ALEJANDRA MUNGUÍA CAMBRÁN
⦁ NI COMO ECHARLE LA MANO. La comparecencia de Rosario Ibarra de Piedra en el Senado de la República para continuar al frente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos no solo ventiló su incapacidad para hacerlo, sino también que llegó ahí por capricho de López, quien además siempre lo dijo, 10 por ciento de capacidad y 90 por ciento de lealtad y así como ella hubo un montón de nefastos en el anterior sexenio. Su desconocimiento en la materia fue totalmente evidente, tanto, que muchos morenistas llegaron a decir que no la apoyarán, pero claro, hay voces como las de Fernández Noroña que solapan el tremendo oso que hizo Ibarra de Piedra, pero dejemos a un lado la total ignorancia de la ñora, durante su gestión tuvo señalamientos de corrupción, desvíos y omisiones en la protección de los derechos humanos. Recordemos que no se le bajó de un florero, en donde lo único que sobresalían eran los escándalos, en donde 12 de los 13 colectivos defensores de derechos humanos que asistieron al ejercicio de “parlamento abierto” en el Senado, dentro del proceso de renovación de la presidencia de la CNDH, pidieron abiertamente a los senadores que no avalaran la reelección de Rosario, porque “se necesita de una persona independiente y sin sesgo partidista”. Estas mismas activistas la consideran como la peor presidenta en los 34 años de la historia de la CNDH. Ninguno de los ombudsman anteriores mostró tanta ineptitud, desconocimiento e indolencia en la obligación de defender a los ciudadanos ante los abusos, excesos y violaciones de derechos humanos de las autoridades federales. Todo apunta a que la favorita es Nashieli Ramírez Hernández, actual presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX.
⦁ A UN MES DE GOBIERNO. Nada fácil para la presidente con A ha sido este primer mes de administración. La crisis de inseguridad y la turbulencia política derivada de la reforma judicial impulsada por su antecesor, están causando estragos y lo peor es que tiene las mismas contestaciones estúpidas de López; el mismito discurso de desprestigio a sus adversarios, claro, ahora no puede culpar al gobierno anterior. Cierto, es muy difícil dar un diagnóstico a tan sólo un mes de administración, esperemos que en esta ocasión la curva de aprendizaje no les dure seis años. La realidad es que el país está seriamente dañado y hay mucho que hacer en seguridad, economía, reconciliación, política social y energética, así como en muchos otros ámbitos. Y a copy-paste le falta otro duro golpe, saber con quién tendrá sentarse a negociar, si con el racista de Donald Trump o con Kamala Harris; el futuro de la relación será complicado. Pero en México, la violencia cada vez es más alarmante, está desatada y los mexicanos estamos más asustados, mientras ellos siguen sin encontrar el rumbo. La violencia y el crimen organizado son temas candentes. Sinaloa es el ejemplo más dramático desde hace mes y medio. Los coches bomba en Guanajuato, el asesinato del sacerdote y la masacre de migrantes en Chiapas, el alcalde de la capital estatal en Guerrero, los narcobloqueos y quema de tiendas en Tabasco. Lo más reciente, los artefactos explosivos que se aventaron desde una avioneta en la localidad de Vascogil, Durango.