jueves, julio 17, 2025

OTRAS INQUISICIONES: El último librero del Centro Histórico

Pablo Cabañas Díaz

pcdmx2025@proton.me

Enrique Fuentes Castilla murió el 8 de marzo de 2021. Para muchos fue sólo un librero de viejo; para otros, fue el último librero del Centro Histórico. Dos años después, La Jornada reportó que su familia donó el acervo de la Librería Antigua Madero a la Universidad del Claustro de Sor Juana. Allí surgirá el Fondo Librería Madero–Don Enrique Fuentes. Pero la noticia oficial no alcanza a contar quién fue Enrique, ni qué supuso habitar su mundo.

La librería se fundó en 1939, en la calle Madero, con un enfoque en literatura francesa. Cuando comencé a frecuentarla, quedaban aún novelas de Paul Valéry y poemarios de Verlaine en saldo. Enrique explicaba que vendía ese acervo para dar paso a su verdadera pasión: los libros sobre México. Su idea del librero no era la del comerciante, sino la del intermediario entre el lector y un destino impreso.

Antiguo directivo de Iberia, tenía redes en México y el extranjero. Lo obligaron a mudarse de Madero a Isabel la Católica no fue la renta, sino la amenaza de ocupación por parte de grupos ligados al ambulantaje. Las autoridades, me dijo, guardaron silencio. Desde la nueva sede, Enrique siguió vendiendo libros, conversando como si el tiempo no avanzara.

Me habló una vez de su hijo, Mariano, espeleólogo, desaparecido en una caverna en Puebla. Nunca lo hallaron. “Quién sabe qué vio allá abajo”, dijo. También me confesó haber vencido un cáncer. Para celebrarlo, viajó con su esposa a la Patagonia. Volvió feliz: “Tienes que ir”.

Hace poco fui al Claustro en busca de libros mexicanos traducidos. El catálogo digital no contenía los títulos, y el acervo aún no está disponible. Al salir, recordé que Enrique me regaló un libro con una nota suya en la contratapa: “Este espacio donde habita el libro… queremos seguir sirviendo a la ciudad”.

No conozco mejor forma de definir su vida.

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El Museo del Estanquillo presenta la exposición “Roberto Ruiz. Gigante de la miniatura”, con más de 600 esculturas talladas en hueso. Un homenaje gratuito al arte popular mexicano que estará disponible hasta diciembre en el Centro Histórico de la CDMX.

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