*Pemex y la CFE están en quiebra, consumen cuantiosos recursos fiscales, porque desde el México bueno y sabio, desde el embozo de primero los pobres, lo permitimos y auspiciamos, contentos de la molicie que nos facilita respirar: así nos damos por bien servidos con los programas del bienestar. Nuestra inteligencia está en hibernación, en anomia, en la mediocridad
*Más pronto que tarde habrá de decidir entre su lealtad a quien la sentó en la silla del águila, o la irrestricta y legal obediencia a su mandato constitucional, a su compromiso con los gobernados, con los pobres, aunque se le restrinja la disposición de dinero para sus programas sociales
Gregorio Ortega Molina
Esa idea o percepción de que los hábitos o costumbres del mexicano son parte esencial de nuestra manera de ser y comportarnos -propalada por Samuel Ramos y Octavio Paz-, no es totalmente cierta. Somos como todos los seres humanos, quizá con rasgos específicos de carácter unos, genéticos otros, pero padecemos de las mismas debilidades y sentimos idénticas necesidades a toda la humanidad.
Los que lucharon por el poder lo usan para ejercerlo, con sus matices de acuerdo al carácter de quien manda y a la docilidad de los destinados a obedecer, siempre, a pesar de las elecciones, las normas y su Constitución. Es casi una verdad constatada el dicho: el que nace para maceta no pasa del corredor.
Esa voracidad por los bienes públicos que parece inherente a nuestra raza, color de piel, formación religiosa, ética y cívica y educación escolar, se repite sin cesar en todas las naciones. Unos lo hacen con discreción y medida, otros gustan de presumir que son muy “chingones”. Son los niveles de impunidad los que parecen marcar la diferencia, porque la ley se cumple para contener, administrar, y no para suprimir, puesto que los gobernantes deben estar dispuestos a mancharse las manos y ensuciarse el alma con su toma de decisiones, sobre todo cuando de poner orden se trata.
¿Por qué, entonces, no atenúan la corrupción en Pemex y CFE, favorecen su desarrollo y despojan a esas empresas de esos viejos dilemas ideológicos, que hoy son inútiles, porque el proyecto de nación fue inmediatamente traicionado? Aquí hemos padecido no uno, muchos Carlos Andrés Pérez, y hoy sus émulos se enseñorean desde Palacio Nacional, embozados en una retórica nacionalista, para no enseñar las máscaras de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Evo Morales, Miguel Díaz-Canel, y así hacerse pasar por los prístinos demócratas que todo se merecen, hasta el perdón de sus excesos, sus dichos y su estupidez.
Pero aparecieron los aranceles -primero amago, desde el sábado realidad-, obligaron a la reflexión, pues en el envío al Congreso encomendado por la doctora Sheinbaum Pardo, las leyes secundarias de la reforma energética promovida por su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, se indica que se permitirá la apertura de inversiones nacionales y extranjeras del sector privado en los sectores eléctrico y de hidrocarburos; con la nueva legislación secundaria, ambas empresas estatales podrán celebrar contratos con privados, en el caso de Pemex para exploración y extracción de hidrocarburos, y con CFE para la generación de energía
Pemex y la CFE están en quiebra, consumen cuantiosos recursos fiscales, porque desde el México bueno y sabio, desde el embozo de primero los pobres, lo permitimos y auspiciamos, contentos de la molicie que nos facilita respirar: así nos damos por bien servidos con los programas del bienestar. Nuestra inteligencia está en hibernación, en anomia, en la mediocridad.
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¿Qué motiva a Trump? No los ilegales ni el fentanilo, el nexo con el narco
La doctora Sheinbaum Pardo resultó ser más perspicaz e inteligente que su antecesor, que gobernó a la trompa talega. Por lo pronto, puede deducirse que hay diálogo, negociación, con sigilo, puesto que lo que desde la Casa Blanca llegó, coloca a la presidenta de la República en serio dilema.
Más pronto que tarde habrá de decidir entre su lealtad a quien la sentó en la silla del águila, o la irrestricta y legal obediencia a su mandato constitucional, a su compromiso con los gobernados, con los pobres, aunque se le restrinja la disposición de dinero para sus programas sociales. Significa que el futuro del narco-Estado fincado sobre la utopía de Andrés Manuel López Obrador puede achicarse hasta desaparecer.
La negociación continuará, en sigilo, como lo exige la diplomacia y el éxito de los acuerdos, porque de todas maneras sólo los pobres quedarán satisfechos, pues se aleja el hambre de sus mesas y sus presupuestos. Se supone que el futuro de AMLO pudiera estar escrito. Veremos.
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