jueves, diciembre 26, 2024

UN PEQUEÑO RESPIRO…Ramón Márquez C.

Ramón Márquez C.

-II-

César Menotti y Diego Maradona, seguramente el entrenador y el futbolista argentinos más prestigiados lo dijeron sin buscar subterfugios. Menotti, el filósofo profundo, lo anticipó; el polémico Maradona lo sentenció al final.

Dijo César antes de que empezara a rodar el balón mundialista: “En la década del 90, la selección y el fútbol argentino formaron parte del mundo de los grandes negocios. Jamás se hizo algo que sirva. Ahora la crisis es tan grande que no se resuelve ni ganando el Mundial”… Dijo Diego el día en el qué, para Argentina, el balón mundialista dejó de rodar: “Otra Copa que se va y que no nos deja nada. Veníamos al cine más que a la cancha. Porque veníamos a ver la crónica de una muerte anunciada. Y si Messi no regresa a la selección, somos un equipito más”… Se escribió en Clarín: Al fútbol argentino lo único que le quedaba era la Selección, que venía sobreviviendo a un tsunami de irracionales dirigenciales: 38-38 en una elección en la que votaban 75 representantes y en cuatro años tres presidentes de la AFA y tres entrenadores. Se entretuvieron con sus miserias políticas y abandonaron a la Selección. Argentina no se quedó afuera del Mundial por un capricho del destino. Tampoco había sido un hecho aislado el 1-6 amistoso con España. Argentina dudó y cambió en cada partido: 15 encuentros y 15 alineaciones para acabar por jugar sin un 9 clásico, la única constante en las formaciones del Sampaoli, víctima de un empacho táctico, incapaz de potenciar a Messi.

 

La de España también fue la crónica de una muerte anunciada: a partir del 21 de junio de 2016, y dirigida la selección por Julen Lopetegui, un entrenador joven, audaz y futbolísticamente revolucionario, obtuvo notables resultados que la colocaron entre las tres favoritas para ganar el título –Alemania, Brasil las otras dos-: invicta en 18 partidos –eliminatorias mundialistas y amistosos-, 13 victorias y cinco empates, 59 goles a favor y 12 en contra. Mientras eso sucedía, la Federación se veía envuelta en graves escándalos –incluido el encarcelamiento del ex presidente Ángel Villar, sustituido provisionalmente por Juan Luis Larrea- hasta que, el 17 de mayo del presente año fue electo un nuevo presidente: el abogado y exjugador Luis Rubiales. Lo primero que hizo, cinco días después, fue renovar hasta 2020 el contrato de Lopetegui como técnico de la selección. Hasta ahí, todo bien. Pero…

 

Sorpresivamente, el 31 de mayo Zinedine Zidane renunció a la dirección técnica del Real Madrid. Nada se dijo sobre su posible sustituto durante casi dos semanas, cuando se produjo la siguiente bomba: el 12 de junio, y a través de un comunicado de prensa, el Madrid anunció la contratación de Lopetegui como técnico del cuadro blanco. ¡A tres días del mundial Florentino Pérez dio el zarpazo! Diez minutos antes de hacer público el comunicado, Florentino informó a Rubiales lo que iba a suceder. Rubiales le pidió que esperara hasta el final del mundial, pero Florentino no hizo caso. Rubiales, quien estaba en Moscú en un congreso de la FIFA, llamó a la concentración del equipo. Le atendió Fernando Hierro –notable ex seleccionado y actual director deportivo del cuadro nacional-, quien le comunicó que Lopetegui estaba reunido con los jugadores para informarles lo que sucedía. Cuando Julen atendió a Rubiales le dijo que en la tarde daría una rueda de prensa. Rubiales lo prohibió e, iracundo, tomó el primer vuelo hacia Krasnodar y llegó a la concentración en la madrugada. El miércoles 13, a dos días del debut de España en el Mundial, Rubiales anunció la destitución de Lopetegui,  reemplazado por Hierro, con casi nula experiencia como director técnico –un año en el Oviedo, de segunda división-.

 

De ahí en más el volcán hizo plena erupción. La lava brotó de todos lados. Cada quien expuso sus motivos y las opiniones fueron muy encontradas. Cada uno de los protagonistas fue defendido a muerte y criticado severamente. Pero lo único cierto es que la selección estaba rota. Imposible sobrevivir a lo sucedido. La única esperanza era la tradicional Furia Roja, así llamada la escuadra por la manera en que suele afrontar cada compromiso. Pero la incandescencia volcánica también apagó la furia. España empató a tres con Portugal, y todo lo demás fue calamitoso pese la apurada victoria sobre Irán (1-0). Igualó a uno con la intrascendental Islandia, avanzó a octavos como primera del grupo B y enfrentó a la más que mediocre Rusia, recientemente goleada 3-0 por Uruguay. Entonces se produjo el drama: España jugó a la inutilidad: cuatro millones de pasecitos –la gran mayoría laterales- de medio metro o metro y medio cuando mucho, un gol auto-anotado por Ignashevich, un penalti concedido estúpidamente por Piqué, 0-0 en los tiempos extras, dos penales fallados por Koke y Aspas, y adiós. A casa…

 

El diario As realizó una encuesta: ¿Quién es el responsable de la eliminación de España? Votaron 207 mil 293 lectores y Rubiales fue el más señalado: 52.46 por ciento y, después: Florentino -25.14-, los jugadores -13.61-, Lopetegui -5.83- y Hierro -2.96-.

 

¿Y qué sucedió con México? Encontrémonos aquí mañana para conversar.

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