viernes, mayo 16, 2025

Sin la gente que hizo el trabajo de campo, no estaríamos aquí: Tanxugueiras

GALICIA, ESPAÑA.- En entrevista con Carlos Crespo para La Voz de Galicia las Tanxugueiras fueron capaces de poner la música tradicional en el punto de mira del “mainstream” sin perder nunca su esencia y su orgullo como panderetas.

¿Cuánto le debe la música tradicional a Tanxugueiras? Aída Tarrío y Olaia y Sabela Maneiro dicen que deben mucho menos a todas esas mujeres que preservaron las canciones y melodías y a todas esas personas que hicieron el trabajo de recopilarlas y archivarlas. Como agradecimiento simbólico, publican O meu amor, una preciosa versión de una canción de Leilía, en el medianoir del viernes al sábado 17.

—¿Cómo recibiste esta dedicatoria del Día de las Letras a los cantores?

Sábela. Muchas veces hemos dicho a la gente de la Real Academia que un año deberíamos dedicar el Día de las Letras a esas personas anónimas que escribieron esa brutal poesía popular sin saber leer ni escribir. Así que para nosotros fue “¡por fin!”

—¿Cuál era la deuda que teníamos con ellos?

Sábela. Todo. Esa letra popular preserva la historia de cómo vivía la gente antes, preserva todo el patrimonio oral, preserva toda esa honestidad que tenemos las mujeres, preserva quiénes somos. En términos de música tradicional y letras, les debemos absolutamente todo.

Aída. Preservar nuestra identidad como pueblo.

—¿Cuál fue tu experiencia directa con esas mujeres?

Aída. La mía fue con mi abuela materna, que era modista. Vivo con ella desde muy pequeña, escuchando a los antiguos músicos del pueblo. A medida que crezca, siempre recordaré mi primera colección. Fui con mi abuela María y Fran [Sieira] a Cebreiro y pensé “¿pero qué es esto?”. Fue brutal. Y a los 10 años, no era consciente del oro que tenía en mis manos. Me enteré mucho después.

Olaia. Teníamos una bisabuela que tocaba la pandereta pero nunca llegamos a conocerla. Todo lo que había aprendido lo llevó consigo. Es algo que nos pone muy triste.

Sábela. Nuestros primeros contactos con el legado de la tradición oral fueron en asociaciones, pero ya en aquella época echábamos en falta profesores que nos explicaran de donde venía todo. Con el tiempo nos dimos cuenta de que lo que cantábamos y tocábamos no nació por combustión espontánea sino que hubo alguien que lo creó, que hubo señoras que cantaban eso. Más tarde, cuando empezamos a escuchar colecciones de gente como Xermán Muíños, Felisa Segade, Sés, Xabier Díaz, Xisco Feijoo o Fran Sieira, entre otros, nos dimos cuenta de lo mucho que estaba cambiando la tradición. La misma canción cantada en otro lugar o por mujeres de diferente edad era muy diferente.

Olaia. Por eso cuando ahora nos dicen: “¿Por qué decidisteis fusionar la tradición…?” No. No decidimos ni inventamos nada. Ya venían haciéndolo desde hacía mucho tiempo. Simplemente seguimos un legado.

—De alguna manera, ¿se podría decir que, además de los cantantes, esta celebración también es un homenaje a toda esa gente que se reunió?

Aída. Sin duda alguna. Son si no la base al menos el segundo paso de toda esta estructura. Sin esa gente, no tendríamos la sabiduría y el conocimiento de las letras y melodías que había. Así que estamos eternamente agradecidos a todas las personas que han hecho, están haciendo y harán, sin ningún afán de lucro, ese trabajo de campo y que nos permite a todos acercarnos a esos archivos musicales. Mucha gente nos toma como referencia porque somos contemporáneos y porque llegamos a los jóvenes de una manera diferente, pero sin esas personas que hicieron el trabajo de campo de Tanxugueiras no estaríamos aquí.

—Los cantantes también tenían un papel social muy importante. Cuando se reunían, hablaban de cosas que no se comentaban en público ni en casa.

Sábela. Por supuesto, sus canciones eran su manera de, sutilmente y con esa reticencia que nos caracteriza, hablar de cosas picantes, de meterse con la gente de al lado, con uno, con otro… La mayoría de las canciones están hechas para ligar o meterse con la gente, pero de forma dolorosa, sin que nadie se sienta en absoluto ofendido.

—¿Tiene usted algún informante favorito?

Aída. Para mí, obviamente, mi abuela.

Sábela. Yo, Teresa de los Cucos. Es súper espontáneo y brutal. Y también Rosa de Moscoso.

Olaia. Es que todos ellos dejaron auténticas maravillas y puro arte.

