sábado, febrero 22, 2025

CABEZA DE PLAYA: Experiencias rescatadas, ¿rescatables…?

Carlos Galguera Roiz

Las experiencias personales fuertes, traumáticas, las que dejan verdaderamente huellas profundas, suelen tener trasfondos muy difíciles de explicar, incluso de justificar para el propio protagonista; quedan en zonas brumosas de la memoria, protegiendo un subconsciente, del que no tenemos claves, muchas veces, para interpretarlo…

Así que cuando se propone a un grupo de “correligionarios”, para que nos cuenten sus experiencias más impactantes, todo suele quedar reducido a un anecdotario gracioso, graciosillo, insustancial la mayor de las veces, ninguna inmersión de fondo…

Bueno, con este preámbulo, yo voy a contar algo en esta línea. Hablaré del terremoto que viví en la Ciudad de México, 19 septiembre 1.985, eran las 7horas 19 minutos, intensidad brutal, 8.1 º de la escala habitual de medición, algo más de 2 minutos de duración, una eternidad cósmica.

Estaba en esos momentos en el baño, preparando mis habituales jornadas mañaneras, sentí la desagradable sensación de perder las referencias físicas controlables, ya había vivido otros temblores, así que en un primer momento, no me pareció nada excepcional, hasta que pude reconectar la Radio, mi conexión inicial con la realidad, desde siempre…

La magnitud de la desgracia la fui descubriendo poco a poco; marché en mi Le Baron rojo, tuve que volver, imposible circular. Inicié larguísimos recorridos a pie, impresiones, inenarrables, algunas voy a reseñar brevemente.

Un niño, tendría 3 ó 4 años, sentado en la acera, observaba, extraña fijeza, los movimientos de bomberos y voluntarios que entraban y salían de un edificio colapsado, pobre estructura, 6 plantas, ahora aplastado hasta tercer nivel; recuerdo vivamente, se me ha quedado indeleblemente gravado, esos ojos fijos del pequeño, sin lágrimas, mirando con una intensidad escalofriante su casa derrumbada, era la mirada inocente del estupor, incomprensión, desolación… en un grado tan profundo, que me marcó para siempre…

Pertenecía a un Club Rotario en aquella época, en la comida semanal el orador de turno era un doctor, nos contó, trémulo, su experiencia en el terremoto; estaba duchándose después de la guardia nocturna, de pronto todo tembló fortísima sacudida, interminable.

Salió al pasillo y vio una avalancha de médicos, enfermeras, pacientes, camilleros…bajando con frenética celeridad por la escalera. Su instinto, nos contó el doctor, era sumarse a la riada humana de escape, pero estaba desnudo, su pudor le salvó la vida, unos segundos después, gran estruendo y el hueco de la escalera tragó a esta multitud de ciudadanos que trataban de salvarse…, el doctor, recuerdo muy bien, temblaba al contarnos el episodio…

La noche del terremoto llegué a casa, estaba literalmente machacado, por la mañana había aterrizado el avión de IBERIA que enlazaba Madrid y México, el comandante, en esta ocasión, era un buen amigo de muchos años, oriundo de tierras asturianas, me había llamado, estaba excitadísimo ante los acontecimientos, comía ese día con un amigo común, director del Banco Exterior de España en México…

Ya tarde, después de mil peripecias, trataba de dormir; llamada a mi teléfono fijo “Carlos – sonó en la línea una voz angustiosa, era el Comandante Sebares – ¡¡¡ me han dejado solo !!!”. Resultó que el Hotel, Fiesta Americana, tenía unas grietas, se veía la calle por ellas desde la habitación. La tripulación completa escapó a un hotel cerca del aeropuerto, el comandante no estaba…

“Me han dejado solo”, escuchaba al otro lado del hilo telefónico. Alfonso, traté de tranquilizarlo, intenta descansar, mañana a primera hora desayunamos en tu Hotel. “Bien, Carlos, pero me han dejado solo…” masculló mi amigo.

Colgué y me vestí, estaba furioso, roto, infinitamente cansado, salí como un tiro, una calle cortada, un militar me paró, es peligroso pasar, me dijo en un tono amable, hágame el favor de apartarse, es una emergencia, le grité al militar, me debió ver tan decidido, que me dejó pasar; llego al Hotel pido comunicación con el comandante, cuando se pone, lanza un grito de alegría indescriptible ¿Estás abajo?…

Fuimos al Hotel donde se había trasladado la tripulación de IBERIA, subimos al comedor, allí estaban todos, grito espectacular, ¡¡ Comandante !! … al fin le encontramos. ¡¡¡ Cabrones !!!, fue la respuesta del recién recuperado jefe de la expedición…

Bueno, mas de 20.000 personas perdieron la vida en el terremoto del 85, las cifras reales no se sabrán nunca, se suman a mi particular lista de desaparecidos, uno de ellos, no llegué a conocer, Victoriano, hermano de mi padre había emigrado desde Asturias y desapareció sin rastro, era la decena trágica de México…1.919.

Descansen en Paz, la resurrección, pienso ahora volviendo al 2.019, debería ser posible, también para España y México, que navegan hoy por aguas procelosas, el estupor y la incomprensión infinita del pequeño mexicanito, sentado en la acera, esperando… me servirán de referencia siempre, trato, 34 años después, de descifrar los trasfondos…

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