Pablo Cabañas Díaz
En Cuernavaca, se encuentra un portal decorado con diez bajorrelieves con el escudo de la casa de Saboya. Era la entrada a la Villa Lupo, hoy es un modesto hotel “boutique”. En los años que vivió la Reina María José de Italia en Cuernavaca con su hija, la Princesa María Beatriz este fue su hogar. Allí, estuvieron también, la princesa, y quien era su esposo el argentino Luis Reyna Corvalán. Se casaron por lo civil en Ciudad Juárez en 1970. La boda religiosa se celebró un año después en Córdoba, Argentina. Fruto de ese enlace nacieron sus tres hijos.
Su matrimonio se vio afectado por el suicidio del hijo primogénito, Rafael Humberto en 1994, a los 24 años, por lo que Reyna Corbalán solicitó el divorcio. Al funeral, vinieron a México, todos los miembros de la Casa de los Saboya. Después de la muerte de su hijo se da la ruptura de su matrimonio. Luis Reyna Corbalán fue asesinado el 17 de febrero de 1999, dentro de la Villa Lupo. Estaba desnudo, cubierto de lesiones, magullado en el cuello y los genitales, con una agujeta de zapato atado al pene.
En la Villa Lupo, meses antes de la muerte del exesposo de Beatriz de Saboya, era evidente que faltaba el dinero, no se cuidaba el jardín como en sus tiempos de esplendor. Cuando llegó la policía todas las cerraduras estaban intactas: una señal de que la víctima y el asesino se conocían. El funeral se organizó de inmediato, sin perder tiempo, sin esperar siquiera la llegada de su familia. De ese matrimonio de Beatriz de Saboya con Reyna Corvalán solo queda su hija Azaea, (1975), y su nieta María José, nacida del breve matrimonio que tuvo con el mexicano Arturo Pando Díaz.
El matrimonio de Reyna Corbalán se fue a pique por la adicción al alcohol de la princesa, incluso antes del suicidio de su hijo, su separación llevaba muchos años. Reyna Corvalán, se hallaba afectado por un cáncer en estado avanzado. Los que lo conocieron recuerdan su gran simpatía, y que desde su llegada a Cuernavaca frecuentaba círculos conocidos como de alta sociedad, por su casamiento con Beatriz de Saboya.
El argentino, hombre culto, comenzó a vincularse con el mundo universitario y a frecuentar círculos intelectuales en Cuernavaca, su falta de recursos económicos eran evidentes, vivió sus últimos días, en una mansión que pertenecía a la reina María José.