Teresa Gil
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No se sabe si Juan Ramón Jiménez el Premio Nobel español 1956, habrá presumido de haber nacido un 24 de diciembre, día que muchos solo dedican a sus preferencias religiosas. Pero a lo mejor si porque algunos de sus críticos dicen qu el poeta era medio pretencioso y que la figura de un burro que se hizo famoso a nivel universal, lo humanizó. Esos críticos se preguntaron desde entonces y aún ahora, porque Jiménez había escogido a un burro para centrar buena parte de su poesía en prosa, cuando hay tantos animales más poéticos de los que podía echar mano. Y no falta quien echa mano por su parte, de todos los animales que han acompañado a grandes creadores a través de la vida literaria. El gato sobre todo que tanto encantó a Poe y a Verlaine, y en el caso nuestro a Carlos Monsivais. Otros mencionan a Verlaine y a su cisne y desde luego a los grandes cuentistas que siempre se arrimaban a un animal para sacarle partido, entre ellos al caballo y el perro.
LA GRAN SORPRESA DE QUE SE GANARA UN NOBEL CON UN BURRO
La sorpresa que se llevaron los interesados en el premio Nobel en 1956 cuando el poeta nacido en Huelva España en 1881, ganó el Nobel. Causó quizá tanto impacto como cuando Bob Dylan fue nominado Nobel a despecho de muchos críticos que no lo consideraban un literato. El que un poeta gane un nobel a partir de un burro, solo podía entenderse leyendo los 300 poemas escritos en Platero y yo ( Educal 2015) y captar no solo la belleza y sensibilidad, sino la percepción humanística e incluso la información que Juan Ramón va dando en su recorrido con el asno. El lo describe en dos renglones en el inicio de la obra:
“Platero es pequeño, peludo, suave, tan blando por fuera que se adivina todo de algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de sus ojos son duros, cual escarabajo de cristal negro”.
JIMÉNEZ DE ALTA CREATIVIDAD PERO SE LE RECONOCE POR PLATERO
Se queda uno sorprendido de la gran obra del poeta español autor de Platero y yo. Solo se cuentan desde 1900 a 1992 cuando ya tenía 34 años de muerto, la publicación de alrededor de 70 0bras poéticas. Siete de prosa entre la que se encuentra Platero y yo, aunque para algunos analistas entraría en sus poemas, aparte de 26 antologías y y selecciones y siete ensayos entre otros escritos. Si viviera vería con tristeza que el animal que causó tanta admiración en el mundo dos años antes de su fallecimiento, está en una etapa de casi desaparición. Hay sitios que tratan de encontrar la fórmula para que el animal subsista, pero al parecer, como muchos animales cuya presencia hoy nadie demanda, van directo a la extinción. Juan Ramón Jiménez tendría que llamar a aquella su Zenobia del libro que no era otra que su propia esposa, para le ayudara a dar un soplo de vida a tan noble animal.