Luis Carlos Rodríguez González
La violencia en México está desbordada. No es nueva, viene desde la fallida guerra contra el narco de Felipe Calderón, la corrupción desbordada en el sexenio de Enrique Peña y ahora dos años de apapachar a los criminales bajo la premisa de “abrazos y no balazos” dejándoles la cancha libre, no sólo al soltar a hijos de capos, sino con la impunidad del doble discurso de que aquí ya no hay masacres.
Lo ocurrido en Camargo, Tamaulipas, el pasado 22 de enero, por más que la titular de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quiera matizar y señalar que no es algo comparable con las fosas de San Fernando, son la prueba de que una década en el país nada ha cambiado cuando se trata de ocultar la corrupción, las redes de policías de todos niveles, agentes de migración con el crimen organizado, en este caso con el tráfico de migrantes.
Entre las 19 víctimas de Camargo, al parecer masacradas por policías de Tamaulipas y con redes que señalan a funcionarios del Instituto Nacional de Migración (INM), hay al menos 14 guatemaltecos que buscaban el sueño americano. Entre ellos, Marvin Alberto Tomás, de 22 años, futbolista profesional en Guatemala, de la tercera división, apodado El Zurdo por sus habilidades.
Era parte, hasta hace algunas semanas del Club Juventud Comiteca. Pero como en todos los países, incluido México, los salarios para estos deportistas son insuficientes para mantener a una familia con la del joven futbolista, integrada por su madre y cuatro hermanos menores.
Nunca pensó que el juego más peligroso de su vida no estaba en una cancha de futbol, más bien en un país impune donde todos los días asesinan, desaparecen y masacran a jóvenes mexicanos o extranjeros como él. Pero aquí no pasa nada, no hay masacres, afirman desde Palacio Nacional.
Por cierto, ni desde el pulpito presidencial, ni vía las redes sociales en sensajes, ni tampoco en la cancillería a cargo de Marcelo Ebrard, ni media palabra de la masacre de Camargo, no existe, no importa.
No es el único caso que involucra a futbolistas-migrantes con la violencia en México. A finales de septiembre el cadáver del joven jugador cubano de fútbol Alessandro Amador Triana fue localizado con huellas de tortura en el municipio de Cuautla.
Amador Triana, de 21 años, quien recientemente había sido contratado por el equipo profesional de segunda división Los Arroceros de Cuautla, terminó su carrera no por una lesión, no por el retiro, sino por la violencia impune en el país. Hasta la fecha no hay detenidos por el c aso.
“Hoy nos encontramos muy tristes y consternados por la terrible perdida de nuestro jugador, amigo y compañero Alessandro Amador Triana El Cuba, no tenemos palabras para expresar este terrible hecho, hoy no perdemos solo a un gran jugador, perdemos a un amigo, un hermano en la rectángulo verde, te nos adelantas Cuba”, publicó el club Los Arroceros en sus redes sociales.
Los jóvenes futbolistas, casi niños, mexicanos también están en medio del fuego cruzado de los criminales y el discurso alcahuete de los “abrazos y no balazos”.
A principios de septiembre y como parte de la normalidad de los últimos tres sexenios, donde cada día asesinan a 7 niños en el país, Diego Miranda, futbolista de 15 años y promesa del Club Braxter, fue asesinado en Cuernavaca, Morelos. Como en tiempos de Calderón, ahora en el gobierno de López Obrador, el menor fue un daño “colateral”, que no una masacre, donde asesinaron a siete personas durante un velorio.
De este lado del Muro. Pues hablando de la impunidad y burocracia ante la pandemia, donde pronto oficialmente rebasaremos los 170 mil muertes, la secretaria general del PRD, Adriana Díaz Contreras, propuso avanzar en al menos tres temas de cara a la crisis sanitaria, económica, de seguridad y política.
“Propongo trabajar en el control urgente de la pandemia por Covid-19, integrando un Frente Nacional Contra la Pandemia entre todas las fuerzas políticas, todos los poderes ejecutivos de las entidades y todos los gobiernos municipales, y crear las condiciones logísticas y de infraestructura para que las brigadas de vacunación trabajen sin obstáculos”. Tal Cual.