martes, noviembre 19, 2024

Certificaciones y beneficios financieros: un vistazo detallado a los incentivos para constructores

En el mundo de la construcción, los incentivos gubernamentales y las certificaciones ambientales han tomado un rol protagónico para impulsar proyectos más sostenibles. Estos mecanismos no solo ofrecen beneficios económicos a las constructoras, sino que también contribuyen al desarrollo de edificaciones que minimizan su impacto ambiental. En América Latina, una de las certificaciones más relevantes en este ámbito es la Certificación EDGE (Excellence in Design for Greater Efficiencies), que se ha convertido en un estándar clave para proyectos de construcción ecológica.

¿Qué es la certificación EDGE?

La certificación EDGE es un sistema de certificación global que promueve la construcción de edificios eficientes en el uso de recursos. Desarrollada por la Corporación Financiera Internacional (IFC), parte del Grupo Banco Mundial, EDGE se centra en tres áreas principales: la reducción del consumo de energía, la reducción del consumo de agua y la reducción de la energía incorporada en los materiales. Para obtener la certificación, un proyecto debe demostrar al menos un 20 % de ahorro en cada una de estas áreas en comparación con un edificio típico.

Esta certificación es particularmente atractiva para los desarrolladores en mercados emergentes, como América Latina, debido a su enfoque práctico y su adaptabilidad a diferentes contextos económicos. Además, el proceso de certificación es relativamente rápido y accesible, lo que permite a las constructoras obtener un reconocimiento formal por sus esfuerzos en sostenibilidad sin enfrentar procesos prolongados o costosos.

Incentivos gubernamentales y su impacto en la construcción sostenible

A medida que la sostenibilidad se ha convertido en una prioridad global, los gobiernos de América Latina han implementado una serie de incentivos financieros para alentar a las constructoras a adoptar prácticas más ecológicas. Estos incentivos incluyen desde exenciones fiscales hasta subvenciones directas, y están diseñados para reducir las barreras económicas que a menudo dificultan la adopción de tecnologías y prácticas sostenibles.

Por ejemplo, en México, el gobierno ha establecido un esquema de incentivos fiscales para desarrolladores que obtienen certificaciones ambientales como EDGE. Estos incentivos incluyen deducciones fiscales significativas en la compra de materiales de construcción ecológicos y en la instalación de sistemas de energía renovable. Además, los proyectos que cumplen con los requisitos de eficiencia energética pueden acceder a financiamiento preferencial a través de instituciones financieras públicas y privadas, lo que reduce significativamente los costos de capital.

En Brasil, el Programa Nacional de Eficiencia Energética en Edificaciones (Procel Edifica) ofrece subsidios para proyectos que incorporan tecnologías de eficiencia energética y cumplen con criterios de certificaciones como EDGE. Estos subsidios pueden cubrir hasta el 30 % del costo total de las mejoras necesarias para cumplir con los estándares de eficiencia, lo que representa un incentivo considerable para los desarrolladores.

Bonos verdes y préstamos sostenibles: un apoyo adicional para los constructores

Además de los incentivos directos, los gobiernos de la región han promovido el uso de bonos verdes y préstamos sostenibles como mecanismos de financiamiento para proyectos que buscan certificaciones como EDGE. Estos instrumentos financieros, que están destinados específicamente a financiar proyectos con beneficios ambientales, han ganado popularidad en América Latina.

En Chile, por ejemplo, el gobierno ha apoyado la emisión de bonos verdes para proyectos de construcción sostenible, ofreciendo garantías parciales a través del Banco del Estado de Chile. Esta medida ha permitido a los desarrolladores acceder a financiamiento a tasas de interés más bajas, lo que a su vez ha incentivado la construcción de edificios certificados bajo estándares como EDGE.

De manera similar, en Colombia, el gobierno ha colaborado con instituciones financieras para ofrecer préstamos sostenibles a desarrolladores que buscan certificaciones ambientales. Un ejemplo concreto es el protocolo verde celebrado entre el gobierno y Asobancaria, la Asociación de Bancos y de Entidades Financieras de Colombia.

En él, se plantea el incentivo a créditos e inversiones para proyectos que promuevan el uso sostenible de recursos naturales y la competitividad de sectores productivos, así como la promoción de prácticas sostenibles dentro de instituciones financieras. También incorpora criterios ambientales y sociales en el análisis de riesgos de crédito e inversión para proyectos que impacten en el medio ambiente.

Los beneficios de la certificación EDGE para las constructoras

La adopción de la Certificación EDGE no solo permite a las constructoras acceder a los incentivos gubernamentales, sino que también ofrece una serie de beneficios adicionales. Los edificios certificados con EDGE tienden a tener costos operativos más bajos debido a su eficiencia en el uso de recursos, lo que se traduce en ahorros significativos a largo plazo para los propietarios y ocupantes. Además, estos edificios suelen atraer a un mercado más amplio, ya que los consumidores y arrendatarios están cada vez más interesados en espacios que ofrezcan beneficios ambientales y económicos.

Además, la obtención de la Certificación EDGE puede mejorar la reputación de las empresas constructoras, posicionándolas como líderes en sostenibilidad en un mercado competitivo. En un entorno donde la sostenibilidad se está convirtiendo en un factor decisivo para los inversionistas y consumidores, contar con una certificación reconocida puede ser una ventaja estratégica significativa.

La combinación de incentivos gubernamentales, financiamiento accesible y la Certificación EDGE ha creado un entorno propicio para el desarrollo de la construcción sostenible en América Latina. Estos mecanismos no solo han reducido las barreras económicas para los desarrolladores, sino que también han fomentado la adopción de prácticas más responsables y eficientes en el uso de recursos. A medida que la región continúa avanzando hacia un futuro más verde, las constructoras que aprovechen estos incentivos estarán bien posicionadas para liderar el cambio hacia un desarrollo inmobiliario más sostenible y rentable.

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