lunes, febrero 24, 2025

SIN LÍNEA

***Siguen los abusos, atropellos, vejaciones y explotación de la tropa a manos de jefes policíacos capitalinos
José SÁNCHEZ LÓPEZ
A mediados de la década de los setentas del siglo pasado, llegó a la Dirección General de Policía y Tránsito del DF, a la postre Secretaría de Seguridad Ciudadana de la CDMX, el tristemente célebre ARTURO El Negro DURAZO MORENO y con ello el famoso “entre” y la creación de la Hermandad Policíaca, una cofradía de jefes corruptos que se unieron para extorsionar a los miles de policías de la ciudad capital.
Los policías viejos saben de lo que hablo, pues desde entonces todo tuvo un precio.
Uniformes, patrullas, armas, balas, gasolina, refacciones, jefaturas de sector, comandancias, cruceros “productivos”, cuotas permanentes, vacaciones, etc..
El agrupamiento femenil “Cisne” era objeto de presiones y un abierto acoso para satisfacer las exigencias, de todo tipo, de los jefes en turno
TODO, absolutamente TODO. Y quien no cumplía era objeto de malos tratos, abusos, arrestos, cancelación de vacaciones, de permisos y despidos.
Para poder satisfacer las exigencias de los jefes, en la pirámide de corrupción que llegaba hasta los más altos niveles, la tropa tenía que salir a delinquir, a atracar a la ciudadanía, por lo que la sociedad se formó una imagen completamente negativa en general de la policía.
Para protegerse, los altos jefes formaron una alianza (La Hermandad) en la que se comprometían a cuidar unos de otros. Cuando alguno caía en desgracia contaba con los mejores abogados y el resto de los miembros de la sectas, incluso se cooperaban para que a la familia del caído no le faltara nada, como si no hubiera pasado nada y al librar las acusaciones o inclusive salir de prisión, volvía a ocupar otro cargo de importancia dentro de la policía.
Uno de los últimos personajes que por 45 años explotó a sus compañeros, fue LUIS ROSALES GAMBOA, apodado “El Titimo”, por su parecido con el muñeco del ventrílocuo Carlos.
A su salida, cuando el ingeniero RAYMUNDO COLLINS FLORES, estaba como secretario, se pensó que finalmente, luego de casi medio siglo, desaparecería La Hermandad.
Luego, con el arribo de OMAR GARCÍA HARFUCH se robusteció la especie y durante el tiempo que duró en el cargo, se corrigieron muchas cosas.
CLAUDIA SHEIBAUM PARDO, dejó la Jefatura de gobierno para ir en pos de la Presidencia y en su lugar quedó MARTÍ BATRES GUADARRAMA.
GARCÍA HARFUCH también dejó la Secretaría en busca de ser jefe de gobierno y pese a que ganó por 14 puntos de diferencia a CLARA MARINA BRUGADA MOLINA, le escamotearon la candidatura bajo el argumento de “la paridad de género”.
BATRES, en una extraña decisión, designó como nuevo jefe de la policía a PABLO VÁZQUEZ CAMACHO, y entonces, con diferentes personajes y distintos cargos, la temida Hermandad retornó con todo.
Volvió la extorsión pero con mayor cinismo, a grado tal que los jefes en turno, con sus muy, pero muy honrosas y escasísimas excepciones, acogieron como suya la frase de que: “el entre es una prestación social no escrita”.
Y la tropa volvió a ser pasto de los voraces jefes. Todas las prácticas de extorsión para sangrar al elemento de menor rango volvieron a aplicarse bajo la miopía, involuntaria o premeditada del licenciado en relaciones internacionales venido a policía.
Bajo esa tesitura, las aguas volvieron a su cauce y la tropa a ser explotada y maltratada.
Bastaría unas jornadas de trabajo de campo, no de escritorio, para que PABLO constatara la situación deprimente en que se haya la tropa, si no es que ya lo sabe pero no le importa.
Uno de esos jefes es LORENZO GUTIÉRREZ IBÁÑEZ, director de la Policía Auxiliar, también con décadas en el servicio.
Hace más de seis años, en diciembre de 2018, 26 comandantes de la Policía Auxiliar lo denunciaron por haberlos relevado, sin justificación, para colocar a sus parientes.
Entre los cargos otorgados, fueron la Jefatura del Estado Mayor de la PA, que asumió su esposa, THALÍA JEANETH ALBA ORTEGA y el de la Jefatura del Sector 56, que ocupó MARÍA ROSARIO ROMERO MÁRQUEZ, estrechamente ligada a LORENZO, así como muchos otros puestos más.
Los inconformes acudieron a las comisiones de derechos humanos de la Ciudad de México y a la nacional y también con SHEINBAUM PARDO, entonces jefa de gobierno, para denunciar los abusos y la aplicación del nefasto “entre”.
Nadie les dio siquiera respuesta.
Otro de esos disparatados nombramientos, fue el de LUCINA VARGAS BAHENA, a la que con el rango de subinspectora, la nombró comandante para hacerse cargo del personal que da servicio en estaciones del METRO y en otras áreas de movilidad.
Desde un inicio comenzaron a llover quejas por su prepotencia y sus malos tratos a sus compañeros, bajo el argumento de que es protegida del jefe “Corzo” y por eso nadie le puede hacer nada.
La misma historia: arrestos injustificados, jornadas laborales extenuantes, atropellos, insultos, acoso y hasta el doblaje obligado de turno.
Se dieron señalamientos, quejas y acusaciones en su contra. pero ninguna tuvo eco.
Sin embargo se dio un hecho de consecuencias graves, que requiere la intervención no de VÁZQUEZ CAMACHO ni de GUTIÉRREZ IBÁÑEZ, sino de la misma jefa de gobierno, CLARA BRUGADA, para que demuestre para que fue elegida y actúe con energía para acabar de una vez por todas con los abusos y atropellos a los elementos de bajo rango.
El lunes 17 de febrero, al momento que JAYR MONDRAGÓN ABURTO, placa 702193, se disponía a firmar la rendida (reporte de su servicio y salida del mismo), la subinspectora VARGAS BAHENA no permitió que todos los elementos firmaran.
MONDRAGÓN ABURTO, le dijo que él ya había cumplido con su servicio y que no se encontraba bien de salud, por lo que lo dejara retirarse, a lo que LUCINA respondió: ‘A mí me vale m…, me falta gente y te quedas, no te estoy preguntando si puedes o no, te estoy dando una orden, así que te quedas” y lo mandó a doblar tuno, sin haber descansado, a la estación Chilpancingo.
Cuando JAYR se encontraba en línea de torniquetes se desvaneció., Un usuario agarró el radio del elemento y solicitó apoyo. Personal del C-5 solicitó la unidad 049 de la Cruz Roja, pero cuando los paramédicos ingresaron a la estación, JAYR ya no contaba con signos vitales.
Había muerto víctima de un infarto.
Sus compañeros trataron de ubicar a LUCINA, pero para entonces “la jefa” ya estaba en su casa, descansando.
La prepotencia y la intolerancia había cobrado su víctima.
¿Seguirá la misma situación? ¿No habrá alguien que de veras, de manera honesta y valiente ponga fin a los vejaciones de aquellos jefecillos que se sienten omnipotentes cuando les dan un cargo por grande o minúsculo que sea?****EL PODER MAREA Y HAY QUIEN SE SUBE A UN LADRILLO Y LE DA VÉRTIGO DE ALTURA.***AU REVOIR.
joebotlle@gmail.com

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