Por Mouris Salloum George*
Equilibrio catastrófico, es un termino que pusieron en uso los expertos en Inteligencia geoestratégica en el marco de la Guerra Fría. Fue en ese contexto en que se acuñó el concepto Teoría de la conspiración, tratado medio siglo antes sólo en la literatura-ficción.
Siendo los Estados Unidos la otra pieza del poder bipolar mundial, la Teoría de la Conspiración tuvo en el vecino país -partir de los años sesenta- el acompañamiento de una estrategia de desinformación, tanto para consumo interno como en Política Exterior.
Según los especialistas en Sicología de las masas, la Teoría de la conspiración logra los resultados predeterminados en sociedades conducidas, para fines políticos, sociales y económicos, a estados emocionales colectivos causados por las crisis que afectan esos tres campos.
Aun desconociendo los significados científicos de la teoría comentada, ésta ha sido potenciada al través de los medios alternativos de información, básicamente los activos en las redes sociales.
Paranoides son llamados los que ven conspiración hasta en la sopa o en cada vuelo de mosca. No es un asunto, sin embargo, de tomarse a broma. Sus impactos se multiplican cuando la sociedad no es informada con veracidad por los agentes del Estado o los poderes fácticos.
Remesones de la propaganda negra de 2006
Particularmente en la campaña presidencial de 2006, el empleo de la propaganda negra para fines electorales generó formas de la Teoría de la conspiración. El perverso método sentó plaza y fue visible en las elecciones generales de 2018.
Antes y después de las campañas del 18, fuentes anónimas seleccionaron temas sensibles en el ánimo de los votantes para elevar al rango de amenaza nacional algunas propuestas de gobierno de uno u otro candidato presidencial.
Se habló a la ligera de un plan de expropiaciones de sectores económicos privatizados, de políticas fiscales confiscatorias, de reformas constitucionales de corte totalitario, etcétera.
El tema más recurrente en el periodo electoral fue el de la violencia política como extensión de la violencia criminal. En este punto se tocó las fibras sociales bajo el supuesto de que los activos de las Fuerzas Armadas serían regresados a los cuarteles, “dejando a la población indefensa ante el crimen organizado”.
¿Se prepara, de veras, una reforma a las Fuerzas Armadas?
Desde las campañas políticas, y calificados sus resultados, el giro especulativo se ha reorientado hacia los riesgos de un eventual golpe de Estado, un asunto latente en cada sucesión presidencial. Sin elementos tangibles, la especie circula ahora en los corrillos políticos y burocráticos, y se reproducen en algunos sitios de las redes sociales.
A nuestro juicio, esas anónimas y tendenciosas versiones, más que prevenir la eventualidad, tienen como fin crear desasosiego en la oficialidad del Ejército y la Armada de México, inducir resistencias y generar inquietud en la sociedad.
Tomemos algunos elementos de esos supuestos: Reformas constitucionales que cambiarían radicalmente estrategia y doctrina de Seguridad Nacional y su subsidiaria, la Seguridad Pública.
Sobre las estructuras de mando de las fuerzas castrenses, “se impondría una comandancia civil”; exposición de las secretarías de Defensa y Armada de México al escrutinio de la Auditoría Superior de la Federación y la supresión del Fuero de Guerra, etcétera.
Parecen, esos elementos, “técnicamente” verosímiles. Esta es la cuestión, si son verosímiles, en el imaginario popular se toman por ciertos. Casi a títulos de fe.
El problema en ese tipo de “comunicación”, es que tanto el gobierno saliente como el entrante están atrapados en la incontinencia exclamatoria.
Un alto porcentaje de los contenidos, sobre todo de los medios electrónicos, es recogido en múltiples entrevistas banqueteras, en las que los entrevistados se ven precisados a improvisar respuestas sobre todo y para todo.
Si estamos en una circunstancia crítica, en la que los juiciosos recomiendan una tregua de Dios, se antoja recomendable ponerle freno a las lenguas de madera.
En materia tan delicada como la que involucra a las Fuerzas Armadas mexicanas, lo menos que se puede exigir a los hombres públicos, es recuerden que el Derecho a la Información es patrimonio social que debe garantizar el Estado. Información verdadera, si es necesario señalarlo.
De otra manera, todos seremos presa de la Teoría de la conspiración. Ya hay bastante esquizofrenia como para agregarle dosis de pánico adicionales. Sensatez obliga.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.