lunes, noviembre 11, 2024

Sophia Loren cumple 90 años: la niña pobre que se convirtió en la actriz italiana más famosa en el mundo entero

ROMA, ITALIA.- La actriz italiana Sophia Loren, icono del siglo XX, cumple 90 años. Y, según ha comentado ella misma estos días, el tiempo se le ha pasado volando. “En un abrir y cerrar de ojos mi vida pasó de estar delante de mí a estar detrás. Así que me duermo cada noche con el mismo deseo: que mañana pueda disfrutar del presente y vivir cada momento al máximo”.

Desde luego ha procurado saborear los momentos importantes de la vida. Una existencia que, en su caso, dio comienzo en septiembre de 1934 en un hospital para madres solteras de Roma y, como apuntó en sus memorias Ayer, hoy y mañana, tiene bastante de cuento de hadas.

Hija de una joven y guapa napolitana que también quería abrirse paso en el cine y de un ingeniero con lejanos orígenes aristocráticos que no estaba dispuesto a formar una familia, Loren pasó su infancia con sus abuelos en la pobreza de Pozzuoli, un pueblo cercano a Nápoles. “Nunca imaginé ser actriz, no eran sueños a mi alcance”, comentó una vez la intérprete, a quien la Rita Hayworth de Gilda inspiró para convertirse en actriz.

Con apenas 15 años ganó un concurso de belleza, y con el dinero del premio compró un billete de tren con destino Roma, donde su madre y ella ganarían algo de dinero asumiendo pequeños papeles sin diálogo en películas rodadas en los estudios Cinecittà —epicentro de la producción cinematográfica de Hollywood en Europa—.

La pasión por la interpretación de aquella adolescente delgaducha y con complejo de patito feo fue creciendo poco a poco en la dura Italia de la posguerra. Pero su vida no dio un giro hasta aquel día en que su madre anunció que tocaba regresar a su pueblo, porque empezaban de nuevo las clases. “Yo sabía que si volvía a mi querida ciudad no la abandonaría nunca más”, relató al respecto, “así que me armé de valor y le dije a mi madre, no sin cierto temor, que no volvería a Pozzuoli, que me quedaría en Roma para intentar ser actriz”.

Mientras luchaba por abrirse un hueco como intérprete, su padre, que en realidad nunca ejerció como tal, las acusó a ella y a su progenitora de prostituirse para intentar que se volviesen a Nápoles. “Una mañana, al amanecer, escuchamos cómo alguien llamaba a la puerta de casa”, ha relatado. “Asustadas por la hora, fuimos a abrir y nos encontramos a la policía. Nos llevaron y nos pidieron que justificáramos los ingresos con los que vivíamos. Alguien nos había denunciado sembrando la duda de que hubiéramos transformado nuestro apartamento en una casa de citas”. Por suerte, tras el desconcierto inicial ambas pudieron demostrar que sus ganancias venían de trabajar como extras.

Al poco de aquel desagradable episodio apareció su mentor, y el que fue el único amor de su vida, Carlo Ponti. El productor tenía entonces 39 años —ella estaba a punto de cumplir 17— cuando se conocieron en septiembre de 1951, en un restaurante cercano al Coliseo donde se celebraba el concurso de belleza Miss Roma.

“Recibí en la mesa una notita con la inscripción: ‘Esta tarde se celebra el concurso y me gustaría que usted participara’. Él, Carlo Ponti, era uno de los jueces, pero yo no lo sabía y me dije: ‘Quizá sea un juez y hable bien de mí’. Participé y quedé segunda. No sufrí por eso, pero él, al final del espectáculo, quiso hablar conmigo e hicimos un breve paseo”, recordaría años después.

La tarde de marras, el productor la invitó a visitarlo en su despacho, donde le contaría que ya había lanzado a otras actrices como Alida Valli, Silvana Mangano, Lucia Bosè o Gina Lollobrigida. Rápidamente entablaron amistad y relación profesional, hasta el punto de que Ponti se encargó de moldear su imagen y la colocó en el centro de las grandes producciones italianas de la época. Aunque, según la versión de Loren, el de Magenta y ella no comenzaron a salir juntos hasta el momento en que rodaron La chica del río (1954) —él aprovechó esta filmación para entregarle un anillo de compromiso de diamantes—.

Su historia de amor causó un gran revuelo, entre otras cosas, porque Ponti estaba casado con Giuliana Fiastri y tenía dos hijos cuando se declaró a Loren —si bien es cierto que su matrimonio estaba ya más que acabado—, y el divorcio no era legal en Italia entonces —un casamiento solo podía disolverlo la iglesia—.

Los tortolitos decidieron formalizar su relación casándose por poderes en México, en 1957, pero nada evitó que el periódico del Vaticano, L’Osservatore Romano, tildara a la pareja de adúltera y Ponti fuera acusado de bigamia varias veces. Ya al cabo de un tiempo, a Giuliana se le encendió la bombilla: adquirir la nacionalidad francesa para divorciarse y poder volverse a casar. Y fue gracias a esta ocurrencia como la actriz y el productor pudieron celebrar su boda, esta vez con todas las de la ley, en la localidad de Sèvres.

