Sergio Gómez Montero*
Soy la soledad de los postes telegráficos
A lo largo de los caminos
Desiertos
L. S. Senghor: “Estoy solo”
Por lo común cada seis años ambas fechas se juntan y la una le quita presión a otra, aunque el destape siempre es el destape. Es decir, el destape presidencial siempre importa más que la designación del nuevo gobernador del Banco de México, aunque este año si bien le dejarán esa decisión a EPN, hasta hoy no se sabe si ello será premio de consolación para él o si será doble premio de fin de sexenio. ¿Usted qué cree: Meade correrá como candidato del PRI a la Presidencia o se conformará sólo como gobernador del Banco de México?
Es decir, se mantiene viva la lucha entre las fuerzas priistas que aún no deciden finalmente cómo será el dedazo, si ello será sólo decisión de Peña Nieto o esa decisión corresponderá a otras fuerzas del PRI, que creen que para conservar el poder habría que virar un poco a la izquierda para poder vencer la fuerza cada vez mayor que representa López Obrador. Para Peña Nieto, es cierto, el fraude es suficiente para volver a vencer al personaje antes mencionado. Su cinismo da para eso y más, aunque eso haga olvidar el espíritu que, en sus orígenes, mantuvo la revolución del 17 y que se identificaba plenamente con el anarcosindicalismo y con los Flores Magón. Es cierto, esas presencias poco duraron como parte de la revolución mexicana, y por eso escaso fue el parentesco que ella tuvo con la revolución rusa y sobre todo con las ideas de Lenin, lo cual explica el porqué entre ambas revoluciones no hay identidad ninguna. Ambas nunca caminaron paralelamente: la primera, por lo común siguió un camino abiertamente capitalista; la segunda, a fines de los setentas torció el camino.
Si bien es inútil buscar afinidades entre ambos movimientos sociales, más inútil es aún pensar que la vía electoral de la mexicana –totalmente identificada con el capitalismo– en algo respeta la voluntad de las mayorías, desde que ella, esa voluntad ha tratado de expresarse por la vía mencionada, díganlo si no los más de 80 años de poder priista y panista. ¿Por qué entonces ahora creer en una vía, la electoral, para conquistar el poder social de la Nación?
Ese es hoy el verdadero dilema que se resolverá en el 2018: ¿al fin, luego de más de 90 años de votar en México, se respetará la voluntad del pueblo o, como siempre, la voluntad allí expresada sufrirá nuevamente de fraude y la voluntad de los pocos vencerá fraudulentamente y con la fuerza militar y policiaca la voluntad de los muchos? ¿A dónde conduce a las mayorías populares el engaño perenne que concreta siempre lo electoral? ¿Tiene algún sentido ese juego social?
Lo electoral hoy debe enseñar más que nada a luchar a quienes tradicionalmente sufren el engaño y la injusticia de los poderosos para disputar el poder de verdad por todas las vías que sea posible. Eso es lo importante, es lo que hoy proclama Marichuy Martínez Patricio, una lección que de aquí en adelante, poco a poco, irá construyendo el verdadero poder popular, que es el que tarde que temprano va a darle cuerpo al nuevo país por el que desde hace mucho tiempo estamos luchando.
Eso es lo diferente del proceso electoral del 2018: nos está enseñando a luchar. No importa, para nada, pues, saber quiénes serán ni los candidatos presidenciales ni quién será tampoco el gobernador del Banco de México.
Dilemas sin sentido.
*Profesor jubilado
gomeboka@yahoo.com.mx