Roberto Vizcaíno
En esta mí ya larga carrera periodística he conocido y sabido de personajes infelices y mala onda, pero pocos tan mala entraña como estos que ahora nos gobiernan.
Sí ya sé que usted sabe de quién hablo.
De uno que, si fuese jefe de meseros de un buen restaurante, ese ysq, que seguro escupiría en la sopa o metería el dedo sucio si descubriera que es para un connotado opositor culinario.
Un opositor que por ejemplo en política tuviera el tamaño de María Amparo Casar, de Mexicanos Contra la Corrupción. ¡Uy! ni le digo lo que le echaría al plato de Claudio X González…
Bueno, eso es más o menos lo que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador al lanzar a su ya muy anciano y cansado mastín, que alguna vez se dijo marxista y que en su placa de perro rico tiene en el pescuezo, por aquello de si se pierde, el nombre de Pablo Gómez, con asiento predominante en la UIF.
¿Qué hizo Gómez a pedido del jefe AMLO? Dio un informe público de la UIF en la mañanera sobre las aportaciones recibidas desde Estados Unidos por Mexicanos contra la Corrupción que dirige María Amparo Casar para crear la percepción de que esta organización obedece a oscuros e inconfesables intereses de norteamericanos.
La idea sin duda es que las masas de apoyo de AMLO fortalezcan su percepción de que existen grupos malévolos que desde EU buscan con los reportes de Mexicanos Contra la Corrupción debilitar a la 4T y al gobierno de AMLO.
En el reporte de ayer de Gómez -cuyos datos provienen de reportes legales anuales de la propia organización de Mexicanos Contra la Corrupción- se exhibe que sus donantes son: Ford Foundation, John and Catherine MacArthur Foundation, International Community Foundation, FPOS, Rockefeller Brother Foundation Incorporated, Intelligent Mexican Marketing Incorporated, Embajada de los Estados Unidos de América vía Financial Services Center y US Agency for International Development.
Para alimentar más esta idea de que el Gobierno de Estados Unidos está detrás de estos apoyos para seguramente desestabilizar al Gobierno de AMLO, el presidente dijo ayer que enviará una carta -ya sabe Usted que le encanta escribirles a los presidentes de otros países-, para pedirle una explicación a Joe Biden de por qué su administración financia a Mexicanos contra la Corrupción que es un organismo integrado por enemigos de él como lo es María Amparo Casar, oiga Usted.
Para quienes entendemos un poco de esto, sabemos que estas fundaciones operan en todo el mundo para appyar a grupos y organizaciones, instituciones, que buscan fortalecer a la democracia y la libertad de expresión o el combate contra la corrupción.
Detrás de estas fundaciones no existe ningún complot contra ningún gobierno en especial nada contra AMLO.
Es sólo la animadversión que existe en el mandatario contra los EU y su odio contra sus opositores.
Una actitud de mala entraña que deja en claro que Andrés Manuel López Obrador no fue feliz ni siquiera ganando la presidencia de su país. Sus obsesiones y amarguras no lo dejan ni siquiera concluir su mandato con un poco de humildad hacia quienes no lo apoyan. No le basta ser el presidente más poderoso que ha ganado a sus contendientes todo, y que en los hechos los ha humillado y mantiene en su nivel más bajo de competencia, algunos casi en la extinción política.
No, nada de un poco de conmiseración, nada de concesiones para personajes como María Amparo Casar y Claudio X González, nada a favor de Lorenzo Córdova o Ciro Murayama, cero espacio para Héctor Aguilar Camín o Enrique Krauze, ni para los periodistas Ciro Gómez Leyva, Joaquín López Dóriga o Pepe Cárdenas. Todo lo que se pueda contra Xóchitl Gálvez que se atrevió a oponérsele. Y de ahí hacia abajo, hasta los millones y millones de mexicanos a quienes no les cumplió, engañó, manipuló y mantiene en la miseria y la falta de perspectivas y que contra toda lógica siguen votando por él y su proyecto.
Mala entraña en serio, pues.
ANA LILIA RIVERA CIERRA CON GRAN EVENTO TLAXCALTECA
El adorno de flores tejido como solo lo hacen los pueblos originarios, sobre todos los auténticamente indígenas, en este caso el de Tlaxcala, adornó ayer el largo Patio del Federalismo de la sede del Senado de la República.
Fue el adorno central del evento en que la presidenta del Senado, la morenista Ana Lilia Rivera se lució con un banquete gastronómico y de bebidas que incluyeron desde jugos hasta pulque para sus compañeros de Pleno y que además disfrutaron periodistas y trabajadores de esta cámara.
La senadora Rivera quien concluye el ultimo de este agosto, andaba de fiesta por múltiples razones: su período fue el más legislativamente productivo, y ayer recibió a nombre del Senado y de la Comisión Permanente el título de concesión para la prestación del servicio de radiodifusión otorgado al Canal del Congreso por el Instituto Federal de Telecomunicaciones.
En este contexto señaló: “al asumir la presidencia del Senado decidí iniciar con la forma que tenemos de ser los tlaxcaltecas… nosotros somos un pueblo de gente sencilla, pero que comparte todo… somos gente muy trabajadora que siempre está de fiesta, y entonces yo quise traerme al Senado nuestra manera de vivir la vida.
“”Y no me podía ir sin que nuestra despedida fuera traer todo lo que somos y compartirlo con ustedes, porque yo creo que Tlaxcala tiene mucha cultura y muchas tradiciones y mucha historia que debe compartir para que México nos voltee a ver y vayan a visitarnos”, subrayó.
Recordó que además este año el Senado cumple 200 años de haberse fundado y se cumplirán además 150 años de haberse restaurado después de esta crisis que tuvimos de invasión de los franceses, con Benito Juárez, la restauración.
Desde la presidencia de esta cámara, indicó, se es la cabeza de todos los senadores y eso, afirmo, representó un gran honor para ella.
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