martes, febrero 11, 2025

La religión en el origen histórico de Rusia

Rajak B. Kadjieff / Moscú

*La antigua Rus eligió el cristianismo oriental en 986.
*El príncipe Vladímir lo hizo tras renunciar al paganismo.
*Su abuela, la princesa Olga, influyó en su conversión.
*Los rusos decidieron entre cuatro opciones.
*¿Con cuáles criterios se guiaron para realizar su elección?

En una famosa crónica llamada la Leyenda de los Años Pasados -también conocida como la Crónica Primaria-, hay un episodio en el que, a fines del siglo X, el príncipe Vladímir de la Rus de Kiev decidió una nueva fe para su pueblo.
Representantes de diferentes religiones lo visitaron, describiendo elocuentemente los méritos de su fe e intentando convencerlo de que siguiera sus creencias, dando lugar a la historia rusa de los últimos mil años.
¿Por qué otras religiones no atrajeron al príncipe Vladímir y qué lo convenció del cristianismo oriental, que más tarde se convertiría en la Iglesia Ortodoxa Rusa? ¿Cómo eligió su fe?
Al concluir esa centuria, el príncipe Vladímir gobernaba la Rus desde Kiev, y según una crónica antigua, era un ardiente pagano, con numerosas esposas y concubinas, y era conocido por su carácter rudo y violento.
Sin embargo, esto no le impidió albergar ciertos temores porque se veía que se estaba rodeando por todos lados de nuevos poderes monoteístas.
Su abuela, la princesa Olga, que se cree que influyó en él, se había convertido al cristianismo oriental griego, y es venerada en la Iglesia ortodoxa rusa como la primera cristiana: la santa princesa Olga, igual a los apóstoles.
La Leyenda de los Años Pasados contiene una descripción detallada de cómo Vladímir eligió su fe, y es que un día de 986, tras otra exitosa campaña militar contra los búlgaros del Volga, que profesaban el islamismo, recibió la visita de representantes de la fe musulmana, que le dijeron que, a pesar de toda su sabiduría y fuerza, “no conocía la ley”.
Querían decir que el paganismo ruso no tenía reglas para organizar las distintas facetas de la vida, de modo que los búlgaros invitaron al príncipe a aceptar su ley y a seguir pidiéndoles que le explicaran en qué consistía su fe.
Como las principales tesis monoteístas eran en gran medida similares en las cuatro religiones, el príncipe (al igual que el autor de la crónica) se centró más en una definición concisa y exhaustiva de las diferencias entre los credos.
Al parecer, los búlgaros le respondieron que los principales rasgos distintivos del Islam eran que “había que circuncidarse, no comer carne de cerdo, no beber vino; pero después de la muerte se puede fornicar con las esposas”.
Vladímir no era ajeno al sexo: tenía unas cinco esposas y numerosas concubinas; sin embargo, no le gustaba la idea de la circuncisión ni la prohibición del cerdo y el alcohol, y según la crónica, Vladímir pronunció una frase legendaria: “La bebida es la alegría de toda la Rus. No podemos existir sin ese placer”.
Los musulmanes se fueron sin nada y pronto les siguieron los “germanos” -como se conocía a todos los europeos occidentales en la antigua Rusia-, que eran enviados del Papa. Le dijeron a Vladímir:
“Nuestra fe es la luz; nos inclinamos ante Dios, que creó el cielo y la tierra, las estrellas y la luna y todo lo que respira, mientras que vuestros dioses son sólo madera”.
También le hablaron a Vladímir de la obligación de observar un “ayuno no estricto según las propias fuerzas”, y tras escuchar a los emisarios del Papa, Vladímir los despidió sin más: “Id por donde habéis venido, pues nuestros padres no aceptaron esto”.
Según las crónicas occidentales, los “germanos” llegaron a la Rus en años anteriores, pero los príncipes rusos se opusieron a la idea de una alianza con ellos, así como a su fe.
Los príncipes optaron por Bizancio en su lugar, y resultó que la primera visita de los “alemanes” a Kiev había sido organizada por la princesa Olga, quien esperaba que el emperador bizantino temiera un posible acercamiento entre Rusia y la Europa católica y la pérdida de la paz con Kiev, y que hiciera concesiones a sus príncipes, concluyendo un acuerdo mutuamente beneficioso.
El emperador necesitaba al ejército ruso en la lucha contra los árabes por Creta, y su cálculo resultó ser correcto, abriéndose una fase relevante en la historia de los primeros años de la Rusia de esos tiempos.

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