Diego Juárez Chávez,
Jaime Pérez Dávila,
Jorge Pérez Gómez y
Rafael Serrano Partida.
En este documento se hace un repaso somero de la situación de los medios de comunicación mexicanos, a partir de poner atención a dos casos relevantes que interesan a los expertos en el funcionamiento del periodismo y en el comportamiento profesional de los periodistas.
Al final se adiciona una consideración final que puede ser de utilidad en un debate serio y profundo respecto de la probable emergencia de un nuevo orden informativo.
1. Consideración inicial.
Figura 1. Evaluación de Instituciones frente al Covid-19 en la 14ª. Encuesta de Consulta Mitofsky
Fuente: MITOFSKY_Coronavirus _14EncuestaNacional_11Mayo20.pdf
La decimocuarta encuesta nacional El coronavirus en México realizada por Consulta Mitofsky del 8 al 10 de mayo del 2020 arrojó un resultado poco atendido por los analistas políticos y los expertos en comunicación: el 80 por ciento de la población considera de regular a malo el desempeño de los medios de comunicación durante la emergencia sanitaria, sólo el 18.8 por ciento evaluó como bueno su papel.
En la encuesta citada no sólo se evalúa a los medios sino a un conjunto de instituciones y comparativamente, si se toma en cuenta el contraste entre la calificación bien-mal, los medios (18.8-38.7 por ciento) aparecen en el penúltimo lugar por abajo incluso de las redes sociales (29.6-25.1), gobernadores estatales (26.8-40,9 por ciento), los empresarios (25.8-31.3 por ciento) y las autoridades municipales (22.9-40.1 por ciento) como se puede observar en la figura 1.
Desde luego esta encuesta no debe ser el único referente en el análisis serio del periodismo y de los medios de comunicación en el marco de la Cuarta Transformación de la Vida Pública de México. No obstante, sí puede ser un pretexto con vistas a iniciar una discusión amplia, profunda y científicamente fundamentada del papel de medios, periodistas y de los diversos agentes de comunicación vinculados con el entorno político y con la construcción de información a propósito del acontecer público.
Dos hechos llaman igualmente la atención y requieren un discusión sólida, argumentada y con datos respecto del contexto para explicar la situación actual del ecosistema de comunicación en México en relación con los grupos de poder formal e informal, los intereses de las propias empresas periodísticas, la agenda de transformación política en el contexto de un nuevo orden internacional, y con los diversos grupos sociales del país:
El primero es la controversia acerca de la forma en la que Aristegui Noticias atiende informativamente algunos temas de la agenda pública.
El segundo es la creciente diferenciación y confrontación de algunos medios considerados “convencionales” o “tradicionales”; y los “nuevos”, “emergentes” o “benditas/malditas redes sociales”.
2. Nota a propósito del proyecto de comunicación de Carmen Aristegui.
Carmen Aristegui Flores es una de las periodistas más importantes y respetadas de México. Aristegui Noticias se convirtió en un proyecto de comunicación e información estratégico en un momento de encrucijada del país: la continuidad y profundización del globalismo financierista en el poder durante casi 40 años o la ruptura y sustitución de ese modelo político-económico por una propuesta republicano-democrática donde el Estado asume un papel proactivo en la prioridad de combatir la corrupción, la reducción de las desigualdades y la atención a los amplios sectores de población pobres, marginados y vulnerables.
Algunos de los rasgos distintivos de los trabajos y del proyecto periodístico de Aristegui han sido el equilibrio informativo, la presencia de fuentes diversas y contrastantes, el tratamiento de ángulos inéditos a problemas de relevancia pública, la atención de necesidades y demandas sociales, la comunicación con sectores tradicionalmente olvidados y reprimidos, la aplicación de protocolos y estrategias de investigación en el desarrollo de reportajes de fondo, y una mediación ética y técnica oportuna y pertinente para evitar la estridencia, la vociferación, el linchamiento, la desinformación y la tergiversación.
