Luis Alberto García / Nahuatzen, Michoacán
*Los habitantes de Cherán y Sevina observaban con atención.
*Eran para fincar un pueblo nuevo en sus tierras,
*Pasaba el tiempo y la señora no volvía.
*Ni sabían su paradero por más qué se habían esforzado.
*Habían enviado expediciones a buscarla.
*Reclamación y plazo para que desocuparan las tierras.
“Los indios de Xaracatán, al ser notificados, respondieron lo mismo que la primera vez: esto es, que Nana Guari Huapa, como dueña de las tierras por compra que hizo a los mismos pueblos reclamantes, las donó y puso en posesión de ellas, sólo que esta vez, como ya empezaban a organizarse y se les había unido otro pequeño grupo de indios que de entre ellos mismos hacía algunos años atrás, se habían separado de Xaracatán, yéndose a refugiar al llano grande en el punto que hoy se nombra El Rincón.
“Acordaron en una junta enviar una comisión a Tzintzuntzan, a ver al cazonci Tzintzicha, soberano del reino, para hacerle patente su situación ante la amenaza de los pueblos de Cherán y Sevina y el derecho de posesión que les correspondía de las tierras cedidas amistosamente por la señora.
El rey Tzintzicha recibió a los indios comisionados y después de escuchar con verdadera atención la exposición que hacían en su queja, para resolver aquel caso reunió a sus consejeros por el espacio de tres días y al fin, por acuerdo de los sabios de la corte, se ordenó a los indios de Xaracatán que volvieran a su lugar y por el espacio de ocho días consecutivos tocaran el teponaxtle día y noche y que, si durante ese tiempo ninguno de los pueblos DE Cherán y Sevina que reclamaban las tierras se presentaban a desobedecer aquella orden, entonces quedarían como dueños legítimos de aquellas tierras.
Los indios de Xaracatán volvieron a sus hogares, convocaron a una reunión a todos los vecinos de la congregación, dieron cuenta del resultado, de su comisión y, sin pérdida de tiempo, al siguiente día para cumplir la orden real empezaron a tocar el teponaxtle a todo vuelo y sin descansar hasta que se cumplieron ocho días y sin que nadie los interrumpiera durante ese tiempo.
Dos días después los indios de Xaracatán enviaron a Tzintzuntzan a la misma comisión para dar cuenta al rey Tzintzicha de haber cumplido religiosamente con la orden, consistente en que durante una semana, nadie interrumpiera que se tocara el teponaxtle.
Para oir en audiencia pública a la comisión, el rey reunió a sus sabios, quienes observaban el relato de los indios con atención, y después de que éstos en representación de la congregación a que pertenecían juraron sumisión y obediencia al rey en cuanto les mandara, los sabios dijeron al monarca que los de Xaracatán eran acreedores y dueños de las tierras adquiridas por donación por haber cumplido fielmente con las órdenes de la Corte.
Por lo mismo, se les debía expedir su titulo de propiedad, integrándoseles mediante el uso de plumas de ave firmados por el rey Tzintzincha, y entregados a la comisión que regresó llena de júbilo a sus lugares de origen, reuniendo a los vecinos y anunciando haber triunfado, mostrando entonces los títulos legítimos de las tierras donadas, cuyos linderos se extendían hasta El Rincón, por haberse unido los indios que habitaban aquel lugar y que habían tenido en quieta y pacífica posesión.
Regocijados por aquel triunfo a su favor, hicieron suntuosas fiestas, tocaron nuevamente el teponaxtle, bailaron, dispararon sus flechas a todas direcciones y dieron gracias a sus dioses Nana Guari y Tata Juriata (Nana Luna y Papá Sol), porque ya eran dueños de tan bastantes tierras.