Pablo Cabañas Díaz
Dos personajes de la mafia, tuvieron una importante presencia en México en el primeros años del siglo XX: “Lucky” Luciano, considerado como el padre del crimen organizado estadounidense y Benjamin «Bugsy» Siegel quien fue el primer inversionista en Las Vegas, Nevada, al fundar el primer gran hotel de la ciudad, el famoso Flamingo, inaugurado en 1946.
Lucky mantenía una estrecha amistad desde sus años adolescentes con “Bugsy”, y gracias a la llamada Ley Seca, esa amistad se fortaleció. La prohibición de producir y vender bebidas alcohólicas estuvo vigente, de 1920 a 1933, en esos años, la mafia invirtió en las ciudades fronterizas mexicanas en cantinas, casinos y prostitución. A los empresarios estadounidenses en esos negocios, que tenían relación con la mafia, se les conoció en México como los “Barones de la Frontera”.
En los años de la Ley Seca, en Tijuana se abrieron centros de apuestas que ofrecían espectáculos de variedades, como luego ocurriría en Las Vegas. La principal inversión la realizaron en un hotel casino e hipódromo que se había construido en 1928, conocido como Agua Caliente. El lugar pertenecía a Abelardo L. Rodríguez, quien fue gobernador del entonces territorio de Baja California y también presidente de México.
El negocio se acabó en enero de 1935, cuando el presidente Lázaro Cárdenas prohibió los casinos. Para entonces ya se había levantado la Ley Seca en Estados Unidos, y comenzaba el auge del negocio de las drogas, en el que el grupo de Al Capone se había iniciado en gran escala, pues antes comenzó a conseguir la morfina y el opio en México para su venta en Los Ángeles, una de las ciudades con mayor consumo en esa época.
A finales de 1938 Virginia Hill, intermediaria, publirrelacionista y ex amante de varios mafiosos, entre ellos Bugsy Siegel y Lucky Luciano, se habían establecido en Los Ángeles para relacionarse con políticos, procuradores, jefes policiacos y figuras de Hollywood como Erroll Flynn, George Raft y Gary Cooper.