Carlo Ponti y Sophia LorenCarlo Ponti y Sophia LorenCinemanía
Asuntos del corazón aparte, la década de los cincuenta fue bastante ajetreada para la Loren, cuya carrera despegó gracias a El oro de Nápoles (1954), de Vittorio De Sica, “el padre que nunca tuve”, con quien trabajó en 14 películas, varias de ellas coprotagonizadas por su querido Marcello Mastroianni.

Luego vino su breve pero intenso paso por Hollywood, donde, contratada por Paramount Pictures, encabezó el reparto de filmes como Deseo bajo los olmos (1958), del reputado Delbert Mann, y Orgullo y pasión (1957), dirigida por Stanley Kramer. Lo que nunca se planteó fue mudarse a la meca del cine, quizás porque era consciente de que en Europa tendría más futuro.

“Rodar con grandes actores estadounidenses supuso una gran escuela para mí, pero también una experiencia totalmente ajena”, dijo en una entrevista. “Trabajé con Cary Grant y Frank Sinatra cuando tenía 22 años, todavía era una chavala. En aquel momento, vi las posibilidades que ofrecía trabajar en inglés, incluso en un inglés horrible, porque no era mi idioma. Pero el sonido del habla y la música me son muy queridos, y aprendí inglés enseguida. Me lo pasé muy bien cuando hice mis primeras películas americanas”.

Su historia con la estatuilla dorada
Su gran salto se produjo en 1960, al protagonizar Dos mujeres, película de De Sica a la que se incorporó después de que Ana Magnani rechazara el proyecto al encontrarse enferma —se dice que fue la propia Magnani quien sugirió a Loren para aquel papel de mujer violada por soldados durante la Segunda Guerra Mundial—. Gracias a este trabajo, la napolitana fue candidata al Oscar a la mejor actriz. Curiosamente, estaba tan convencida de que no se llevaría la estatuilla que pasó de acudir a la ceremonia en Los Ángeles.

Luego explicaría que, por suerte, se equivocó con aquel pálpito: “Yo estaba en mi casa con Vittorio De Sica cuando a las seis de la mañana sonó el teléfono. Era Cary Grant, que me dijo: ‘Sofía, ¿estás preparada para escuchar lo que tengo que decirte? ¡Has ganado!’. Me dieron ganas de llorar, pero no podía hacerlo. Fue un momento bellísimo, Cary fue fantástico””. Después, De Sica le entregó el Oscar en su casa de Roma.

“Sofía es una gran actriz, tiene el temperamento de una estrella internacional. Sólo Anna Magnani puede superar a Loren, pero mi mujer ha hecho una cosa que Magnani no consiguió, ganar el Oscar interpretando en italiano en Dos mujeres [el primero concedido a una actriz en lengua extranjera]”, reflexionó una vez Ponti, fallecido en 2007, tras medio siglo de unión con la gran dama del cine italiano, con quien además de acaparar titulares tuvo dos hijos.

A principios de los ochenta, cuando sus vástagos eran aún pequeños, la protagonista de obras inmortales como Una jornada particular (1977) optó por tomarse su carrera con algo más de calma. “En aquel momento me pregunté ‘¿Qué quieres de la vida, Sophia?’, y me dije ‘Quiero una buena familia’, cosa que tenía”, apuntó al respecto la ganadora del Óscar honorífico 1991. “Así que me dije ‘A partir de ahora, tal vez, voy a ir un poco más despacio’. Pero no solo bajé el ritmo, sino que, simplemente, dejé de trabajar […]. Dejé de hacer películas durante mucho tiempo, pero fui feliz porque vi a mis hijos crecer, casarse y tener sus propios hijos”.

Durante años, Loren siguió recibiendo guiones de cine, aunque casi ninguno le llegó a provocar el más mínimo entusiasmo. Tanto es así que no fue hasta 2019, más de una década después de su última presencia en un filme, cuando su hijo pequeño, el cineasta Edoardo Ponti, con el que ya había trabajado un par de veces, la convenció para dar vida a Madame Rosa, una superviviente del holocausto y exprostituta que regenta un centro de día en el que acoge a un chico que le había robado, en su melodrama La vida por delante (2020), estrenado en Netflix.

Una vez más, Loren volvió a dar muestras de sus dotes interpretativas, a veces algo infravaloradas, y durante la promoción dejó caer que, pese a haber rodado ya más de 90 películas, no descarta volver a ponerse frente a una cámara.

“Estoy muy contenta por todo lo que he conseguido en mi vida, pero yo miro hacia adelante y pienso en todo lo que me queda por hacer”, señaló la actriz, que hoy día, tras haber habitado casas de ensueño en lugares como Londres, Nueva York y París, vive sola en Ginebra, rodeada de muestras de cariño de sus nietos y recuerdos de sus años de gloria.
AM.MX/fm

 

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