Miguel Tirado Rasso
El viernes de la semana pasada, el equipo del presidente electo presentó el estudio sobre los pros y los contras en relación a la muy debatida construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM). Correspondió al futuro secretario de Comunicaciones y Transportes, Ing. Javier Jiménez Espriú, leer un resumen del documento que incluye los dictámenes técnicos de expertos, que han de servir de base para lo que, como lo señaló el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, se continúe el análisis del tema, por quienes algo o mucho sepan de esto, y cuya última palabra provendrá de una opinión popular vinculatoria obtenida a través de una consulta, encuesta o algo similar, cuyo formato se definirá más adelante.
El tema de la obra del NAICM y su ubicación, ha sido causa de fuertes cuestionamientos, hace ya un buen rato, 17 años. Para ser precisos, desde los tiempos del gobierno del presidente Vicente Fox, cuando se decidió ubicarlo en Texcoco, con la publicación de los decretos de expropiación de 5,391 hectáreas de terrenos ejidales, en octubre de 2001. Desde entonces, y hasta la fecha, los pobladores de San Salvador Atenco se han opuesto a esta obra, al principio, con enfrentamientos y luego con marchas y manifestaciones, siempre esgrimiendo sus machetes, aperos de trabajo que convirtieron en símbolo de su lucha.
Ante la fuerte presión de los pobladores de la zona, el Jefe del Ejecutivo tuvo que dar marcha atrás y cancelar el proyecto, en agosto de 2002, con lo que se dio vuelta a la hoja, optándose por la ampliación del aeropuerto de la capital del país con una terminal adicional (T2), que habría de inaugurarse, formalmente, hasta marzo de 2008, dos años después de lo proyectado. Así que ya no le tocó a Vicente Fox echarla a andar, sino a su sucesor, Felipe Calderón.
Tras unos ajustes en la ubicación de los terrenos en donde se levantaría el aeropuerto, y con base en estudios que se habían realizado años atrás y otros nuevos que confirmaban la conveniencia de la zona de Texcoco, el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto arrancó la obra, ya sin afectar las tierras de los pobladores de Atenco. No obstante lo anterior, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, de San Salvador Atenco, continuó, y hasta la fecha, su oposición bajo el alegato de que esta mega obra atenta contra los derechos a un medio ambiente sano, a la salud y el acceso al agua “de los pueblos originarios asentados en la zona de implementación”, a quienes nunca se les consultó sobre la obra. Argumento aducido en el amparo interpuesto en contra de la construcción del aeropuerto.
Y entre amparos, manifestaciones, estudios, dictámenes y consultas, el NAICM se tambalea ante la incertidumbre de su futuro. Pero más allá, de lo que pudiera resultar de la opinión de expertos, de la posibilidad de un triunfo judicial de los pueblos opositores o del resultado de una consulta popular que rechace esta obra, demande su cancelación y apoye la otra opción, la de continuar con la operación del aeropuerto actual y habilitar y ampliar el aeropuerto militar de Santa Lucía para operaciones comerciales, habrá que enfrentar un realismo técnico: el de la viabilidad operativa de esta propuesta. Porque esto, aunque no guste, pesará sobre cualquier otro argumento.
Existe un dictamen contundente sobre la ubicación del NAICM en Texcoco que es de tomar en cuenta, por quien lo elaboró. MITRE es una corporación norteamericana especializada, entre otros temas, en aeronáutica. Su Centro para el Desarrollo de Sistemas Avanzados para la Aviación es, a la fecha, el de mayor prestigio y reconocimiento a nivel mundial y sus dictámenes son tomados en cuenta por los organismos internacionales que regulan el tráfico aéreo. Y es que, en materia de seguridad aérea, el interés mayor a cuidar, es el de las vidas humanas.
Pues resulta que el dictamen que ha emitido esta consultora es en el sentido de que la ubicación del NAICM en Texcoco no sólo es la mejor opción, sino la única, en este momento. Y la propuesta de operar, simultáneamente, el aeropuerto actual y el de Santa Lucía, la considera inviable, por los riesgos de tráfico aéreo, la seguridad de los vuelos y la vialidad. Además de que agravaría el problema de tráfico aéreo y elevaría los costos de operación. El estudio correspondiente señala que las rutas de aproximación con la operación simultánea de los dos aeropuertos dan lugar a una inaceptable área de interferencia en San Mateo, punto en donde los pilotos inician el descenso.
Tecnicismos difíciles de entender, pero que para los expertos son fundamentales para la seguridad de los vuelos, que es un tema que no está a discusión. Y como la opinión de MITRE tiene su peso, una decisión contraria a su dictamen podría dar lugar a que la autoridad aeronáutica internacional vetara estos aeropuertos, con lo que nos quedaríamos con dos aeropuertos, pero sin vuelos internacionales.
Se habló de la opinión de unos técnicos chilenos a favor de la opción de Santa Lucía. Sin conocer de quiénes se trata, difícilmente se les daría más credibilidad, fuera de nuestras fronteras, que a MITRE. Porque hay que tomar en cuenta, que, si bien la obra es un tema interno del país, su operación y viabilidad caen indefectiblemente en terrenos internacionales. Así que, más nos vale que la consulta popular coincida con la opinión de los técnicos, porque si no, el resultado podrá ser una obra aprobada por la opinión popular, pero frustrada por ser inoperable.