Fernando Irala
La inesperada captura en territorio estadounidense del exsecretario de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos, es sin duda el más severo golpe del sistema de justicia de ese país contra algún connacional.
Antes, es cierto, había ocurrido el arresto de Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública en el gobierno del expresidente Felipe Calderón.
Pero éste era un civil, y ahora se trata del militar de más alto cargo, de quien fuera jefe de las Fuerzas Armadas mexicanas.
Pronto se sabrá en qué se basan las acusaciones que sustentan su detención, pues hasta el momento todo son básicamente especulaciones.
La acción resultó tan sorpresiva, que las primeras reacciones del gobierno mexicano acusaron desconcierto y falta de reflejos. Aunque hay quien sostiene que en los altos niveles se sabía con días e inclusive meses de antelación, eso no se notó en las declaraciones iniciales.
Hasta el primer intento de deslinde, en que se anunció que los mandos que estuvieran involucrados con el general hoy en desgracia serían retirados del ejercicio, luego ha debido ser matizado, pues si se piensa bien toda la estructura de mando de la Defensa estuvo en manos del acusado, empezando por quien ahora la encabeza.
Las consecuencias de lo ocurrido son imprevisibles. Falta por ver qué tan sólido es el caso, y en caso de serlo, a quiénes alcanzará.
En lo inmediato, hay también quien le ve tintes de rendimiento electoral para el presidente norteamericano, al que las encuestas ubican consistentemente por debajo de su rival demócrata. Si esto resultase cierto, ello explicaría que ni siquiera enteraran a las autoridades mexicanas de la operación hasta estar ejecutada, como aparentemente ocurrió.
Desde siempre, la estrategia del gobierno de aquel país es combatir a los narcotraficantes al sur de su frontera, pues por alguna mágica razón, allá no se ubican capos ni crimen organizado.
Con dos peces gordos en sus redes, García Luna y ahora Cienfuegos, el gobierno de Trump puede presumir de grandes éxitos en el desmantelamiento de las redes y las complicidades de los traficantes al más alto nivel.
Sobre todo, cuando estamos a un par de semanas de la jornada electoral estadounidense.
No podía haber golpe más oportuno.