CIUDAD DE MÉXICO.- La paciencia del Gobierno Federal con los proveedores de la industria farmacéutica ha llegado a su límite. Tras exhibir a 33 empresas por no cumplir con la entrega de más de 43.9 millones de piezas de medicamentos, la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum ha advertido que no tolerará más retrasos ni irregularidades, anunciando un endurecimiento de las medidas que incluye desde la inhabilitación de las compañías hasta la presentación de denuncias penales.
La advertencia más severa es la posibilidad de llevar estos incumplimientos a la esfera judicial. Durante la conferencia matutina del pasado martes, se dejó claro que se están analizando las vías legales para interponer denuncias penales contra aquellos proveedores que no han honrado sus contratos. Esta medida se reservaría para los casos más graves donde se presuma intencionalidad o prácticas fraudulentas, marcando un precedente en la lucha contra la corrupción y la negligencia en un sector tan sensible como el de la salud.
De manera más inmediata, se ha puesto sobre la mesa la amenaza de inhabilitación. Las empresas señaladas tienen un ultimátum para regularizar sus entregas, y de no hacerlo, enfrentarán la consecuencia directa de ser vetadas de futuros procesos de licitación y compras gubernamentales. Esta sanción administrativa busca depurar el padrón de proveedores del Estado, asegurando que solo empresas serias y con capacidad de cumplimiento puedan participar en el abastecimiento de insumos médicos para las instituciones de salud pública del país.
Este nuevo episodio de tensión no es un hecho aislado. Existen antecedentes de investigaciones por parte de los órganos de control del gobierno. A principios de año, se informó que la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno ya tenía bajo la lupa a casi 60 empresas farmacéuticas por diversas irregularidades detectadas en compras consolidadas. Dichas investigaciones previas resultaron en la inhabilitación de al menos un laboratorio y en el inicio de un proceso penal contra otra compañía por la presunta falsificación de registros sanitarios.
Ante este panorama recurrente, se vuelve imperativo que la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno tome cartas en el asunto con celeridad y contundencia. El desabasto de medicamentos no es solo un problema administrativo o contractual; es una crisis de salud pública que afecta directamente a millones de pacientes. La falta de acceso a tratamientos, especialmente oncológicos, pone en riesgo vidas y socava la confianza en el sistema. La intervención decidida de las autoridades anticorrupción es fundamental para garantizar que la salud de los mexicanos no quede a merced de la ineficiencia o la posible corrupción de unos cuantos.
AM.MX/fm