Su ejercicio informativo a partir de estas maneras pulcras ha ofrecido a la sociedad mexicana un periodismo de interés y utilidad en el conocimiento de la realidad y en la toma de decisiones respecto de los asuntos públicos. No en balde durante estos años y en diversas administraciones se ganó la animadversión del gobierno y de grupos de poder formal e informal asociados a éste, quienes por diversos medios buscaron mantenerla fuera de los espacios privados y públicos de televisión y radiodifusión. Cabe recordar cuatro episodios:
En el 2002, Carmen Aristegui y Javier Solórzano concluyeron su relación laboral con Grupo Imagen y Pedro Ferriz de Con en medio de desacuerdos a propósito de la línea editorial en el programa Imagen Informativa.
En 2008, Aristegui salió del noticiaro Hoy por Hoy de “W” Radio debido a la incompatibilidad del modelo editorial de la periodista y la dirección editorial planteado por Televisa y el grupo español Prisa, copropietarios de esa estación radiofónica.
En el 2011, MVS dio a conocer la salida de Carmen Aristegui de la Primera Emisión de Noticias MVS, argumentó que la conductora había trasgredido el código de ética de la cadena. A través de un comunicado, la empresa dijo que rechazaban ‘la presentación y difusión de rumores como noticias’… A su vez la periodista ofreció una conferencia de prensa en la que culpó a Felipe Calderón de ordenar su despido. Dijo que el presidente de la empresa MVS, Joaquín Vargas, estaba enterado de esta situación y calificó su despido como un ‘berrinche presidencial propio de las dictaduras’.
Carmen Aristegui regresó al noticiero de MVS poco tiempo después no sin antes una protesta y reclamo enérgicos de la audiencia a esa empresa de comunicación. Sin embargo, en el 2015 la relación laboral se terminó cuando esa entidad denunció una alianza con otros medios sin permiso, por lo que ‘lamentamos y condenamos el uso de nuestra marca Noticias MVS… El uso de nuestra marca, sin autorización expresa de sus propietarios, constituye no solo un agravio y una ofensa, sino un engaño a la sociedad, pues implica un muy lamentable abuso de confianza’. Una de las medidas tomadas por la empresa fue la decisión de despedir al coordinador de la Unidad de Investigación, Daniel Lizárraga, y al reportero Irving Huerta ‘por abuso de confianza’, lo que derivó en la petición de Aristegui Flores para que fueran reinstalados, ‘pues su salida afectaba al equipo y a las investigaciones en curso’. MVS no sólo se negó a cumplir con esa solicitud sino que impuso una serie de lineamientos a sus conductores y colaboradores que, desde luego, Aristegui no aceptó y dio pie a la institución a dar por concluido el contrato con la periodista. Luego de esto el asunto pasó a los tribunales en un largo litigio que en el 2019 la Suprema Corte de Justicia de la Nación ‘confirmó la sentencia de un tribunal federal que declaró ilegal e indebida la conclusión del contrato que MVS firmó con la periodista Carmen Aristegui’.
Cada una de esas experiencias fue construyendo una epopeya de la lucha por la libertad de expresión de Aristegui y situó su épica en el escenario de una batalla profunda contra colusión de los intereses políticos, económicos y de las empresas de comunicación.
Al distinguido ejercicio profesional de la periodista se sumó una causa afín al deseo de una sociedad civil ávida de verdad y justicia. No en balde la simpatía y la creciente adhesión a la defensa de su presencia como “contrapeso” o “alternativa” en medios como la radio y la televisión.
En algunas presentaciones públicas de Carmen Aristegui solía repetir una frase cierta: “el gobierno contra las cuerdas ante una sociedad crítica”. Parte de esa sociedad se sentía representada por ella. En estos momentos, a los gobernantes se han sumado los empresarios, los periodistas y los medios de comunicación a los pugiles en vilo en el encordado.
Lo que el periodismo de Aristegui anunciaba, acompañaba y daba voz era a una sociedad frustrada, molesta, insatisfecha, muchas veces vilipendiada en la repartición de las riquezas y en los resultados electorales y, ahora, participativa y empoderada.
Así como los grupos de poder se negaron a aceptar el análisis riguroso y la crítica de periodistas como Aristegui y de grupos sociales excluidos, en estos momentos los periodistas y los medios de comunicación se niegan a ser sometidos a la interpelación, al cuestionamiento de su quehacer, a la revisión acuciosa del rigor y metodologías empleados para producir la información, y se mantienen refractarios a la autocrítica.
