domingo, diciembre 1, 2024

DEBATES Y DESLINDES: Ha muerto un gran hombre.

Por Gabriel Pereyra

 

Con Tony,  murió uno de esos hombres que la humanidad necesita  para sobrevivir. Una persona que cuando   tratas y conoces  te reconcilian  con la vida y la humanidad,  son esos  seres que sirven sin pretensiones con una  ética profesional  y nobles sentimientos

El  doctor  Marco Antonio Calleja,  era un médico de  cuerpos y almas que trasciende su tiempo y su espacio y  quedan como ejemplo para los oaxaqueños y para la humanidad. Su actitud de servicio me recuerda a San Lucas, ese médico que tiene como símbolo el cristianismo o  Hipócrates  de Cos, que separa a la ciencia  de la medicina, del pensamiento mágico;  o Galeno de Pérgamo, quien descubre y da a conocer parte de la anatomía humana en forma científica; o Edward Jenner que descubrió la vacuna contra la viruela y ya en el pasado cercano  esta  Louis Pasteur, Alexander Fleming, Jean Brachet o  Francoiise Barre-Sinoussi y Luc Montagnier, estos últimos que descubrieron el virus del sida. Todos ellos con una vocación y amor a la humanidad.

Tony pertenece a esos médicos  que unieron a su profesión un ferviente deseo  por  la investigación de los orígenes  y motivos de las enfermedades.   Unió a este  afán de investigación y estudio una  gran  calidad humana y una compasión por sus semejantes, como esos médicos que se van a África o Asia, a las partes más pobres de América Latina  para  atender y curar a los enfermos desamparados, destinados a morir sin atención. Su espacio territorial fue nuestra tierra Oaxaca y en ella esparció mediante la práctica médica y la enseñanza los conocimientos que fue atesorando y poniendo al servicio de sus pacientes.  Muchas veces en forma gratuita.

Tony unía varias cualidades,  la de los  hombres sencillos y sin pretensiones   que son admirados y la de los sabios que son respetados y honrados.  De  gran sabiduría,  con palabras simples, casi con humildad y con gran autoridad moral y científica explicaba las situaciones médicas y humanas que se le presentaban y sus remedios.  Lo recuerdo con alegría,  me   estrechaba  la mano con  energía y suavidad, observaba y  miraba en silencio,  con una leve sonrisa que  daba la  confianza de sus conocimientos.  Con seguridad preguntaba para certificar  y confirmar su diagnóstico.

Era mi médico, mi confidente, mi amigo. Sus certeros diagnósticos beneficiaron y salvaron  la vida  de muchas personas que  puse en contacto con él. Nunca dudé en hablarle por teléfono desde cualquier lugar, cuando alguien que me importaba me platicaban de algún diagnostico raro o fraudulento. Su sabiduría y confianza la  compartía con mis amigos y conocidos.  Los ponía al teléfono  para que le  explicaran sus males y él con una generosidad sin límites les decía su diagnóstico. Siempre era certero, nunca se equivocaba aún en los diagnósticos más difíciles

Tony tenía un  ojo clínico formidable,  era único.  Tenía  el oído hecho para  percibir la voz que emerge de cada ser adolorido.  Sus pacientes, seres penitentes llenos de angustia, esclavos arrodillados ante una enfermedad  encontraban en Tony apoyo y esperanza. Seres enfermos del cuerpo y del alma se sentía liberados con su asistencia. Tony rescataba lo mejor del ser humano,  les daba seguridad a su pensamiento,  los cubría de colores vivos y  airados y les transfería  su confianza y  seguridad.

Tony tenia  clara conciencia de que estaba en la tierra para hacer el bien, que los peligros y enfermedades que había sorteado era para servir a sus pacientes,  para  ayudar a las gentes. Finalmente se convirtió   en aquel luminoso personaje  de leyenda  que resucitó como un milagro para seguir haciendo el bien, para ayudar a todos aquellos que  acudía en busca de su ayuda y él,   sin reticencias  habría su corazón y entendimiento para aliviar a los  seres de la tierra  que habían  perdido sus sueños y se perdían  en la niebla del subdesarrollo y la enfermedad.

Vivir haciendo el bien,  es la enseñanza de Tony.  Hay que brindar por la hazaña de seguir vivos. Pese a todo la vida sigue siendo una maravillosa aventura.  Esperamos que nuevas generaciones  en este mundo monetarizado, tomen  la estafeta que deja en Oaxaca  el doctor Marco Antonio Calleja. “Tony” para los que lo amamos.  El “Sol muere y renace.

ggpereyra@hotmail.com

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