Teresa Gil
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No solo en la ciudad de México, en todo el país, los vehículos chicos están alterando la forma de vida del peatón. De hecho éste tendrá que dejar de llamarse así porque simple y llanamente estará confinado en su casa. Con el aumento de vehículos que transitan por la calle, más 700 mil motos por lo menos, que se suben a veces a las banquetas junto con bicicletas y monopatines, ya es casi imposible transitar fuera de casa en la capital. La señora Clara Brugada, jefa de gobierno de la Ciudad de México prometió desde el principio de diciembre pasado que se haría una consulta para discutir el asunto. Nos parece absurdo una consulta acerca de medios de transporte que funcionan como motorizados en muchos casos, incluyendo el monopatín y que por ello deben de estar contemplados en las leyes de tránsito. Los encargados del transporte y de la seguridad en la CDMX y en las demás ciudades, deberían de actuar con rapidez, porque con el aumento de estos vehículos, la seguridad en la calle y banquetas aumenta en peligro cada día.
LOS DATOS EN LA CAPITAL DE ACCIDENTES, AUMENTAN POR AÑO
No pasa fecha en la que medios de todo tipo, entre ellos esta columna (lo acaba de hacer La silla rota), se refieran al peligro de los vehículos chicos y la expansión que van teniendo de acuerdo a los meses, su aumento, los permisos que da la autoridad muy satisfecha porque cobra registro y la poca vigilancia que se tiene sobre ellos en licencias. También en protección que deben de usar y en la necesidad de llevar pitos, timbres o chicharras o como se llamen, para advertir al viadante cuando van, ilegalmente, en banquetas, detrás de él. No cubren además, sobre todo bicicleteros y monopatinadores, los requerimientos de protección propia: casco especial, coderas, rodilleras y muñequeras.
EN OCHO AÑOS, VEHÍCULOS CHICOS AUMENTARON A MÁS DE 700 MIL EN LA CDMX
Si analizamos los datos oficiales, solo en motocicletas, el aumento de vehículos ha sido impresionante, al pasar de 160 mil en 2017 a más de 700 mil el año pasado, más de 540 mil vehículos de diferencia. Pero en ese lapso se les sumaron a las motos, las bicicletas y los monopatines, también llamados scooters. Sorprende que los medios que se ocupen de ellos, recalquen que son productos chinos. Quizá porque son más baratos y eso propicia su aumento. Pero el origen no puede ser mencionado como parte del peligro, porque es la autoridad la que debe controlar su uso. La advertencia sobre éstos es muy grave y es urgente que esa autoridad tome cartas en el asunto: se suben a las banquetas muy seguido y no llevan ningún distintivo solo al tipo o la tipa que van arriba de ellos. Las bicicletas también tienen esa permanente nulidad informativa. Buena parte de las que se suben a las banquetas no llevan placa informativa y junto con los monopatines, son los que más circulan en sentido contrario en las calles. Todo esto lo he comprobado por meses. En su momento me atropelló una bicicleta y han estado a punto de atropellarme monopatines ¡en las banquetas!
AQUELLA CHICHARRA QUE HACÍA RUIDO, PERO NO VIAJABA EN MONOPATÍN
Famosa es la fábula de Esopo, La chicharra (o cigarra) y la hormiga (Océano 2017) que enfrentaba a dos animalitos, uno muy trabajador la hormiga y otro que se la pasaba cantando, la chicharra. Esta pobre quedaba en ese ejemplo como el ser inútil, flojo que prefería la delicia de la música, en lugar de ponerse a sembrar o a surtir todas las necesidades. Como resultado, la hormiga se negaba a darle comida y cobijo en tiempos de carencia. Cuentos modernos, irónicos para hacer la critica a aquel moreno que fue esclavo, le hacen la advertencia de que la música, el canto, son parte del placer humano y el valor de un trabajo para cubrir necesidades, siempre debe combinarse con el arte y el placer de la música y la poesía. El señor Esopo que era un intelectual sensible, hubiera variado su fábula, para terminar con una hormiga que invita a la alegre chicharra a compartir lo que había reunido.