Se pueden citar varios casos, pero mencionaremos cuatro situaciones en las que la misma Carmen Aristegui se ha visto cuestionada por una sociedad crítica a la que en muchas ocasiones se le desestima estigmatizándola con las etiquetas de “amlovers”, “haters” o “bots pagados por comunicación social de la presidencia”:
El abordaje de un tema delicado como la participación de Rosa Laura Junco, hija de Alejandro Junco de la Vega, dueño del diario Reforma, en el caso de la secta Nxivm, no fue tratado por Aristegui Noticias que, por ejemplo, sí prestó importancia relativa a la participación en esa secta de Emiliano Salinas Ocelli, hijo del expresidente Carlos Salinas de Gortari.
Por cierto, el debate de Aristegui con el analista Hernán Gómez a propósito del texto de la periodista El Presidente vs Reforma, reveló que la lectura de ella de las controversias entre López Obrador y el periódico citado no puede reducirse a percibir la discusión sólo como una diferencia desproporcionada entre un político con poder y un medio de comunicación sin fuerza o, como un ataque a la libertad de expresión. Más bien, es una mutua interpelación respecto de la representación de la realidad y de los intereses de poder en juego en función de lo cual se contruye el relato del acontecer público, donde incluso el Reforma más que como medio de información se ha comportado como opositor político y sus periodistas en ocasiones han manipulado información haciendo pasar su tratamiento como objetivo o neutral, sin aceptar cuestionamientos ni críticas sobre las intenciones y el desaseo en la metodología de la producción de la comunicación.
El financiamiento a una organización como Mexicanos contra la Corrupción la Impunidad, encabezada por Claudio X. González Guajardo, y su participación en una guerra sucia contra Andrés Manuel López Obrador (AMLO) o su participación en los amparos contra el aeropuerto de Santa Lucía, pese a los reclamos sociales, no mereció una investigación periodística de Aristegui y su equipo.
El desequilibrio en la revisión de las posturas de atención a la pandemia del Coronavirus-19 del equipo coordinado por Jorge Alcocer Varela y Hugo López-Gatell respecto de las críticas de José Narro, Julio Frenk y Salomón Chertorivski, quienes además acusan a los actuales funcionarios federales de plantear cifras sobre la pandemia sometidas a la voluntad del poder. Sin realizar investigación alguna y dejando de lado las incongruencias de las gestiones del trío de exsecretarios y su papel en la decadencia del sistema público de salud, el trabajo de la periodista ha merecido manifestaciones de inconformidad por parte de los radioescuchas y seguidores del sitio de Aristegui Noticias.
La expresión de descontento de Denise Dresser y Sergio Aguayo respecto de algunas posturas, políticas y estrategias de AMLO, que en ocasiones se ha traducido en juicios de valor sin sustento y sin el apoyo de datos o de investigaciones consistentes, no ha merecido una revisión por parte de Aristegui, lo cual, de pronto, ha vuelto el otrora espacio de análisis en un foro desaforado de animadversión y prejuicios.
El reportaje en curso de Aristegui Noticias con el apoyo de Signa Lab del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) acerca de que Sanjuana Martínez Montemayor, directora de la Agencia de Noticias del Estado Mexicano (Notimex), acosa y agrede a periodistas y extrabajadores de esa agencia, es un trabajo interesante pero incompleto. De hecho, Aristegui Noticias todavía no ha realizado una investigación que, por ejemplo, dé una perspectiva de los problemas de fondo en Notimex que, al parecer, no sólo se refieren a un acto de prepotencia de gente en el poder pues tienen también que ver con la corrupción y la participación en ésta del Sindicato Único de Trabajadores de Notimex (SutNotimex).
En Aristegui Noticias, Carmen, Dresser, Aguayo y otros opinadores y analistas participantes en esa importante plataforma informativa no aceptan realmente la interpelación ni han mostrado disposición a realizar una autocrítica respecto de su ejercicio intelectual y periodístico.
Queda la impresión de que todos sus críticos no son más que robots impulsados por AMLO, por gente de su gobierno o de Morena, o seguidores ciegos, impulsivos y violentos de un líder necio, inflexible, autoritario e incongruente.
No se abre espacio a ninguna posibilidad de razón detrás de los reclamos ni se aceptan las limitaciones, la relatividad e incosistencia de muchas de las aseveraciones de los expertos y especialistas de Aristegui Noticias, que en realidad no provienen de trabajos de investigación o de estudios serios.
