Por José Antonio Chávez
Nada contento está el Presidente Andrés Manuel López Obrador con las declaraciones del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar contra la reforma al Poder Judicial, pues amenaza la histórica relación comercial que han construido con su país.
Luego lo secundó el embajador de Canadá en México, Graeme Clark que dijo que esa incertidumbre ahuyenta a los inversionistas de su país.
Está negativa se suma a la manifestación de los trabajadores, jueces y magistrados que paralizaron, como primera etapa las labores del Poder Judicial y que han recibido el apoyo del pueblo bueno y sabio, obviamente que no es de Morena.
Dicen los que saben que López Obrador está que no lo calienta nada, aunque insiste en dar la buena cara y que no le preocupa o simplemente que minimiza el movimiento. Al interior de su gabinete hay preocupación por la imagen negativa que se disparó en el plano internacional.
Ken Salazar incluso en su declaración insiste que la elección directa y política de jueces, si se llegara a dar, no resolverá la corrupción judicial ni fortalecerá al Poder Judicial.
Bueno, el Presidente en una intentona por presionar a los trabajadores y disolver el paro, soltó, entre líneas la idea de liquidarlos porque considera que son actos ilegales. Sin embargo, la respuesta de Hacienda y de sus cercanos es que no hay forma de proceder de forma legal.
Desde luego que los trabajadores del Poder Judicial están más firmes que nunca, pues e están jugando su permanencia de aspirar el escalafón para el que se prepararon. Hay años de sacrificio y de un plumazo se los quieren borrar para ponerlos al nivel de la nueva fórmula que quieren hacer por elección.
En la recta final de la administración de López Obrador, en Palacio Nacional hay una crisis severa que ha irritado al Presidente, pues nunca pensó que saldrían los trabajadores del Poder Judicial a manifestarse en su contra y menos paralizar los juzgados en el país, por una cuestión política. Es histórico.
Esa crisis que fomenta con sus declaraciones el embajador Ken Salazar, forma parte también de la sobrerrepresentación del Congreso, tanto en el Senado que preside la morenista, Ana Lilia Rivera como la Cámara de Diputados de la priista Marcela Guerra.
El solo hecho de pensar que Morena tendrá la mayoría calificada en ambas cámaras, marca un escenario inmediato de ahuyentar, en automático la confianza de los inversionistas y crece la incertidumbre para el empresariado.
Que decir de los tratados comerciales internacionales. Un verdadero dolor de cabeza para la entrante Claudia Sheinbaum que no entiende como descifrar la papa caliente que le dejara el que manda en Palacio Nacional.
Si agregamos los problemas sociales como el de la inundación de aguas negras en la población de Chalco, que ha desnudado la incapacidad del gobierno de la morenista, Delfina Gómez y el propio gobierno federal, para resolver en lo inmediato.
También el secuestro de Ismael “El Mayo” Zambada de México y aterrizar en EU que involucra al gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, que llevaron a su procuraduría armar un escenario en del asesinato de su oponente, Héctor Melesio Cuén, diputado federal electo del PRI, PAN y PRD; así como la violencia que ha ejecutado a empresarios de Tamaulipas por denunciar la extorsión con el derecho de piso del crimen organizado, que obligó el cierre de las tiendas OXXO en esa entidad que gobierna el morenista, Américo Villarreal.
La salida del Presidente, el último día de septiembre, simplemente no se ve nada amable, se ve con foco rojos y sin opción a cambiar de color al menos que suceda un milagro en el INE de dar marcha atrás a la sobrerrepresentación del Congreso y echar atrás la reforma al Poder Judicial, dos razones que se ve más que difícil que esto ocurra, conociendo la necedad del que manda en Palacio.