequeños carritos ferroviarios de vía angosta y de madera, que nos quedan como recuerdo de la iniciación de México en las rutas del progreso eterno, con las mismas vías y durmientes colocados antes de la llegada de Maximiliano de Habsburgo, en junio de 1864.