*¿Para qué necesitamos el bienestar consagrado en la Constitución, si en el día a día es letra muerta? Por ello tanta muerte, tanta saliva desperdiciada durante las conferencias mañaneras, tanto engaño y una montaña de promesas que nunca serán realidad, porque el dinero fiscal se perdió en esos mega proyectos que se convierten en túmulos para honrar la memoria de un sueño que no fue
Gregorio Ortega Molina
La galería siempre está dispuesta a aplaudir cuando lo que ponen en sus manos le ayuda a aguantar el tráfago diario. Ahora, la doctora -y todavía en la imaginaria como presidenta electa- Sheinbaum Pardo ofrece como novedad llevar a la Constitución el derecho al bienestar.
Claro que no se equivoca, únicamente olvida deliberadamente, con el único propósito de complacer a su “hacedor” y, así, agradar también a ese México bueno y sabio que gustoso moriría por su presidente, el que esta nación necesitaba para recuperar el esplendor de la historia y ver con optimismo el futuro, sin importar que nos quitaran los cimientos de lo construido desde 1821.
Claro, como lograron su cometido de destruir el sector salud, alejarnos a años luz de Dinamarca, ahora se empeñarán en hacernos olvidar que se creó el ISSSTE, el IMSS, el Seguro Popular que, con sus asegunes, funcionaban y entregaron millones de dosis de medicamentos. Hoy el símbolo del éxito de la 4T es una mega farmacia con los estantes vacíos, o con los pocos medicamentos en existencia caducados.
El derecho a la educación tuvo su momento de fulgor con las brigadas culturales, el impulso al magisterio y la mística de respeto entre alumnos y maestros. Hoy, el culturalmente infecundo Marx Arriaga cumple con su cometido, asegurar la ignorancia para que el conformismo determine la manera en que se debe gobernar a México, entre los plásticos del bienestar y la sumisión a los traficantes de fentanilo.
Bienestar no puede reducirse a recibir una lanita cada mes o bimestralmente, pues vivir sin libre tránsito -los traslados sujetos a la posibilidad de la extorsión o del asalto y el secuestro- equivale a perder media vida; el derecho a la alimentación es una promesa que más parece quimera, pero durante este sexenio, aunque sostengan lo contrario, creció la pobreza alimentaria.
¿Para qué necesitamos el bienestar consagrado en la Constitución, si en el día a día es letra muerta? Por ello tanta muerte, tanta saliva desperdiciada durante las conferencias mañaneras, tanto engaño y una montaña de promesas que nunca serán realidad, porque el dinero fiscal se perdió en esos mega proyectos que se convierten en túmulos para honrar la memoria de un sueño que no fue.
El nombre de la refinería es premonitorio: dos bocas, cuando realmente tenemos más de cien millones de bocas que no saben lo que es el derecho al alimento, ya no digamos al bienestar.
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