Gloria Analco
- El bautizo del mundo multipolar: Venezuela como escenario de un cambio histórico
Washington, con Donald Trump al timón, venía actuando en total libertad, violando el derecho internacional con una audacia que dejaba al mundo boquiabierto: movía portaaviones hacia Venezuela, sobrevolaba embarcaciones diminutas que, para rematar, les disparaba misiles, y el escándalo de su gobierno alcanzó su clímax cuando ocurrió lo inesperado: Estados Unidos intentó secuestrar a Nicolás Maduro.
Los ojos del planeta seguían la escena entre asombro y consternación. La soberbia estadounidense parecía no tener límites, y el mundo entero quedó paralizado, impotente ante un unipolarismo que parecía indestructible.
Y fue justo en ese instante cuando surgió el advenimiento del mundo multipolar.
Rusia irrumpió con fuerza militar y estratégica, China desplegó su poder económico y diplomático con movimientos calculados, y juntos bautizaron al multilateralismo en acción, mostrando que la soberanía de un país ya no puede ser vulnerada sin consecuencias.
Rusia no está entrando en un enfrentamiento directo con Estados Unidos en Venezuela; su acción es de apoyo estratégico y disuasorio, similar a cómo EE. UU. respalda a Ucrania:
Así se abrió un nuevo capítulo en la historia global.
El mundo multipolar dejó de ser una idea abstracta y se convirtió en fuerza tangible, capaz de actuar con rapidez y decisión. Rusia y China marcaron un parteaguas en el escenario internacional, enviando un mensaje inequívoco: el unipolarismo estadounidense ya enfrenta límites reales y visibles frente a bloques emergentes que pueden intervenir de manera rápida y efectiva.
En este contexto, el intento de secuestro de Maduro se revela como un acto ilegal y flagrante.
La investigación de la Associated Press documentó que Edwin López, agente de Homeland Security Investigations (HSI) destacado en Santo Domingo, contactó a Bitner Villegas, piloto de la aeronave presidencial venezolana, ofreciéndole una fortuna, protección y vida de ensueño para su familia a cambio de traicionar a su país y entregar a Maduro a Washington.
Ni la recompensa de 50 millones de dólares, ni los mensajes encriptados, ni las fotos ni la mención de sus hijos lograron quebrar la conciencia del piloto, quien respondió con firmeza: “Los venezolanos somos de otra calaña. Lo último que somos, es ser traidores.”
Mientras esto ocurría, Rusia y Venezuela consolidaban su alianza estratégica: ejercicios militares conjuntos, despliegue de misiles de última generación y presencia de mercenarios de Wagner enviaban un mensaje claro a cualquier intento unilateral estadounidense.
Paralelamente, se acordaron inversiones millonarias de empresarios rusos y venezolanos, reforzando la cooperación económica y demostrando que el mundo puede operar fuera del dólar y del control del OFAC.
China, por su parte, aseguró su participación estratégica en Venezuela mediante acuerdos sobre petróleo y desarrollo económico, reforzando su influencia y mostrando que la cooperación multipolar es efectiva incluso frente a la presión estadounidense.
En el mismo tablero, Colombia actuó con autonomía.
Gustavo Petro, incluido en la lista negra de la OFAC, viajó a Arabia Saudita y China, reuniéndose con inversionistas y líderes políticos, consolidando mercados alternativos y demostrando que la política estadounidense ya no podía aislar ni estigmatizar a los líderes latinoamericanos.
Cuba, por su lado, reafirmó su postura soberana frente a los ataques diplomáticos de Washington durante la Asamblea General de la ONU, con Díaz Canel -uniformado y firme-, señalando la unidad del pueblo cubano y la voluntad de adaptar modelos económicos modernos con la colaboración china, evidenciando que el control estadounidense sobre el Caribe se ha erosionado.
Europa, México y empresas globales también ajustan su estrategia:
Diversificación de socios, aseguramiento de microprocesadores y tierras raras, y la competencia empresarial en América Latina marcan la dinámica de un mundo multipolar en acción.
Mientras tanto, Washington sigue actuando por su cuenta, y su poder, aunque formidable, enfrenta límites estratégicos claros.
Venezuela se convirtió en escenario de una lección histórica:
La cooperación estratégica y el multilateralismo pueden frenar los abusos de poder y proteger la soberanía nacional.
La intervención rápida y calculada de Rusia y China no solo bloqueó un secuestro ilegal, sino que mostró que el mundo multipolar puede imponerse cuando la soberanía de un país es amenazada.
Este momento marca un verdadero punto de inflexión:
América Latina se coloca como protagonista de la nueva geopolítica, y el bautizo del mundo multipolar ya es una realidad tangible.
La lección final es clara: los tiempos del unipolarismo absoluto han terminado. La soberanía, la cooperación internacional y la capacidad estratégica de los bloques emergentes ahora marcan el ritmo del planeta.
América Latina deja de ser un tablero pasivo: es un espacio de decisión, de poder, de alianzas estratégicas, y el mundo observa cómo los dictados unilaterales de Washington se enfrentan ahora a la evidencia de un multilateralismo.
“Y mientras Washington lanzaba misiles a embarcaciones diminutas, el resto del mundo se frotaba los ojos y se preguntaba si alguien había puesto a un niño con un control remoto al mando de la política exterior más poderosa del planeta…”