La respuesta de estos periodistas y comentócratas es, parodójicamente, similar a la que muchos de ellos criticaron con razón: una posición con autoridad que no acepta cuando está contra las cuerdas debido a la diferencia con una parte de la sociedad crítica, que no necesarimente es un ejército de humanos y robots contra la libertad de expresión, sino un grupo que aún confía en la posibilidad de un periodismo con valor ético, empático, comprensivo y apegado a criterios y al uso de herramientas científicas.
3. Nota a propósito del debate de los periodistas y medios tradicionales y de los comunicadores y activistas sociales de las redes sociales virtuales o de los medios digitales de comunicación.
Desde antes de la llegada de AMLO a la presidencia de México se ha venido presentando una controversia de los periodistas de los medios tradicionales con los activistas y periodistas de los medios digitales de comunicación. Aunque algunos de los protagonistas de este conficto han pretendido ubicar el punto de partida en las “mañaneras” y tratado de responsabilizar al presidente por sus referencias a “la prensa conservadora” y a “las benditas redes sociales”, el problema es más profundo, por lo menos implicaría:
La coexistencia, búsqueda de legitimidad y compromiso con lectores, audiencias, televidentes y seguidores de las diversas opciones periodísticas y comunicacionales en el marco de la separación entre intereses políticos del gobierno federal y el uso/aprovechamiento discrecional de los medios de comunicación y de los periodistas por parte de la presidencia de la República mediante una compensación o cartera de privilegios.
Los límites, las demandas y los desafíos hacia el comportamiento de medios, periodistas, comentócratas y líderes de comunicación, en el contexto de un empoderamiento y participación de la sociedad cuya expresión notoria ocurrió durante el proceso electoral de 2018.
La desligitimidad de periodistas, comentócratas y medios es resultado de un ejercicio histórico del periodismo y la comunicación en contubernio con el poder político y económico, en contra de la defensa del interés general, de los bienes comunes, de las políticas y estrategias de seguridad social, de reducción de las desigualdades y de la prevalencia de la justica.
Los calificativos de “chayoteros”, “prensa vendida” o “prostitución de la información”, “intelectuales orgánicos”, no fueron acuñados por los youtuberos. Se lo ganaron a pulso medios como Televisa, Televisión Azteca, Grupo Imagen, Milenio, Reforma; periodistas de la talla de López Dóriga, Carlos Loret de Mola, Ricardo Alemán, Jorge Ramos, Raymundo Riva Palacios, Pablo Hiriart, Pascal Beltrán del Río, Carlos Marín, Sergio Sarmiento; y, analistas del nivel de Krauze, Aguilar Camín, Schetino, Jorge G. Castañeda, María Amparo Casar, Héctor de Mauleón, Zuckermann, Silva Herzog Márquez, etc.
El alejamiento de esta casta de la comunicación de las demandas y necesidades de los sectores de población más afectados por las políticas globalistas financieristas explica, en parte, las etiquetas. Otra parte de la explicación proviene de las poco transparentes relaciones que han sostenido todos estos medios y comunicadores en sus relaciones con el gobierno, donde se han dado a conocer los enormes presupuestos tomados del erario público para pagar “publicidad gubernamental” en forma transmisiones o controles remotos desde diversos lugares, comentarios y capsulas informativas, media kits y conferencias magistrales según las necesidades del cliente, y en la que columnistas y periodistas hacían las negociaciones con la Secretaria de Hacienda a través de facturas personales o como Directores y Gerentes generales de empresas privadas en transacciones que van desde los 2 millones 712 mil 540 pesos hasta los 290 millones 352 mil 869 pesos, en un mercado informativo que implica por lo menos a 43 empresas de diferentes columnistas y medios de comunicación y en cuyas cotizaciones ante la Secretaria de Hacienda se redactaban ideas como “… por tratarse de la SHyCP, que es un cliente muy importante para nosotros …”, lo que significa que, en el contexto de una sociedad de mercado, subraya el hecho de que, palabras mas – palabras menos: “El cliente manda”.
A los blogueros, youtuberos, activistas de las redes sociales u opinadores, se les escatima el papel de periodistas y comunicadores, pero la mayoría de ellos provienen de la misma sociedad.
