Fernando Irala
De repente, el tiempo se puso frío. Dicen los meteorólogos que el fenómeno de La Niña, aunado a otros desórdenes climáticos, nos enfrentará a una temporada extremadamente gélida en el invierno que ya se aproxima.
Pero en sentido contrario, la realidad sociopolítica mexicana ha empezado a calentarse en la etapa final de 2025.
El más reciente episodio fue la serie de manifestaciones que tuvieron lugar en medio centenar de ciudades del país, para protestar a nombre de la Generación Z, es decir, los jóvenes que nacieron entre el último lustro del pasado siglo y el primer decenio del actual.
Muchos de los manifestantes no eran tan jóvenes, como acertadamente observó la Presidenta, pero lo cierto es que sumados los asistentes en todas las urbes, hay cientos de miles de ciudadanos que conforman una creciente corriente de insatisfacción con la situación actual y, por supuesto, con el grupo en el poder.
Por lo demás, estas protestas no son aisladas. Su antecedente inmediato es la efervescencia por el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, al inicio del mes, que también ha generado un movimiento en ascenso de rechazo a la delincuencia, pero sobre todo al dominio que se le ha permitido en la vida cotidiana en buena parte del territorio nacional.
En otro carril se hizo notar, por segunda vez en el año, la disidencia magisterial, que desquició el centro de la capital del país y asaltó casetas de peaje en autopistas de varios estados. La CNTE era cabeza de un movimiento que estaba noqueado cuando llegó la 4T al poder, y fue resucitada por ésta. Cría cuervos, sentencia el viejo dicho. Esta vez, incluso sus líderes dejaron ver su estrategia a largo plazo: si el gobierno no cede en sus demandas, tratarán de interferir en el Mundial de futbol de 2026, dentro de ya pocos meses.
Hay más sectores inconformes. Los productores agrícolas, para quienes igualmente la 4T restituyó el viejo e ineficiente sistema de precios de garantía, y ahora han vuelto a la lucha del siglo pasado, cuyo objetivo es que el gobierno les compre a mejores tasas sus productos. Lo único garantizado con ese sistema es el conflicto permanente.
También amenazan con movilizaciones los transportistas de todo el territorio, un gremio que además de sus problemas y demandas naturales, es amenazado y agredido todos los días por la delincuencia organizada en las carreteras y autopistas.
Y como alguna vez dijo el politólogo Andrés Manuel, lo mejor es que se va a poner peor.
Lo notable es que todo esto ocurre cuando el régimen apenas ha cumplido su primer año de vida, lo que es muestra de un muy prematuro descontrol y desgaste.
La más desaconsejable estrategia es la que visiblemente se está aplicando, la soberbia: minimizar los riesgos, descalificar a los inconformes, hacer como que todo va requetebién.
Los dioses ciegan a los que quieren perder, reza el milenario proverbio griego.
