miércoles, octubre 2, 2024

OTRAS INQUISICIONES: Dos de octubre

Pablo Cabañas Díaz.

Jefferson Morley, veterano periodista trabajó durante 15 años como editor y redactor para el Washington Post, s u  libro, “Nuestro hombre en México”, una biografía del espía de la CIA Winston Scott es un aporte  de primer nivel sobre lo acontecido en México en 1968. El libro de Morley, nos lleva a  la ciudad de México de la década de los años sesenta la llamada  “Casablanca de la Guerra Fría”, un santuario para espías, revolucionarios, asesinos y provocadores.  Winston Scott fue el confidente de tres presidentes mexicanos, y uno de los espías favoritos del presidente Lyndon Johnson. Presidió  muchas de las operaciones encubiertas de la CIA durante el período de deserciones dramáticas, complicados proyectos de vigilancia, operaciones encubiertas, traiciones y, la sospechosa visita de Lee Harvey Oswald a la Ciudad de México poco antes del asesinato de John F.Kennedy.

 

Lo que prácticamente nadie supo sino hasta treinta años después, fue que Luis Gutiérrez Oropeza, el jefe de Estado Mayor del ejército mexicano, situó en el piso superior del edificio Chihuahua a diez hombres armados, y les había dado órdenes de tirar sobre la multitud. Actuaba por órdenes de Díaz Ordaz, según una reveladora historia publicada en Proceso, en 1999.

 

Oropeza también era amigo de Scott y cenó por lo menos una vez en su casa, de acuerdo con un libro de invitados conservado por su familia. No existe evidencia de que Oropeza haya sido un agente de  la CIA o que haya actuado bajo sus indicaciones el 2 de octubre.

 

Ninguno de los reportes de Scott resulto cierto. El FBI reportó que Díaz Ordaz había dicho a un “visitante norteamericano”, que podría haber sido el propio Scott, que creía que los disturbios habían sido “cuidadosamente planeados”. En Washington, Walt Rostow, asesor de seguridad nacional del presidente Lyndon B. Johnson, intentó clarificar los contradictorios reportes. Le mandó una serie de preguntas a Scott, quien fue a ver a Díaz Ordaz. Regresó con respuestas que evidenciaban lo poco que sabía.

 

Una semana después de la matanza, Scott se tomo el tiempo para escribir una carta de agradecimiento a Luis Echeverría. El secretario de Gobernación acababa de darle un regalo: un gran mapamundi electrónico enmarcado, que proporcionaba la hora correcta en cada huso horario del mundo.Ocho meses después, Scott fue obligado a retirarse de su trabajo como jefe de estación de la CIA.

 

En junio de 1969, Scott fue al cuartel general de la CIA, en Washington, para recibir uno de los honores más altos de la Agencia, la Medalla a la Inteligencia Distinguida. Scott murió de un ataque al corazón en su casa de las Lomas de Chapultepec, el 26 de abril de 1971. Tenía 62 años.

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