Francisco Rodríguez
Aparte de los estándares y récords superados en materia de corrupción, ignorancia y rapiña ante los ojos atónitos del mundo, Enrique Peña Nieto y sus secuaces provocaron una ola de preocupación ciudadana sobre la estabilidad orgánica y los atributos cerebrales que tiene quien aún está ocupando La Silla.
Ciudadanos atentos a los sobresaltos que a lo largo de este letal sexenio se han producido por la inestable salud del presidentillo que año con año nos ha puesto al borde de la cama por sus padecimientos orgánicos en la tiroides o vaya usted a saber dónde, porque la verdadera información no ha sido revelada.
Han puesto la vara demasiado alta. Porque aparte de los exámenes médicos de rutina que son necesarios para tal efecto, las mediciones psicológicas en general aceptadas son realmente insuperables. Encenderían todas las señales de peligro y alarma en el Continente, por decir lo menos.
Richard Nixon, con un IQ de 130 a 160; Bush Jr., apenas la mitad
Científicos acreditados por diversos Institutos de investigación prestigiados, como el Lovenstein, de Scranton, Pennsylvania, entre muchos otros, han publicado estudios sobre las capacidades mentales de los dirigentes gabachos. Han dado a conocer que el mejor equipado de ellos ha sido Richard M. Nixon, con un cociente intelectual en el rango de 130-160.
En el sótano de esa calificación se encuentra Georges Bush II, el terrorista de las Torres Gemelas de Nueva York, un personaje mucho más equipado intelectualmente que su similar Donald Trump y sideralmente más, mucho más, que el mandarín mexicano por mucho.
A partir del análisis del pobre lenguaje materno que utilizaba este sujeto para ir por la vida, su falta de acercamiento a los libros de texto o de recreación y el escaso dominio del idioma se puede descubrir la imagen de un descerebrado, de un tipo de cuidado. Rankea abajo de los 80 niveles del cociente intelectual. Un gran reto para Trump y para el mismo Peña.
American Psychological Association: lo inteligente no quita lo pendejo
La American Psychological Association opina que las personas afectadas con el síndrome de baja dotación del coeficiente intelectual pueden ser inteligentes para cualquier fin de sobrevivencia, para ejecutar actos volitivos del pensamiento salvaje, pero no para gobernar. En pocas palabras, lo inteligente no quita lo pendejo, menos lo impúdico.
Si el chico Bush II se destacaba entre sus coetáneos por ocupar el último lugar en la escasa capacidad de raciocinio e inteligencia positiva, al fondo de una lista que abarcaba a todos los presidentes gringos, de Roosevelt para acá, imagínese usted qué lugar ocupan personas menos favorecidas por la naturaleza genética, entre ellos el que hasta hoy todavía es el orgullo de Atracomulco.
Enrique Peña Nieto, un tlatoani muy enfermo en el Olimpo meshica
En Estados Unidos siempre han estado preocupados por el tema de la salud de los políticos, no obstante que muchos elegidos como presidentes, incluyendo al actual, no pasan de ser unos floreros en el Salón Oval de la Casa Blanca; deslenguados, pero inocuos a la mera hora. En México, empero, la cosa cambia; es catastrófica.
Porque en México, el tlatoani sexenal es un dios del Olimpo meshica. Las facultades que ejerce, las atribuciones en grado constitucional que rodean al Jefe de Estado y de Gobierno del país son escandalosas en extremo. Ningún monarca o presidente del mundo conocido tiene tanto poder a la mano. Es el jefe supremo del ejército, la salud, la economía, la política, la sociedad y la cultura, en todas sus manifestaciones.
Por eso, puede ser más letal que cualquier lenguaraz que oficie en las riberas del Potomac. Lástima o gracias al cielo que no lo sabe, menos lo asume, pues si así fuera, tiene mucho que los chichimecas ya hubieran declarado la guerra al Pentágono para quedarse con todos los moches y trastupijes del abarrote y del trasiego nacional.
En México, ser idiota no es un obstáculo para triunfar en todos los ámbitos
Afortunadamente, para medir la capacidad cerebral de la clase política y de los secuaces que acompañan al del poder, en México no encontraríamos ni los aparatos sofisticados, ni el protocolo suficiente aplicable a tales jerarcas, quienes con toda seguridad revientan todas las predicciones de buena fe.
Los que ofician el aparato superan todos los rubros de la vida. Haya o no medición aceptable, en los renglones de salud, alimentación, agua, vivienda, seguridad y lo que usted mande ocupamos siempre el sótano en la lista que se decida elaborar. Somos la cereza del pastel del abuso y la incompetencia.
La realidad ha demostrado que ser idiota en México no es un obstáculo para triunfar en los negocios, en la política o en la sociedad. Es más, existen sobrados ejemplos de personajes que no tan sólo lo son, sino que complementan tal atributo mental con fantasiosos conocimientos de sortilegios y del manejo experimentado del teleprompter.
¡Qué bueno que nada tengan que ver con la energía atómica!
