Por Gerardo Flores Ledesma (*)
Slim * Coparmex * Spots de AMLO y BBVA
EL PRIMER Informe de Gobierno reveló aspectos relevantes muy positivos y dignos de comentar.
Lo más importante es que nunca, como ahora, lo que vemos es una lucha frontal contra la corrupción que campea en el país.
Otro punto importante a destacar fue la marcha atrás que ordenó el presidente Andrés Manuel López Obrador al tema de los contratos de gas que, en forma innecesaria, nos iban a generar costos muy elevados y pusieron en jaque la valía de los bonos soberanos, nuestro grado de inversión, la solidez de Pemex y la ruta consistente que se puede lograr en el rubro energético.
No hay duda de que la aceptación de la figura presidencial y sus acciones se mantiene firme en la mitad de la población adulta y que vota en justas electorales.
Lo malo del Primer Informe de Gobierno es la nula aceptación de que en materia económica estamos mal, porque tenemos crecimiento cero en el segundo trimestre del año y -0.2 en el periodo enero-marzo; una caída brutal de 39% en la creación de empleo en el empleo; retroceso en el rumbo de sectores como construcción y una cifra de inseguridad que genera comezón a la población.
Hay otros datos, dice el gobierno en turno, y la culpa es de las administraciones pasadas. Es posible que el argumento sea válido, pero cansa cada vez más un discurso de culpabilidades y señalamientos, aceptable en campañas político-electorales, pero lo que ya se espera en la sociedad es que se levante la figura de un estadista no de un candidato.
Nunca se había visto una relación tan distante entre la prensa y el gobierno; entre los empresarios y la administración pública en turno; entre los grupos sociales y la autoridad; entre los grupos financieros del extranjero y el gobierno de México.
No abona a la unidad, el desdén con se refiere el gobierno actual a los periodistas, al Ejército, a la clase media, a las calificadoras y bancos del exterior, a los grupos de la sociedad civil, a los científicos y personajes de la cultura.
En fin, la pirinola está girando y habrá que esperar si al actual gobierno le cae la leyenda: “todos ponen”, como cada era de crisis económica recurrente, o llega el “toma todo”, leyenda que aprovechan muchos personajes de la política cuando no pueden explicar sus cuantiosas fortunas o su riqueza vergonzosa, producto del latrocinio consumado.
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LA AFIRMACIÓN de Carlos Slim de que el crecimiento de la economía no tiene la menor importancia o es intrascendente, cayó como balde de agua fría entre muchos empresarios del país.
La mayoría de los empresarios consideran que el quinto hombre más acaudalado del mundo sólo quiso quedar bien con el presidente de México, y que no le hace falta nada, porque son una fortuna superior a los 64 mil millones de dólares, es fácil decir que el crecimiento económico de una nación importa.
En lugar de explicar la diferencia entre crecimiento y desarrollo, que el presidente López Obrador ha querido subrayar, Carlos Slim admitió sin cortapisas el error presidencial, porque ambos conceptos son de suma importancia y van de la mano si no se quiere contribuir a la pobreza.
La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), que preside Gustavo de Hoyos Walther, da una explican contundente de lo que afirmó, cuando en un documento precisa: “Una economía que crece es capaz de generar riqueza, empleos y oportunidades de desarrollo para su población. No crecer limita el desarrollo de un país, y decrecer pone en riesgo el bienestar y el futuro de las sociedades.
Y prosigue la Coparmex: “El incremento del Producto Interno Bruto (PIB) también se ha convertido en la vara que mide el desempeño de los gobiernos. Desde luego que no debe ser el único parámetro para considerar cuando se califique a una administración pública. Pero negar la importancia del crecimiento es cerrarse las puertas del desarrollo”.
El organismo patronal ha sido claro y contundente, y deja mal al hombre con mayor fortuna en el país, a quien dice no importarle la confianza empresarial sino la demanda para hacer negocios.
A Slim no le importa la confianza empresarial en el gobierno y sus decisiones, porque sus ganancias han sido estratosféricas, pero su mensaje en la mañanera del pasado 27 de agosto, en Palacio Nacional, donde se anunció el acuerdo entre gobierno y empresarios sobre los contratos de gas, dejó mucho que desear y lastimosamente sólo evidenció que el quinto hombre más acaudalado del orbe sólo quiso quedar bien con el actual jefe del Ejecutivo.
Hay que recordar que el viernes 23 de agosto, en Villahermosa, Tabasco, el presidente López Obrador, aseguró que para su gobierno era más importante el desarrollo que el crecimiento. Y también indicó, que crecer es crear riqueza, mientras que el desarrollo es crear riqueza y distribuirla.
Y está bien el planteamiento, porque muchos empresarios y gobernantes han tenido mucho crecimiento económico, pero no han aportado nada al desarrollo, y así lo enfatizó la Coparmex: “Están estrechamente relacionados entre sí. No se entiende el uno sin el otro. Puede haber crecimiento sin desarrollo, pero nunca podrá haber desarrollo sin crecimiento económico”.
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HAY DE spots a spots. El presidente de la República, quien siempre se ha opuesto al bombardeo de anuncios por radio y televisión en favor de alguien, hizo suyos a tales medios de comunicación para difundir los mensajes sobre el Primer Informe de Gobierno, en los que sobresalieron sus acciones contra el avión presidencial, contra los que cuidaban al jefe del Ejecutivo, sobre la importancia de sus reuniones mañaneras y con su gabinete de seguridad, sobre los jóvenes a los que da oportunidades de trabajo y contra la corrupción al anular los seguros médicos que muchos funcionarios usaban hasta para hacerse cirugías plásticas. En fin, los tiempos cambian y las personas también.
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BBVA cambio su imagen y también quiere influir en la población a través de varios spots que lanzó, hace varias semanas, a medios de comunicación electrónicos, en los que afloran voces de chairos, seguidores de barriada de la 4T o vendedores ambulantes.
Los ejecutivos del banco español no quieren darse cuenta que a través de anuncios con acentos de barrio no van a convencer de un cambio de nombre e imagen y que un Grupo Financiero como BBVA no tiene un mercado propio de vendedores ambulantes, ni siquiera son su mercado.
Un banco que ha llegado a presumir hasta 3 dígitos en sus ganancias no va con anuncios que hacen personajes que salieron de los famosos y extintos mercados sobre ruedas, hoy tianguis populares.
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(*) Socio Numerario de la Academia de Periodismo y Comunicación Social
(*) Miembro de Vanguardia en línea y de Consorcio de Medios Digitales SA de CV
(*) Socio de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT)
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