MIGUEL ÁNGEL FERRER
La derrota electoral, política, jurídica y cultural del conservadurismo ha sido monumental. Pero en el plano económico y social las cosas no han sido así. En lo económico la derecha sigue siendo muy fuerte. No en vano es la propietaria de los grandes medios de producción.
Y por lo que toca a la esfera de lo social, hay abundante evidencia de que el pensamiento conservador se encuentra muy arraigado en, al menos, una tercera parte de la sociedad mexicana.
De modo que, como podría decir un vasto sector del pueblo mexicano, “Zapata vive, la lucha sigue”. Luego de la monumental derrota, cabe esperar, como ya se esta viendo, que la derecha se atrinchere y comience los preparativos de su nueva embestida contrarrevolucionaria.
Pero cabe esperar igualmente que la Cuarta Transformación actúe en consecuencia y dé los pasos necesarios para enfrentar con éxito la nueva etapa contrarrevolucionaria.
Y el camino, obviamente, es extender y profundizar las medidas populares y patrióticas del obradorismo. La ruta es no desviar la ruta. Y continuar con el fortalecimiento y extensión de la propiedad pública y la intervención del Estado en la economía.
Para enfrentar la fuerza económica de la derecha es primordial acrecer el poder económico del Estado. Más propiedad pública para atemperar el poder del capital privado.
Y más y más extensos programas sociales de redistribución del ingreso nacional. Esto implicará fortalecer el apoyo popular a la revolución en curso. Mayor poder económico del Estado y mayor respaldo popular son la garantía de la firme continuidad del proceso.
En el campo de la lucha ideológica se hace también necesario dar continuidad al esfuerzo de educación, orientación y divulgación de las conferencias presidenciales matutinas.
Por lo visto hasta ahora estos son los propósitos del nuevo gobierno de la doctora Claudia Sheinbaum. Digamos que estas son las bases. Pero ello no implica que no se adopten nuevas medidas en la misma dirección.
Esto implicaría frustrar las esperanzas de la derecha de un cambio de rumbo del nuevo gobierno. O, dicho con toda franqueza, de una traición al obradorismo y a la 4T.
Pero nada en el horizonte prefigura tal escenario. Más bien se observan señales de todo lo contrario. Los antecedentes políticos e ideológicos de Claudia Sheinbaum así lo prefiguran. La ruta es no cambiar de ruta. Y la nueva Presidenta así lo entiende.