Alerta por la “droga zombi”: la xilacina se infiltra en opioides ilegales en México

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Patricia Retana
CIUDAD DE MÉXICO.- La pesadilla química tiene nombre: xilacina, conocida en la calle como la “droga zombi” por los efectos devastadores que provoca en el cuerpo. Su aparición en muestras de heroína y fentanilo en ciudades fronterizas de México, como Tijuana y Mexicali, ha prendido las alertas entre autoridades nacionales e internacionales.

La más reciente advertencia provino del programa Global SMART de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), que en su informe sobre nuevas sustancias psicoactivas señala que la xilacina “se detecta cada vez más en drogas ilícitas en la región latinoamericana”, particularmente en México.

Usada originalmente como sedante veterinario, la xilacina no está autorizada para consumo humano. Sin embargo, en el mercado clandestino está siendo mezclada con opioides sintéticos para potenciar sus efectos… a un costo altísimo. A diferencia de los opioides tradicionales, la xilacina no responde a los tratamientos convencionales de sobredosis, como la naloxona, lo que incrementa el riesgo de muerte. A eso se suman efectos colaterales alarmantes: lesiones necróticas, infecciones severas y abscesos gangrenosos que en casos extremos requieren amputaciones.

Una investigación encabezada por el Instituto Nacional de Psiquiatría, con apoyo de CONACYT y publicada por Reuters, reveló que 35 % de las muestras de heroína y 26 % de las de fentanilo analizadas en Tijuana y Mexicali contenían xilacina. La droga ya circula sin freno en zonas de alta marginación, donde el consumo problemático de opioides sigue en ascenso.

La situación es tan grave que la Secretaría de Salud y la CONADIC emitieron desde abril de 2024 una alerta sanitaria dirigida al personal médico en la frontera norte, alertando sobre la presencia clandestina de esta sustancia y sus consecuencias fatales. El problema, sin embargo, trasciende las capacidades clínicas: la xilacina representa un nuevo capítulo en la crisis de salud pública por drogas adulteradas y deja en evidencia la debilidad institucional frente al tráfico de sustancias emergentes.

El informe SMART de la UNODC subraya que el auge de la xilacina responde a una tendencia global: la circulación de nuevas sustancias psicoactivas (NPS) diseñadas para evadir controles legales, sin que los Estados logren adaptarse con rapidez. En este contexto, México se ha convertido en un campo de prueba para mezclas que combinan toxicidad, impunidad y lucro.

La pregunta ya no es si llegará a otras ciudades: la xilacina ya está aquí. La urgencia está en frenar su expansión antes de que lo que hoy es una alarma se convierta en tragedia masiva.
AM.MX/fm

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