Por Pablo Cabañas Díaz
Gioconda Belli, poeta y novelista nicaragüense exiliada en España, volvió a México no como militante de la revolución sandinista, sino como símbolo del desencanto con sus antiguos ideales. Al recibir el Premio Carlos Fuentes en Bellas Artes, de manos de la secretaria de Cultura del Gobierno de México, Claudia Curiel de Icaza, recordó la solidaridad mexicana con Nicaragua durante la dictadura de Somoza y apeló a que México “recupere su memoria solidaria”. El discurso de la secretaria de Cultura abona a un nuevo episodio de frialdad entre México y el gobierno de Daniel Ortega, marcando otro tropiezo diplomático en la relación con Centroamérica.
El gobierno de Claudia Sheinbaum envió a la secretaria de Cultura a la ceremonia de Belli como gesto de respeto institucional, Managua interpretó su presencia como un respaldo a una escritora que el régimen considera “traidora”. El evento en Bellas Artes, se daba justo cuando se celebraba el cumpleaños número 80 de Daniel Ortega.
Nicaragua mantiene la cautela, mientras México sigue su camino de cuestionar la política interna de los países de la región. El caso nicaragüense se suma a una serie de deslices diplomáticos recientes. En julio de 2025, una avioneta con 427 kilos de cocaína decomisada en Colima desató un conflicto entre México y El Salvador, luego de que autoridades mexicanas sugirieran que la aeronave provenía del país centroamericano. Nayib Bukele negó el señalamiento y retiró a su embajador, obligando a México a emitir una aclaración oficial. El episodio expuso la fragilidad de las relaciones y la falta de coordinación política entre países vecinos.
Ambos casos reflejan una tendencia preocupante: la pérdida del liderazgo regional de México en América Latina. El discurso de cooperación y respeto mutuo ha sido reemplazado por gestos ambiguos y de diplomacia reactiva. La cancillería mexicana parece haber olvidado que Centroamérica no solo es un espacio geográfico de vecindad, sino un territorio político donde se juega la credibilidad histórica de México como mediador.
Mientras Gioconda Belli recordaba a Carlos Fuentes y el papel solidario de México en la lucha contra Somoza, la política exterior mexicana mostraba su desconexión con ese legado. La diplomacia, hoy, parece debatirse entre la nostalgia de lo que fue y la torpeza de lo que no sabe sostener.
