Pablo Cabañas Díaz
El espiritismo en México abrió un espacio inesperado de participación femenina en un siglo marcado por la exclusión de las mujeres de la vida pública. Desde finales del siglo XIX, las prácticas espiritistas permitieron que numerosas mujeres se convirtieran en médiums, escritoras y líderes de grupos espirituales, alcanzando una visibilidad que no tenían en otros ámbitos sociales.
En una sociedad patriarcal, donde el acceso a la educación y la política estaba limitado, el espiritismo ofrecía una forma de autoridad alternativa. La figura de la médium, como canal entre el mundo de los vivos y el de los muertos, otorgaba a las mujeres un papel central en las sesiones espiritistas. Ellas eran las depositarias del mensaje trascendental, capaces de guiar comunidades en busca de consuelo y conocimiento.
Muchas espiritistas mexicanas también se interesaron por la escritura automática y la publicación de textos. Esto les permitió insertarse en el mundo intelectual, difundiendo ideas sobre moralidad, justicia y progreso. En varios casos, estas mujeres utilizaron el espiritismo como plataforma para cuestionar las estructuras tradicionales de poder y reivindicar un papel activo en la vida social.
Al mismo tiempo, el espiritismo les brindó un espacio de comunidad. Las sociedades espiritistas fueron lugares donde mujeres y hombres podían dialogar en relativa igualdad, compartiendo responsabilidades en la organización de círculos y asociaciones. Este aspecto fue innovador en un país donde los espacios de sociabilidad estaban claramente diferenciados por género.
La Iglesia católica reaccionó con dureza frente a esta participación femenina, pues el espiritismo minaba su control sobre la religiosidad de las mujeres. Sin embargo, la fuerza del movimiento espiritista se mantuvo, especialmente en sectores urbanos y de clase media.
El espiritismo en México no solo fue una doctrina espiritual, sino también una vía de emancipación femenina. A través de él, las mujeres encontraron un espacio de voz y poder, desafiando las normas de su tiempo y dejando una huella en la historia cultural del país.