Desde luego las formas y la pulcritud en la producción y emisión de información de estos agentes tiene también falencias técnicas que desde el purismo de las “escuelas” de periodismo son fácilmente detectables y cuestionables.
No obstante, varios de estos “nuevos” participantes en la construcción de un debate público son impulsados por grupos de personas “reales” a los cuales se pueden sumar apoyos a través de bots. Desestimar y desacreditar a estos actores de la información y la comunicación, por no ser periodistas profesionales, afecta negativamente la libertad de expresión y es un acto de discriminación. Al final, las limitaciones técnicas de éstos, su apasionamiento y dislates, no es muy distinto de los de la “élite” enquistada en los medios denominados tradicionales.
Espacios alternativos como Sin Línea Mx, Sin Censura, Campechaneando, el Charro Político, El Chapucero Network y El Chapucero Today, Política Pa la Banda, 24 Noticias JUCA, Iber Alejandro, Conexión Mx, Julio Astillero, 4ª. República, Los incorruptibles, A Barlovento Informa, #Alchile, el Caporal, RompevientoTV, Estadística Política, El Soberano, Nación 321, Benditas Redes Sociales, Rata Política, Crítica Dura Mx, Proyecto Puente, México Informa, Noticias de Ferras TV Internacional, ACM Canal 54, Noticiero en Redes, Los Encabezados, #LaEditorialdeHugoSadh, etc., ocupan un lugar cada vez más relevante en el ecosistema informativo y sostienen, por lo que se puede detectar en las correspondientes secciones de comentarios, una interacción permanente y debates intensos con miembros de la sociedad. No debería sorprender que muchos de estos espacios lleguen a tener público más atento a los temas políticos de sus transmisiones que los programas especializados de radio, televisión o incluso superan en número a los lectores de los medios impresos de circulación nacional.
Este momento de confrontación de propuestas comunicativas ha puesto en evidencia un aspecto esencial: la rentabilidad económica de los proyectos periodísticos dependía fundamentalmente, por lo visto, de los recursos “invertidos” por el Estado y el gobierno, ahora que este apoyo se ha restringido o de plano desaparecido, ni los anunciantes logran mantener a flote las naves de la información y queda demostrado que las audiencias, televidentes y lectores participaban poco o nada en la solvencia financiera de esas empresas y quizás su lugar como índice de raiting o circulación ni siquiera era confiable, había, hasta cierto punto, algo de ficción en sus números de receptores o consumidores de la información.
Un nuevo orden informativo se avizora: el compromiso de los proyectos comunicacionales con la sociedad, la interacción real, verificable y orgánica entre productores-emisores y receptores-consumidores de información. En este horizonte, los públicos serán la razón de ser del periodismo y sus escrutadores más críticos y, el pertenecer a un espacio convencional o alternativo no dependerá del medio en sí, sino de las cualidades de la producción de la información, de la ética de los periodistas y del compromiso social con la verdad y la justicia.
4. Consideración final a propósito un nuevo orden informativo en el marco de los cambios del país y de la experiencia del Covid-19.
Después de revisar los dos ejemplos citados de la situación actual del periodismo y la información, es necesario tomar en cuenta una serie de aspectos acerca del papel de los medios de comunicación, en el marco de un importante y esperanzador proceso de cambio de México y también en un contexto en el que se vive, por desgracia, una difícil emergencia nacional sanitaria.
Es imprescindible y fundamental que los medios de comunicación sean visualizados y ellos acepten asimismo su quehacer como Actores Políticos. En estos momentos están camuflados, escondidos en la apariencia de una labor informativa imparcial y objetiva.
Cuando se trabaja en el monitoreo y crítica de los acontecimientos de la vida pública, es imposible tener una posición de neutralidad ideológica, en ese sentido, las ciencias sociales, desde hace por lo menos 40 años han finiquitado el asunto en un debate profundo, filosófico y epistemológico, respecto de la aparente neutralidad de la ciencia, puesto que los actores de la investigación y la indagación son ellos mismos y su quehacer es resultado de un proceso de formación y del lugar que ocupan en el entramado de relaciones, contradicciones e intereses sociales que se reflejan, por ejemplo, en la elección de lo que es o no es importante indagar, en los objetivos que se proponen cumplir y en los usos que se les da a los datos resultados de su investigación. Lo mismo vale para el periodismo, hay una elección y unos fines, y si se trata del ámbito público, hay directamente consecuencias de carácter político con las cuales es necesario ser congruentes y responsables.