—Además de Leilía, también dedicas “Meu amor” a las mujeres que “guardaron el eco de las letras y melodías en sus gargantas, sembrando en ellas la memoria que hoy nos construye”. ¿En qué medida somos esa memoria?

Aída. Hasta el punto máximo. Nos sentimos como esas mismas mujeres pero de hoy. Cuando escuchamos las canciones o leemos los versos, sentimos que seguimos teniendo los mismos problemas y las mismas alegrías que ellos tenían, aunque sea en un contexto diferente. Nos sentimos muy identificados.

Olaia. Las tardes y las foliadas tenían la grandeza de ser espacios de libertad en una sociedad muy cerrada y opresiva.

—¿Por qué quisiste hacerle este homenaje a Leilía?

Olaia. Es que cuando éramos niños la música que escuchábamos era Leilía. Ellos fueron quienes pusieron las panderetas en el escenario. Fue como un mensaje subliminal que se quedó dentro de nosotros. Poco a poco te das cuenta que te dedicas a esto gracias a otras mujeres empoderadas que hicieron lo que ellas hicieron. Seguimos un legado, pero es mucho más fácil seguirlo cuando el camino ya está abierto. Y Leilía abrió y trazó ese camino dignificando la figura del pandereta.

Aída. Y también porque Leilía fue la puerta de entrada para muchas niñas a la música tradicional más pura, aquella que tiene su origen en las colecciones.

—Leilía fue la puerta para tu generación y ahora tú eres la puerta para la generación presente. ¿Cómo afrontas esto?

Sabela. Partiendo de la base de que somos inconscientes, sigue adelante con todo [risas]. Sentimos cierta responsabilidad porque tenemos la sensación de que estamos abriendo un camino que otros seguirán y ampliarán aún más. Pero muchas veces actuamos a ciegas.

Aída. Para mí lo mejor es que cuando miramos atrás vemos gente que está siguiendo ese camino que nosotros, entre otros, estamos abriendo. Sólo por eso ya merece la pena.

—Aquellos más puristas que pusieron el grito en el cielo cuando sacasteis “Figa” o “Midas” se quedaron callados cuando un año después las asociaciones estaban llenas de chicas que querían ser panderetas.

Sábela. Los cambios siempre son difíciles de aceptar. Parece que si cambias, es como si perdieras tu identidad. Cuando salió Figa o Midas, efectivamente hubo quienes temieron que olvidáramos de dónde veníamos. Pero con el tiempo creo que hemos demostrado que no fue así y las cosas se han calmado.

Aída. Lo único que pretendemos es, con el máximo respeto y cariño, tratar la música tradicional a nuestra manera y dejar volar nuestra imaginación y llevarla a diferentes lugares. Pero nunca obstruyáis el camino de aquellos que quieren mantenerlo más puro o hacerlo a la manera de las damas. Creo que la gente que nos criticó al principio se dio cuenta de que en ningún momento quisimos dañar nuestra cultura ni nuestra lengua, sino todo lo contrario, lo que tratamos de hacer es evolucionarla para mantenerla viva.

Olaia. Creo que tiene que haber una mezcla de todo, gente más purista que mantenga la tradición tal como es y gente que innove y llegue a nuevos públicos. Todos tenemos que vivir juntos porque todos somos necesarios.

—Ya estáis bastante avanzados en la grabación del nuevo disco. ¿Qué encontraremos en él?

Aída. Vamos a llevarlo un paso más allá. Lo hicimos en cada álbum y este no fue la excepción. Queríamos salir de nuestra zona de confort… Bueno, en realidad nunca tuvimos una zona de confort. Pero le estamos dando un nuevo aire a nuestro sonido sin dejar de ser cantantes y panderetas. Esto nunca faltará. Queremos seguir madurando y creciendo, sin perder nunca nuestra identidad. Y también echamos un vistazo a los temas que cubrimos. Hasta ahora siempre hemos querido dar voz a los problemas que hay en esta sociedad, aportar nuestro granito de arena para hacer el mundo un poquito mejor, y en este disco por primera vez vamos a hablar de nuestras propias historias y de nuestras inquietudes para que la gente pueda conocernos un poquito mejor y de una forma más íntima.

—En la dedicatoria de “Mi amor” dices también que estas mujeres hicieron del canto un camino “con principio pero sin fin”. ¿Cómo ves el futuro?

Aída. La tradición es lo único que siempre será genial. Los estilos van y vienen, pero la música y el lenguaje tradicionales son algo a lo que siempre nos adheriremos instintivamente.

Olaia. Su fin será cuando se acabe el mundo.

Aída. Y aún así, los cánticos resonarán.
AM.MX/fm


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