Carlos Galguera Roiz
La campaña electoral mexicana, está demasiado cargada de fuegos altamente graneados y escasamente provistos con razonamientos de fondo; demasiadas vísceras, neuronas casi huidas…
Este panorama de ingredientes, acompañan infinidad de discursos, mensajes, videos, pantallas, micrófonos… en los que aparecen los buenos, como buenísimos y los malos, diabólicos, terribles…
Las cosas en la política, incluso en la mexicana, como en la vida misma, no se traducen en esas caricaturas patéticas, que alimentan dialécticas electorales, a través de infinitos canales disponibles…
Veamos una cuestión, en estos intercambios furibundos, recurrentes, me refiero a las promesas, los señalamientos concretos.
Me dicen ciertos analistas, ciudadanos comunes: uno de los candidatos, el que lidera, de momento, la preferencia de voto, no presenta propuestas consistentes, una vez dice una cosa y a la vuelta de la esquina defiende la contraria….
Así que me aseguran, los que abominan de esta falta de consistencia, que votaran a otros candidatos, lo cual quiere decir que lo harán por Anaya, no hay mas ofertas, ya que el abanderado del PRI tiene en este partido una losa, muchas toneladas de peso, que lo delatan como el gran causante – demasiado largo recorrido – del deterioro imperante.
Tratemos de poner sobre la mesa alguna dosis de lógica cartesiana, aunque sea mi versión particular, seguramente limitada….
Si un candidato no despeja dudas sobre sus futuras actuaciones, o lo hace de forma un tanto vaga, poco concreta, sin demasiadas precisiones…, no por ello, forzosamente, es que quiera esconder intenciones ocultas, perversas, sino podría ser que esté actuando con inteligencia de buen calibre y con honestidad intelectual…
Veamos un momento el panorama general: lo que ocurre en México es que hemos llegado a un nivel tal de Corrupción, es preciso remarcarlo, con diversas, perversas, incluso sangrientas ramificaciones, que de lo que se trata es de señalar, para los eventuales Poderes entrantes, el gran objetivo de la inmensa mayoría de mexicanos, todos los colores incluidos, la meta suprema sería una profunda regeneración, aunque suene un poco vago, un tanto genérico…
Plantear esto así es la gran flecha para orientar a la ciudadanía votante; señalar con detalle los caminos para lograrla, concretar las vías para llegar a esta cima, puede contener, por un lado grandes dosis de irresponsabilidad, no se conocen los mil vericuetos de la escalada…, por otro es fácil blanco para ataques, sin defensa posible, los futuribles no tienen verificaciones fehacientes…
¿Cómo señalar con el dedo las rutas para conquistar la cumbre? Las sendas a recorrer se irían logrando según las circunstancias, siempre complejas, vayan apareciendo… manteniendo la flecha de la Regeneración, siempre apuntando hacia arriba.
Si, si señores, las dialécticas electorales al uso, incitan a los candidatos a definir sus actuaciones concretas, lo cual conlleva trampas evidentes; si se reclaman pecados pasados, caben los debates, si se señalan trayectorias habidas habría que renegar de ellas o reivindicarlas, pero el futuro, lo que se va a hacer, requiere otros tratamientos, es una historia diferente, aun no escrita…
Prometer Paraísos no empobrece a ningún vocero, explicarlos, a partir de actuaciones pasadas, constatables…es lo que puede aniquilar, o catapultar, si los resultados fueran brillantes.
Hablar claro es lo que deberían reclamar los ciudadanos a unos y otros protagonistas de la contienda; hablar, pero de lo que pueden hablar con solvencia, no explicar el futuro prometido, con sus pertinentes, imposibles, detalles…, admitamos solamente una cierta visión, forzosamente edulcorada
Es la tesis de esta reflexión; se trata de señalar metas, la cumbre a coronar y tratar de generar credibilidades, activa o pasiva…para conseguirlas.
El pasado es una referencia concreta, medible, las esperanzas futuras siempre tienen una componente gaseosa, fácil de proclamar, imposible de verificar…
En esas estamos…