Es necesario exigir a los diferentes medios de comunicación que transparenten su posición política y sus intereses políticos. Esto podría ser visto como una ingenuidad, pero si ellos por iniciativa propia no lo van hacer, es imperativo proponerle al conjunto de la población que investigue, analice y reflexione sobre el tipo de estructuras de poder que existen detrás de las líneas editoriales, de las opiniones, las notas periodísticas y del conjunto de los trabajos periodísticos que se encargan y se elaboran, no desinteresadamente, en las diferentes redacciones de medios de comunicación.
Si en el escenario y el debate público, se transparentan todas las posiciones, las discusiones ganarían en calidad, claridad y profundidad, porque se tendría que discutir sobre lo que siempre ha sido esencial: el carácter, la pertinencia y la viabilidad en términos de la defensa y del aseguramiento del bien público, de los diferentes proyectos políticos, económicos, sociales y nacionales en disputa.
Es insoslayable definir y asumir posiciones claras a propósito de dilemas como:
¿Los medios quieren una vuelta al pasado autoritario neoliberal globalista y financierasta?
¿Quieren la extinción del Estado?
¿Están a favor y desean la liquidación de los programas sociales; el adelgazamiento y la vulnerabilidad de las instituciones de bienestar social (IMSS, ISSSTE, CONASUPO [que desapareció en 1999], etc.): la privatización de sectores fundamentales para el desarrollo y la soberanía nacional (PEMEX, CFE, etc.); la aplicación de estrategias darwinistas privatizadoras y excluyentes de la educación pública donde, por un lado, la mayoría acude a escuelas públicas en ruinas y, por otro lado, sólo una minoría selecta merece ser educada en instituciones privadas o extranjeras?
¿Quieren que los préstamos del FMI, del BID y del BM se dediquen a asegurar la supervivencia de las corporaciones y de las grandes empresas privadas?
Está bien que los medios y los periodistas se pronuncien abiertamente a favor de todo lo citado, tienen derecho, pero es importante que lo manifiesten directamente y se empiece a discutir sobre esas bases.
La gente que está a favor del Estado de Justicia, de la República y de la Democracia se deben expresar también respecto de esas preguntas. De antemano es evidente que en México no todos piensan igual, existen diferencias profundas y una polarización histórica en diversos rubros de la agenda pública, no obstante, si de veras se aspira a la cohesión y no a la imposición, se debe empezar a discutir abierta, directa y participativamente y decidir sobre estos fundamentos, es crucial.
El nuevo orden informativo tiene que ser el de la discusión argumentada y el de la búsqueda, si así se desea, del interés general y el bien común.
Es insostenible que los medios y los periodistas se arropen en la crítica en abstracto y en la imparcialidad. Ciertamente la crítica es el instrumento de trabajo del periodismo, pero su fundamento está en el resguardo y defensa del bien público. Cabe recordar, en sus orígenes (siglos XVIII y XIX europeos), el periodismo jugó un papel fundamental en la denuncia y el debate contra el viejo orden aristocrático. Claro, la idea era empezar una sociedad de nuevo tipo, una de carácter fraterno, igualitaria y libre. Las desviaciones autoritarias, injustas y que atentaron contra la población en su conjunto, se querían evitar mediante la división de poderes y mediante la vigilancia–denuncia de la prensa escrita.
El periodismo nace con la impronta de defender un patrimonio de todos, no de estallarlo. En ese sentido, no se espera del periodismo un tipo de crítica que atente contra el bien público, contra la soberanía nacional y que abra las puertas a los intereses particulares nacionales y trasnacionales de una minoria privilegiada que sólo imponga un modelo de atraso, dependencia y empobrecimiento social. Sobre esta base es necesario discutir qué es un bien público y es imperativo se transparenten posiciones, fines, agendas, programas y proyectos de trabajo.
Cumplir con esos atributos beneficiará al país, permitirá al periodismo ordenar la discusión, permitirá transparentar el debate. Actualmente se observa de manera preponderante:
La descalificación, es decir, el empleo del adjetivo calificativo que tiene su origen en el clasismo, el racismo y la discriminación.
