CIUDAD DE MÉXICO, 21 de diciembre (AlMomento MX).- Vicente Herrasti es un narrador, traductor, ensayista y editor nacido en la Ciudad de México en 1967, prominente a la hora de escribir y que al mundo de la literatura le ha dado novelas como Taxidermia (CNCA, 1995), Diorama (Joaquín Mortiz, 1998; Muchnik Editores, 2000) y La muerte del filósofo (Joaquín Mortiz, 2004; Alfaguara, 2008); por mencionar algunas y que en esta ocasión presenta su más reciente novela que nos da lo mejor de sí y sus palabras: Fue.
Se trata de una aventura literaria en la que Avi es el huracán que se hará acompañar de un joven viajero, La Blanca, la vieja oráculo, Evaristus, el heredero terrateniente, Boro, el criminal rencoroso, para darnos un majestuoso recorrido reconstruido de los primeros años de nuestra era, cuando el Imperio Romano vivía sus momentos de mayor esplendor, sí, aquel momento en el que el cristianismo era la aspiración de unos pocos, los dioses de la antigüedad poblaban todos los intersticios del mundo y destino y voluntad formaban un transcurrir armónico.
Es a través de las líneas que el autor nos lleva de la mano de una erudición abundante, que en otro caso podría resultar casi abrumadora, un pasaje donde la narración es el la iluminación de los escenarios en los que se mueven los personajes y en que tienen lugar las acciones que describe.
Sin lugar a dudas es una trampa compleja que sostiene una vida simple pero llena de circunstancias épicas e insignificantes, como las vidas de todos, extraordinarias. Es una lectura que nos lleva a recorrer paisajes magníficos y aterradores, a aspirar y deleitarnos con aromas exóticos, a sufrir tormentos y vejaciones, a recorrer caminos inauditos hacia lugares hábilmente imaginados, a aceptar que la historia, en cualquiera de sus momentos, siempre es confusa para quien la viva y trata de descubrirla en la experiencia propia, pero que la posteridad puede entender como un bello sueño, un océano de palabras.
«Porque ya hemos dicho que la belleza o es brutal o no es belleza y también insistimos en que la de Evaristus lo era. Igual que su memoria perfecta excluía el recuerdo, la belleza del heredero tornaba inútiles las tentativas de olvido. Encontrarse con Evaristus era un evento definitorio.»
AMN.MX/kica