Mouris Salloum George
Si el coronavirus mata, como está científicamente comprobado, también tiene capacidad de convocar a algunas resurrecciones. En México, por ejemplo, vemos flotar el espíritu de John Maynard Keynes.
Una advertencia obligada: Desde 1980, en Palacio Nacional se clasificó como libro maldito las copias de Teoría General del empleo, el interés y el dinero. En Palacio Nacional estaba instalada la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP). Ahí se incubó La familia feliz, que se mudó a Grupo Compacto y terminó como Generación del cambio.
La SPP produjo tres presidentes al hilo, los tres reprogramados en universidades de los Estados Unidos: Éstos desecharon las ideas de Keynes y adoptaron como libros de cabecera los manuales de Milton Friedman: Libertad de elegir, teoría de la función del consumo, etcétera. Ahí comenzó el corrido del Estado neoliberal mexicano. Remolón ahora, cuando se le invita a retirada.
Es absolutamente probable que algunos Estados de Europa, que no abandonaron, sino profundizaron, el Estado de bienestar, se gratifiquen del acierto de sus viejos conductores de cara al espantoso paisaje que nos está dejando el Covid-19 en el resto del mundo occidental.
Stiglitz: Volver al sistema antiguo dañará la recuperación
El primer párrafo de esta entrega amerita una acotación: La invocación a Keynes no corre a cargo de Los hombres del Presidente ni del presidente mismo; de por sí satanizado como populista.
Reminiscencias del Estado de bienestar no las trae a México la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional, algunos de cuyos gestores e investigadores proponen acciones alternas a las acedas recetas neoliberales.
En esa nómina aparece un viejo conocido de México: Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001. Algunos de la cuarta transformación debieran buscar y leer su ensayo sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en el veinte aniversario de esta declaración de capitulación mexicana y la devastación del campo mexicano.
A reserva de volver al tema, adelantamos que, a la luz de los destructivos impactos del coronavirus en la economía internacional, los talentos de la Comisión Independiente salen al paso a la aberrante sugerencia de, en nombre de la austeridad, reducir el gasto del Estado para remontar la emergencia.
Por lo contrario proponen gravar los beneficios extraordinarios en sectores oligopolizados, cuyas ganancias van a dar a los paraísos fiscales.
Stiglitz lo dice concretamente con estas palabras: De hecho, es necesario fiscalizar a las grandes ganadoras de esta crisis, las tecnológicas, porque la magnitud de recursos que se necesitan en la coyuntura actual y el riesgo de no gravar lo suficiente es 100 veces mayor que en 2008 y 2009, cuando ocurrió la crisis financiera mundial. Volver a un sistema injusto dañará la recuperación.
Caemos de nuevo en la convicción: tienen ojos y no quieren ver; tienen oídos y no quieren oír. ¡Qué pena!
(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.