Ser jefe supremo de las fuerzas armadas suena fuerte. Pero cuando conocemos a fondo la historia pasada y reciente de nuestro glorioso instituto armado nos percatamos que la mota, los alucinógenos y la amapola, todo lo que tenga que ver con “quemarle las patas a Judas”, es su especialidad ancestral.
Lo suyo es la custodia del trasiego y las actividades conexas. Así ha sido desde que el mundo es mundo. La cucaracha, el bicho emblemático para designar a los verdes marihuanos fue puesta de moda desde que el felón Victoriano Huerta llegaba cruzado a sus informes, al grado que se valía de cualquier diputado para dar lectura al documento de marras.
Por eso, cuando los agudos analistas de la Comisión Nacional de Seguridad y del Cisen quisieron hacernos tragar la rueda de molino de que los verdes andaban preocupados por la injerencia de los 43 de Ayotzinapa en los negocios del uranio, precursor atómico, y de los metales preciosos de las montañas guerrerenses, y que por eso habían actuado de manera salvaje, destazando a los imberbes, nadie pudo deglutirla.
Afortunadamente en México, ni las fuerzas armadas ni el presidentillo de turno tiene que ver con algo más serio que firmar todo el día concesiones en favor de empresas transnacionales que saquean a placer los recursos naturales. Digo afortunadamente, porque ¡imagínese usted si estos mamarrachos tuvieran algo que ver con los precursores de la energía atómica!
Una licuadora haría lo mismo, exactamente, que el mentado polígrafo.
Si de enfrentar a las masas se trata, si de pronunciar arengas patrioteras y masiosarescas hablamos, para eso están los amanuenses y escribidores de discursos con idénticos retintines, plagados de zarandajas al gusto, y saber leer lo que les indica el teleprompter, el invento del siglo para los mentecatos e ignorantes.
Si de examinar a alguien se trata, para eso se inventó el polígrafo engaña bobos, el saloncito de torturas con procedimientos paramilitares donde las autoridades pasan a la báscula y mandan al desierto del desempleo a miles de postulantes que jamás supieron de qué defecto se les acusa, qué impedimento les escamoteó el trabajo.
Una licuadora haría lo mismo, exactamente, que el mentado polígrafo.
Cada vez más cerca la fecha para hacer justicia al ratero Peña Nieto
Las incapacidades físicas y mentales del presidentillo actual, empero, no fueron obstáculo para desatar su rapiña. Para eso sí que resultó muy “vivo”.
Con amparos o sin amparos ya lo haremos pagar sus fechorías que han dañado la alimentación, la salud, la educación, la seguridad y el patrimonio de todos los mexicanos.
La fecha está cada vez más próxima.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Sin duda, la nota de la semana es y será la que el diario Reforma desplegó ayer como su información principal: “Buscan amparo EPN y gabinete”, en la que se lee que “el titular del Ejecutivo Federal, Enrique Peña Nieto, y su Gabinete buscan blindarse contra investigaciones penales del Gobierno de Chihuahua en su contra. La Consejería Jurídica de la Presidencia presentó el 11 de octubre ante la Suprema Corte de Justicia una controversia Constitucional para reclamar posibles órdenes de aprehensión, arraigo, citatorios, averiguaciones o carpetas de investigación abiertas por las autoridades locales contra funcionarios federales. Es la primera vez que el Ejecutivo federal presenta una demanda de este tipo. Los actos reclamados se imputan al Gobernador panista Javier Corral, a la Fiscalía General de Chihuahua y el Poder Judicial local. “La solicitud y emisión de órdenes de aprehensión existentes o inminentes respecto de actuales o anteriores funcionarios públicos federales, que se relacionen directa o indirectamente con el ejercicio de sus funciones”, es uno de los actos reclamados. El 28 de septiembre, el Gobernador Corral amenazó al Gobierno federal por el caso del ex secretario general del PRI, Alejandro Gutiérrez, al que la Fiscalía estatal acusó por un peculado de 250 millones de pesos de recursos federales, cargo del que la PGR se desistió. “Lo puedo decir con absoluta certeza: aunque haya hecho lo que haya hecho Peña Nieto para proteger a Gutiérrez y a (el ex Gobernador) César Duarte, no se va a ir impune, no quedará impune”, dijo Corral. “Tarde que temprano la justicia lo va a alcanzar a él. Y es muy probable que sea la propia justicia de Chihuahua”, agregó. La demanda del Ejecutivo está firmada por el Consejero Jurídico Misha Granados. Reclama a Corral “su intervención directa o indirecta, pública o privada, actual o inminente, en investigaciones, averiguaciones, carpetas de investigación, solicitudes de información, órdenes de investigación y solicitudes de colaboración que refieran, mencionen o relacionen actuales o anteriores funcionarios públicos federales”. A la Fiscalía General, la controversia le reclama la participación de sus integrantes en reuniones donde se analice con personas ajenas a la misma, incluido Corral, la situación de las probables investigaciones contra funcionarios federales.” El que nada debe, nada teme. Pero como EPN sí nos debe muchas…
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