La afirmación cínica sin ninguna evidencia, el uso de datos y declaraciones aisladas, con eliminación absoluta de contextos y de procesos que hacen comprensible el dato y la declaración, que permiten la transparencia y favorecen la toma de las mejores decisiones para todos, para cada uno.
Es necesario que los medios de comunicación dejen de arroparse en la sacralidad (construida por ellos mismos) de que a los medios y a los periodistas no se les puede criticar por ningún motivo, porque ello implicaría un atentado a la libertad de expresión, en una República y en una democracia esto no tiene ningún fundamento, todos pueden hablar, todos pueden opinar, todos se pueden expresar libremente, pero de igual manera, todos pueden contestar, replicar, criticar, debatir. En una República, el derecho a la libertad de expresión implica la obligación, el compromiso de escuchar a quien opina y piensa diferente, desde el punto de vista de la República, esto es una responsabilidad jurídica, pero también es un deber moral y un compromiso de cualquier estructura dialogal y comunicacional, eso es lo que entendemos por comunicación. Contra lo que piensan varios, es un avance el presidente Andrés Manuel López Obrador discuta con los medios, exponga sus puntos de vista y debata con ellos, así como los medios pueden debatir y criticar al Presidente de la República. ¡Por fin! Esto es lo que debe ocurrir en una democracia, no las subordinaciones y pleitesías que han caracterizado a la prensa por lo menos en los últimos cien años. La libertad de expresión no es un derecho de impunidad y tampoco un derecho a la libertad de extorsión: “si no me pagas, escribo mal de ti” .
En el contexto de una pandemia, por ejemplo, es delicado, empobrecedor y muy perverso, fundamentarse en opiniones y preguntar por opiniones. Si va a ver un cuestionamiento sobre los datos de infectados y defunciones, es muy importante hacerlo a fondo: demostrar la inviabilidad, la poca pertinencia o el error de las decisiones que eligen una metodología para enfrentar una epidemia; es importante argumentar en serio, no sólo con descalificaciones superficiales a la propia metodología (“Centinela” en este caso) o a los actores responsables del registro de los datos (las autoridades de salud del gobierno federal y de las diferentes entidades federativas), y por tanto, es esencial probar, si fuera el caso, la falta de validez de los datos, así como plantear las alternativas metodológicas que son más pertinentes y ofrecer su fundamentación a partir de demostrar por qué es mejor para el bien público y la protección de todos los mexicanos.
Proseguir con la “estrategia” de no aclarar las respectivas posiciones y perspectivas desde donde se habla, no aportar evidencias, proseguir con las descalificaciones, no dar los contextos adecuados de las declaraciones y los datos y, si no se hace una revisión profunda de los actores, procesos y sistemas a partir de los cuales se producen estos mismos datos y, si no hay al menos una sólida alternativa metodológica para obtenerlos y, si no se argumenta en términos del bien público (y no está por demás decirlo, y no del bien privado), entonces, se tendrán elementos para pensar que se trata de campañas, cuyo único fin es el de golpear, desprestigiar, desinformar y hasta, en el peor de los casos, desestabilizar. No se debe perder de vista que justo éstas son las características que dan cuerpo a un Golpe de Estado Blando para quitar a gobiernos democrática y popularmente elegidos e imponer uno que establezca de nueva cuenta los fundamentos de un sistema económico y político que empobreció, subordinó políticamente e incluso asesinó a muchos mexicanos inocentes (daños colaterales) en la llamada guerra contra el narco, por lo menos durante los últimos treinta años.
Habría que recordar: acciones de esta naturaleza, no son democráticas. Si hablamos de democracia, la elección del pueblo mexicano expresada en las urnas en el 2018 expresó ya un rotundo no a todas las políticas que en su momento defendieron las principales corporaciones privadas nacionales y multinacionales. Sus voceros mediáticos, que por cierto nunca criticaron el desmantelamiento de las instituciones de salud, el saqueo del erario público y el desmantelamiento del sistema de seguridad social, con la imposición de las llamadas reformas estructurales de primera, segunda o tercera generación, ahora sí son voces críticas, paladines de la justicia y voces denunciantes de los errores del gobierno federal.
