miércoles, febrero 12, 2025

J. Inés Chávez García, el Atila de Michoacán

Luis Alberto García / Morelia, Mich.
*La negra historia de un multihomicida.
*Fue soldado de leva en el porfiriato.
*Dejó atrás su disfraz de revolucionario.
*Asoló el Bajío y el noroeste de Michoacán.
*Su actividad delictiva fue intensa entre 1915 y 1918.

Nació en Godino, Michoacán -pueblo perdido e insignificante perteneciente a la tenencia de Puruándiro, en el noroeste de ese estado-, el 19 de abril de 1889 y, tras numerosas tropelías y crímenes sin nombre, falleció de gripe española en Purépero el 11 de noviembre de 1918, después de desempeñar dos ocupaciones.
La primera, como general villista autonombrado que renegó de sus ideales; y la segunda, como un multihomicida en su empeño paralelo de bandolero cruel, ladrón y sanguinario como pocos ha habido en la historia del proceso revolucionario de 1910-1920.
José Inés García Chávez o Inés Chávez García, fue un militar que confundió las ideas revolucionarias y acabó como un bandido michoacano que participó en el movimiento armado de 1910, conocido por sus víctimas y adversarios como el “Atila o el “Ave Negra” de Michoacán” o el “Atila del Bajío”.
Debido a su baja extracción social sus orígenes son difíciles de localizar; pero al menos se sabe que nació en esa ranchería del municipio de Puruándiro, hijo de Anacleto García y de Bartola Chávez.
Antonio Villalón García, profesor normalista nativo de Nahuatzen, tiene una versión que indica que fue soldado de leva en el porfiriato y que combatió a Santana Rodríguez Palafox en Veracruz, al oriente del país.
Hay otras historias -refiere el profesor Villalón- que señalan que dejó voluntariamente su lugar de origen para mudarse a Zacapu a buscar empleo, ingresar al cuerpo de rurales maderistas y conocer a Gertrudis Sánchez, Joaquín Amaro y Anastasio Pantoja, con quienes estaría ligado de una u otra manera.
Tras el asesinato del presidente Francisco I. Madero, se levantaron en armas contra el golpista y traidor Victoriano Huerta, y que en marzo de 1913 Pantoja y Chávez García estuvieron juntos en la toma de Pátzcuaro, donde ambos se dieron gusto ordenando colgar enemigos en los fresnos de la Plaza Grande.
Para 1914, José Inés Chávez se encontraba operando en Michoacán bajo las órdenes de Francisco Cárdenas, cuando a fines de ese año ocurrió un hecho trascendental en su mediocre y opaca carrera militar.
En diciembre, carrancistas y villistas tomaron la Ciudad de México, lo que obligó a los primeros a replegarse y dejar de exponerse en zonas de riesgo, y debido a ello el general Francisco Murguía, que estaba en Toluca se tuvo que dirigir a Jalisco.
En ese trayecto tendría que pasar por Morelia, sitiada por Gertrudis Sánchez y Anastasio Pantoja -circunstanciales compañeros de Chávez- quienes no pudieron evitar un enfrentamiento, firmándose un pacto en el que Sánchez reconocía a Venustiano Carranza como Primer Jefe de la Revolución.
Sin embargo, al momento en que Murguía abandonó la capital michoacana fue emboscado por Amaro, que no ordenó fusilarlo pues se pasó al bando constitucionalista y terminó culpando a Pantoja por el incidente.
Chávez García y Pantoja fueron aprehendidos, y el segundo fue fusilado sin miramientos; pero cuando los carrancistas iban a ultimar a Chávez García, este fue salvado por la intercesión de uno de los amigos del general Alfredo Elizondo, gobernador de Michoacán.​
La ocupación de Morelia por las fuerzas constitucionalistas determinó en Michoacán una serie de gobiernos militares; pero fuera de la Constitución, en un periodo que abarcó tres años, entre el 1 de agosto de 1914 y el 6 de agosto de 1917.
En escenarios de violencia, criminalidad, política y bandolerismo desatados, la capital de Michoacán estuvo desguarecida durante esa etapa, sin gobierno, expuesta a los desórdenes y a merced de las facciones revolucionarias o supuestamente revolucionarias que la ocupaban.
Caso notable fue el de Gertrudis Sánchez, quien ocupó militarmente Morelia el 1 de agosto de 1914, decretando ausencia de poderes y disolviendo el Congreso y arrogándose facultades legislativas.
Así lo consigna Manuel Aguilar Ferreira en “Los gobernadores de Michoacán” (Talleres Gráficos de Michoacán, Morelia, 1958), sin que las convulsiones políticas y armadas cesaran y con José Inés Chávez García actuando libre e impunemente en el noroeste de Michoacán y el Bajío guanajuatense.
Se sucedieron las administraciones del general José I. Prieto, y del coronel Héctor F. López, hasta que apareció Alfredo Elizondo -el mismo que salvó la vida a Chávez en 1914-, quien hizo buenas realizaciones en nombre del grupo carrancista al mando de Álvaro Obregón.

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