Los grupos de poder formal e informal junto con los medios de comunicación y los periodistas a su servicio tuvieron ya una enorme oportunidad para demostrar que tenían razón respecto de su proyecto político-económico. No sólo no la aprovecharon, sino quedó en evidencia que todo se trataba de un profundo desfalco a la nación mexicana, dejándola en une estado lamentable de debilidad y pobreza.
No debe perderse de vista y para recordar lo importante que son los diferentes contextos en el entendimiento de los datos, que el actual gobierno prácticamente empieza de cero en la lucha contra la epimedia del Covid 19, al tener que trabajar con déficits criminales en personal médico, de enfermería, personal médico especializado, insumos básicos y equipos especializados: El IMSS y el ISSSTE por ejejmplo, cuentan con 12 mil camas para atender a unos 88 millones de derechohabientes en todo el país; sus salas de terapía intensiva sólo contabilizan mil 553 camas. La Secretaría de Salud por su parte, que intenta la atención médica de 40 millones de mexicanos de los más vulnerables, apenas tiene 39 mil 400 camas, 5 mil para urgencias y mil 553 para terapia intensiva. Para salvar vidas con equipo especializado, todo el sector salud tenía apenas 5 mil 523 aparatos; y en cuanto a personal, hay estimaciones que calculan que se requieren unos 200 mil médicos más y 250 mil de personal de enfermeria para brindar una mejor atención a la población en su conjunto. De ellos, sólo se cuenta actualmente con mil especialistas en terapia intensiva para una población cercana a los 130 millones de personas.
Tampoco se ha dicho nada sobre las condiciones de salud que han provocado que la población mexicana sea especialmente vulnerable a la epidemia. Ahora se sabe, el Covid-19 hace especialmente vulnerable a la población obesa, hipertensa y diabética. Estas no son condiciones genéticas de los mexicanos, son condiciones producidas socialmente por la mala alimentación y la proliferación de comida chatarra a la que ha tenido acceso la población mexicana proveniente de industrias que en todo momento se han rehusado a ser reguladas. Al gobierno federal compete cambiar este escenario, y por supuesto, tolerar las críticas empresariales y mediáticas que verán en estas acciones un atentado contra la libre empresa y a la libertad de prensa. Pero también es cierto que muchos sectores de la población están de acuerdo y expresan con elocuencia: ¡Ya era hora!
Seguramente y sin especular demasiado, estos mismos grupos, con el tiempo y ante el fracaso de su paradigma globalista financierista, habrían, por un lado, argumentado la inviabilidad del país como una nación soberana y, por otra parte, justificado la necesidad de incorporar a México a otra nación para darle algún tipo de viabilidad a la población del decil con más ingresos.
La magnitud de la voracidad y ambición de esos grupos económicos, políticos y mediáticos priviegiados y el perfil entreguista de su cosmovisión, se pudo observar en lo que hicieron con el petróleo mexicano dejando en ruinas a Pemex e importando la gasolina de Estados Unidos, mediante jugosos contratos a favor de las empresas texanas a precios desorbitados para los perjudicados consumidores mexicanos.
Si los medios tradicionales, sus dueños y operadores; si los medios digitales, los grupos sociales a quienes dan voz; si los periodistas, veteranos y jóvenes; si los muchachos en formación en asuntos de comunicación y periodismo; sostienen que no estamos ante nuevo orden informativo, que es una ficción, entonces el debate al que invitamos a toda la sociedad está quebrado, cancelado anticipadamente. No obstante, es momento de reflexionar en otras posibilidades, en dudar de uno mismo y de las creencias, no cerrarse al intercambio de ideas, igual y damos con otras posibilidades. Si algo tienen estos tiempos de la Cuarta Transformación es la posibilidad y condiciones de someter todo al escrutinio y a la discusión: se invita a cada uno, a todos, al debate.
No debe olvidarse, los medios de comunicación tienen una deuda histórica con la sociedad mexicana, el día después del 2 de octubre de 1968, en el noticiario de Jacobo Zabludovsky, éste pronunció una frase que caracterizó el verdadero papel que han tenido los medios de comunicación y periodistas en México desde antes y después de esa fecha: “Hoy fue un día soleado”. Es momento de que toda esa historia de ignominia empiece a cambiar.